Una SGAE ¨²til
La entidad de gesti¨®n de derechos necesita establecer normas justas de reparto y actuar con transparencia
Despu¨¦s de meses de continuas advertencias, el Ministerio de Cultura ha puesto en marcha los mecanismos para intervenir, de forma temporal, la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), la m¨¢s importante entidad de gesti¨®n colectiva de derechos de propiedad intelectual. Para tomar las riendas del organismo, salpicado en los ¨²ltimos a?os por un rosario de esc¨¢ndalos, el departamento que dirige Jos¨¦ Guirao ha solicitado autorizaci¨®n a la Audiencia Nacional, que no tiene definido un plazo en el horizonte para aprobar la petici¨®n.
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Cultura hab¨ªa reclamado a la SGAE en numerosas ocasiones que implementara sin dilaci¨®n tres medidas: adaptar sus estatutos a la nueva normativa emanada de la Ley de Propiedad Intelectual, redefinir el reparto de las recaudaciones por la utilizaci¨®n del repertorio y modificar el sistema electoral para permitir el voto electr¨®nico. Ante la inoperancia de los responsables de una entidad que gestiona los derechos de 120.000 socios y recibe anualmente alrededor de 300 millones de euros, Cultura no ten¨ªa m¨¢s alternativa que actuar de manera taxativa.
La oleada de actividades poco ejemplares protagonizadas por directivos de la SGAE ¡ªalgunos de los que ocuparon cargos relevantes est¨¢n acusados de apropiaci¨®n indebida¡ª ha minado la imagen de una entidad en constante enfrentamiento con las cadenas de televisi¨®n, el sector que m¨¢s dinero aporta a sus arcas. La intervenci¨®n acarrear¨ªa la suspensi¨®n de sus cargos de los actuales gestores ¡ªcuyas funciones ser¨ªan asumidas por una comisi¨®n interina¡ª y se prolongar¨ªa durante al menos seis meses, tiempo en el que esa comisi¨®n deber¨¢ esforzarse en pacificar una organizaci¨®n cuya c¨²pula est¨¢ enredada en una vor¨¢gine de conspiraciones y cazas de brujas que en nada contribuyen al buen funcionamiento de la sociedad.
Al Ministerio de Cultura le quedaban pocas opciones para intentar poner orden en la SGAE, atajar el c¨²mulo de irregularidades y aplacar las luchas de poder entre los diferentes colegios. En el fondo de las tensiones subyace una soterrada guerra entre las multinacionales y las editoras vinculadas a las televisiones. Estos conflictos han dejado en segundo plano los verdaderos problemas de los creadores, entre ellos la racionalizaci¨®n de los derechos digitales y la servidumbre que supone ceder la explotaci¨®n de sus obras hasta 70 a?os despu¨¦s de la muerte del autor. Solo si se establecen normas justas de reparto, se defienden los intereses en el nuevo entorno tecnol¨®gico y se act¨²a con transparencia, la SGAE podr¨¢ salir de la mara?a en la que se encuentra para recuperar la credibilidad perdida y sentar las bases de una defensa ¨²til y eficiente de los derechos de propiedad intelectual.
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