Pol¨ªticas natalistas
El objetivo principal deber¨ªa ser siempre corregir el d¨¦ficit entre reproducci¨®n deseada y real
La principal justificaci¨®n para la puesta en marcha de pol¨ªticas p¨²blicas que faciliten la natalidad es, a mi juicio, que muchas mujeres desear¨ªan tener m¨¢s hijos de los que al final acaban teniendo. Tener m¨¢s ni?os puede contribuir a dinamizar nuestra econom¨ªa y har¨¢ que nuestros sistemas de protecci¨®n social sean m¨¢s sostenibles, pero el objetivo principal deber¨ªa ser siempre corregir este d¨¦ficit entre reproducci¨®n deseada y real. En Espa?a ese d¨¦ficit existe, y tiene sentido que hagamos algo para corregirlo.
Las recetas para posibilitar que las familias tengan tantos hijos como deseen son bien conocidas. Todas tienen que ver con proteger sus carreras laborales, sus ingresos y sus condiciones de vida de las consecuencias que tiene la llegada de un beb¨¦. Pero estas recetas cuestan dinero. Los recursos para que los permisos de paternidad y maternidad sean m¨¢s generosos, las escuelas infantiles de calidad sean m¨¢s accesibles y las familias dispongan de ayudas directas para atender a sus hijos han de salir de alg¨²n sitio. El pa¨ªs de nuestro entorno que con m¨¢s ambici¨®n ha abrazado la causa natalista, Francia, gasta dos puntos porcentuales del PIB m¨¢s que nosotros en pol¨ªticas de ayuda a las familias. Ello les permite tener la tasa de fecundidad m¨¢s alta de Europa, que pese a todo est¨¢ por debajo de los dos hijos por mujer.
Si estas pol¨ªticas de verdad nos preocupan, es el momento de exig¨ªrselas a nuestros pol¨ªticos. Como los unicornios no existen, debemos exigirles tambi¨¦n que nos digan c¨®mo las pagaremos. Hay dos opciones.
Una primera es financiarlas con deuda. No parece la opci¨®n m¨¢s sensata en el contexto actual de consolidaci¨®n fiscal. Pero no deber¨ªa ser una opci¨®n del todo descartable. Si los tipos de inter¨¦s a los cuales se puede financiar el Estado son bajos y estamos seguros de que estas pol¨ªticas mejorar¨¢n las perspectivas econ¨®micas en el largo plazo, no ser¨ªa descabellado endeudarse para ponerlas en marcha.
Pero si hay incertidumbre sobre la rentabilidad de estas inversiones, tendremos que aumentar de manera cre¨ªble la capacidad recaudatoria del Estado para financiarlas. Al fin y al cabo, una de las cosas que tambi¨¦n nos ense?a el ejemplo franc¨¦s es que para que estas pol¨ªticas funcionen, han de ser percibidas como predecibles por la ciudadan¨ªa. Los brindis al sol solo generan escepticismo y rechazo.
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