La ejemplaridad de Aza?a y Machado
Llega el momento de que se consideren como propias a todas las v¨ªctimas
Este a?o se conmemora el 80 aniversario del final de la guerra civil y del inicio del exilio de millones de espa?oles. Aunque este ¨¦xodo comenz¨® en 1936, cuando el Gobierno de la Rep¨²blica no pudo garantizar la vida de algunos de sus ciudadanos m¨¢s ilustres y les facilit¨® su salida de Espa?a, el exilio, como fen¨®meno social, se origin¨® tras la derrota republicana. Las im¨¢genes que nos quedan de esas interminables filas de hombres, mujeres y ni?os que hu¨ªan de la muerte y llevaban consigo el miedo y la pobreza, son tan estremecedoras como inolvidables.
En estos d¨ªas el presidente del Gobierno se desplazar¨¢ a Montauban y Colliure para rendir homenaje a Aza?a y Machado. Tambi¨¦n homenajear¨¢ al resto de los exiliados visitando el Cementerio Espa?ol, en el que est¨¢n enterrados muchos de ellos, y la playa de Argel¨¨s, que fue el mayor campo de concentraci¨®n de refugiados. Debemos confiar en que haya llegado el momento de que los espa?oles consideren como propias a todas las v¨ªctimas de la guerra civil, sea cual sea el bando al que pertenecieron, compartiendo el deseo de que nunca se repita.
Las tumbas de Aza?a y Machado constituyen un valioso s¨ªmbolo de aquella tragedia. Cuando el presidente Zapatero plante¨® la posibilidad de traer a Espa?a los restos de Aza?a y Machado, Antonio Mu?oz Molina le dijo que no estaba de acuerdo porque ¡°una parte de la memoria indeleble de Aza?a y de la de Machado es que murieran en el destierro y que haya que cruzar la frontera para visitar sus tumbas¡±, citando un verso concluyente de Machado: ¡°S¨®lo la tierra en que se muere es nuestra¡±.
Aza?a y Machado son dos figuras que representan los valores c¨ªvicos y democr¨¢ticos que se perdieron en aquel trance hist¨®rico, y que la Constituci¨®n de 1978 recuper¨® cuarenta a?os despu¨¦s. El presidente Aznar citaba con frecuencia a Aza?a, consider¨¢ndole tambi¨¦n una referencia de su tiempo. Y Machado fue ese gran poeta que ning¨²n espa?ol puede dejar de reconocer como suyo.
Aza?a sale de Espa?a el 6 de febrero de 1939 y fija su residencia en Pyla-Sur-Mer. Recibe informaci¨®n de que los alemanes y un comando franquista intentan apresarle, y huye a Montauban. Peor suerte tuvieron su cu?ado, Cipriano Rivas Cherif, llevado a Madrid y condenado a muerte, aunque esta pena le fuera conmutada por 30 a?os de prisi¨®n, y Juli¨¢n Zugazagoitia que fue fusilado. En Montauban se aloja en el Hotel du Midi, en una habitaci¨®n alquilada por la legaci¨®n de M¨¦xico para impedir su secuestro. Al conocer el apresamiento de su cu?ado, sufri¨® una trombosis que se complic¨® gravemente. Destruido moralmente, no pudo sobrevivir. El 3 de noviembre de 1940 muere l¨²cido, rodeado de su mujer, el general republicano Hern¨¢ndez Sarabia, el pintor Francisco Galicia, su amigo el Obispo Pierre-Marie Theas y la monja Ignace, que le hab¨ªa cuidado. Su testamento moral, tres palabras: ¡°Paz, piedad, perd¨®n¡±. Su tumba, una sencilla l¨¢pida con una cruz de bronce sobre la inscripci¨®n que dice ¡°Manuel Aza?a. 1880-1940¡±.
Machado lleg¨® directamente del exilio a Colliure el 28 de enero de 1939, en compa?¨ªa de su madre y de su hermano Jos¨¦, quien escribi¨®: ¡°Lleg¨® herido de muerte del fatal ¨¦xodo... Su grandeza espiritual se sobrepuso a tantas fatigas espirituales y corporales con la resignaci¨®n de un verdadero Santo¡±. En su ¨²ltima salida, dijo en tono casi inaudible, ¡°qui¨¦n pudiera quedarse aqu¨ª en la casita de un pescador y ver desde una ventana el mar sin m¨¢s preocupaciones¡±. El 22 de febrero, muri¨® susurrando ¡°adi¨®s, madre¡±. Su hermano encontr¨® un ¨²ltimo poema sin terminar en el que recordaba a Guiomar: ¡°Estos d¨ªas azules y este sol de la infancia...¡±. Tres d¨ªas despu¨¦s le sigui¨® su madre, que comparte la tumba, sobre la que siempre hay flores, banderas y cartas de peregrinos an¨®nimos. Poco despu¨¦s lleg¨® Manuel Machado, a quien el destino hab¨ªa situado en el bando franquista. Con el coraz¨®n roto escribi¨® este poema: ?Chopos del camino blanco, ¨¢lamos de la ribera! ?Qu¨¦ tiene este verso, madre, que de ternura me llena, que no lo puedo decir sin que el coraz¨®n me duela? ?Qu¨¦ dice sin decir nada...? (...) ?Qu¨¦ puso Antonio en las letras? (...) ?Por qu¨¦ lloro sin consuelo cuando en mis labios las tomo y hasta mis o¨ªdos llegan?
Gregorio Mara?¨®n es miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.