Dos en Europa

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, y su antecesor en el cargo, Carles Puigdemont, han criticado a la Uni¨®n Europea por no interferir en el juicio que se sigue en el Tribunal Supremo contra los l¨ªderes independentistas que declararon unilateralmente la secesi¨®n de Catalu?a. En este caso sorprenden menos los ataques a las instituciones democr¨¢ticas espa?olas que la ignorancia de los principios y procedimientos de la Uni¨®n por parte de un cargo electo en cuyas manos est¨¢ la Generalitat.

Es dif¨ªcil comprender el an¨¢lisis a partir del cual el que el president Torra y su antecesor han podido imaginar que una Europa que contempl¨® con estupor la violaci¨®n de la ley interna espa?ola, del esp¨ªritu y la letra de los tratados y del derecho internacional iba ahora a traicionar principios esenciales en su ordenamiento, como el de la separaci¨®n de poderes, y a interferir en el juicio justo y realizado con garant¨ªas donde un Estado miembro dirime las responsabilidades por aquellos hechos. Una Uni¨®n y un Ejecutivo europeos a los que, adem¨¢s, no se les escapa que el independentismo catal¨¢n recibe sus apoyos en Europa de los partidos contrarios al proyecto de la integraci¨®n, y que corre el riesgo de ser instrumentalizado contra esta en el cada vez m¨¢s fr¨¢gil equilibrio entre potencias, como qued¨® patente en la entrevista al peri¨®dico ruso Komsom¨®lskaia Pravda concedida por el expresidente Puigdemont.

En su singular comparecencia conjunta, el president Torra y su antecesor revelaron el sobrentendido en el que se apoya la estrategia de las fuerzas independentistas. Europa, sus procedimientos pactados y sus instituciones establecidas y gobernadas entre todos los Estados miembros no son su beat¨ªfica aspiraci¨®n; por el contrario, son tan solo la coartada propagand¨ªstica con la que intentan validar una ideolog¨ªa y una acci¨®n pol¨ªticas que apelan a una democracia por encima de las leyes para, violando la legislaci¨®n, vulnerar tambi¨¦n la democracia. Cuando en Espa?a las instituciones democr¨¢ticas cerraron el paso al programa de la secesi¨®n de Catalu?a, intervinieron la autonom¨ªa en aplicaci¨®n de las normas constitucionales y pusieron a disposici¨®n de la justicia a los responsables de imponer una voluntad minoritaria por v¨ªas de hecho, las fuerzas independentistas reaccionaron buscando el desprestigio del sistema. Ahora que Europa no atiende su pretensi¨®n de interferir en la justicia espa?ola es la Uni¨®n la que recibe id¨¦ntico trato.

Las fuerzas independentistas son enteramente libres de imaginarse como los ¨²nicos or¨¢culos de la democracia, tanto frente al sistema espa?ol como tambi¨¦n frente al europeo. Lo que no pueden pretender, sin embargo, es que ni uno ni otro sistema se plieguen a que unos partidos convocando manifestaciones y unos dirigentes pol¨ªticos concediendo ruedas de prensa decidan qu¨¦ es o no es delito, ni qui¨¦n es culpable ni qui¨¦n inocente. De acuerdo con el discurso que hab¨ªan mantenido las fuerzas independentistas hasta el inicio del juicio en el Tribunal Supremo, Estrasburgo dejar¨ªa al descubierto la parcialidad de los jueces espa?oles y la naturaleza autoritaria de las leyes en las que fundar¨¢n su veredicto. Despu¨¦s de la visita de dos de sus representantes a Bruselas, la confianza de las fuerzas secesionistas no parece situarse ya en ninguna instancia judicial europea, sino en el hecho de que Europa viole la independencia de la justicia.