Libertad en la era digital
Reducir las desigualdades es uno de los grandes desaf¨ªos del siglo XXI, y en esa tarea cabe utilizar los progresos t¨¦cnicos, siempre que se orienten desde la libertad inteligente de una ciudadan¨ªa l¨²cida
Edipo rey, la espl¨¦ndida tragedia de S¨®focles, ha quedado para la historia como uno de los ejemplos palmarios de que la libertad no existe, sino que las personas actuamos determinadas por alguna suerte de destino. El or¨¢culo de Apolo predice a Layo, rey de Tebas, y a su esposa, Yocasta, que, en caso de tener un hijo, matar¨¢ a su padre y se casar¨¢ con su madre. Los reyes desoyen al or¨¢culo, nace Edipo y lo entregan a un pastor para que lo haga desaparecer. Pero el augurio se cumple inexorablemente, Edipo asesina en un cruce de caminos a Layo, ignorando que es su padre, se casa con Yocasta, sin saber que es su madre y, siendo ya rey de Tebas, descubre la terrible verdad: no ha actuado libremente, ha seguido en todo momento el guion marcado por el hado. Destrozado por el descubrimiento, se arranca los ojos y Yocasta se quita la vida. Y queda sin responder la pregunta: ?por qu¨¦ se da?an de forma tan terrible si no pod¨ªan obrar de otro modo? ?Es que en realidad se sent¨ªan empecinadamente libres?
Otros art¨ªculos de la autora
Es apasionante comprobar c¨®mo Edipo rey relata en versi¨®n literaria lo mismo que narraban los fil¨®sofos estoicos en forma de sistema racional: la enorme dificultad de explicar las acciones humanas desde dos perspectivas, desde la creencia espont¨¢nea de que somos libres y, por lo tanto, responsables de nuestros actos, y el empe?o en explicar por causas cuanto sucede y en decretar a rengl¨®n seguido que la libertad es una ilusi¨®n. Es lo que se ha dado en llamar la apor¨ªa determinismo-libertad, que recorre la historia hasta nuestros d¨ªas, vuelve a la luz en cada ¨¦poca contando en distintas versiones la tragedia de Edipo, y en cada una de ellas muestra su rostro de callej¨®n sin salida.
Una parte de los cient¨ªficos impuestos en el saber preponderante cree descubrir que la libertad es una ficci¨®n
En cuanto una ciencia sube al p¨®dium en el conjunto de los saberes, una parte de sus defensores se vuelve imperialista e intenta explicar la totalidad de los movimientos de la naturaleza y la conducta de los seres humanos desde la clave explicativa de su ciencia. Los estoicos recurrieron a una ley natural, que todo lo dirige y es a la vez destino y providencia, el mundo medieval y sobre todo el de la Reforma y la Contrarreforma plantearon la apor¨ªa en t¨¦rminos teol¨®gicos, preguntando si es Dios quien determina la salvaci¨®n y la condenaci¨®n o cabe un margen para la voluntad libre. La disputa tuvo tambi¨¦n su trasunto literario en dramas como El condenado por desconfiado, que el pueblo ve¨ªa con gusto y entend¨ªa como suced¨ªa en el caso de Edipo. M¨¢s tarde continuaron la saga de los determinismos el econ¨®mico, el psicoanal¨ªtico y en los ¡°pen¨²ltimos¡± tiempos, el gen¨¦tico y el neurocient¨ªfico.
En todos estos casos una parte de los cient¨ªficos impuestos en el saber preponderante cree descubrir que la libertad es una ficci¨®n, un mito, una superstici¨®n, y se siente orgullosa de revelar la noticia a sus ingenuos cong¨¦neres para darles una p¨¢tina de ilustraci¨®n. A rengl¨®n seguido suele invitarles a construir una sociedad mejor, cayendo en la contradicci¨®n palmaria que ya detectaron los fil¨®sofos plat¨®nicos cuando preguntaban a los estoicos por qu¨¦ se empe?aban en hablar de ¨¦tica, en ense?ar c¨®mo se debe vivir, si no est¨¢ en nuestras manos actuar de una forma u otra.
La historia se repite hoy a cuento de las tecnociencias digitales, aliadas con un sector de las neurociencias. De nuevo gur¨²s bien conocidos revelan que todo est¨¢ programado en los cerebros humanos y que son dignos de compasi¨®n los pobres Edipos, Layos y Yocastas, la ciudadan¨ªa embaucada por el mito de su libertad. En realidad ¡ªdicen los nuevos or¨¢culos¡ª es la combinaci¨®n de genes, neuronas y mundo social, que no hemos elegido, la que decide en todos los casos, de forma que las personas no decidimos nada libremente.
Como es obvio, se trata de una antiqu¨ªsima falacia, la trampa de confundir determinaci¨®n y condicionamiento. Porque nadie en su sano juicio dar¨¢ por bueno que una persona toma decisiones sin estar condicionada por un buen n¨²mero de factores que no ha elegido nunca. Es lo que se ha dado en llamar la ¡°loter¨ªa natural¡±, que consiste en las caracter¨ªsticas biol¨®gicas con las que nacemos, y la ¡°loter¨ªa social¡±, es decir, el entorno cultural en el que nos socializamos y vivimos. Las dos loter¨ªas caen en suerte a cada quien sin m¨¦rito ni culpa por su parte y condicionan sus actuaciones. Pero sucede que las palabras son un tesoro muy valioso y es necesario cuidarlas con esmero para saber de qu¨¦ estamos hablando: estar condicionado al actuar no es lo mismo que estar determinado, de forma que no exista un ¨¢pice de libertad, sino reconocer que la libertad humana nunca es incondicionada, nunca es absoluta, sino que se mueve en un mundo de condicionamientos, algunos de los cuales posibilitan el ejercicio de la libertad y otros la obstaculizan.
Estar condicionado al actuar no es lo mismo que estar determinado, de forma que no exista un ¨¢pice de libertad
Y precisamente una de las grandes tareas del siglo XXI consiste en aprovechar los impagables avances tecnocient¨ªficos para construir un mundo m¨¢s justo desde nuestra indeclinable libertad. Por eso resulta asombroso que algunos gur¨²s, como es el caso reciente de Harari, decreten una vez m¨¢s la inexistencia de la libertad, dando como raz¨®n adem¨¢s que algoritmos poderosos, manejados por Gobiernos o empresas, pueden conocernos mejor que nosotros mismos e intentar manipular nuestras decisiones de forma personalizada. Afortunadamente, que lo intenten no significa que lo consigan y ¨¦se es el espacio de la libertad.
Es bien sabido que en Alemania, poco despu¨¦s de que Hitler tomara el poder, se cre¨® el Ministerio de Ilustraci¨®n del Pueblo y Propaganda, bajo el liderazgo de Joseph Goebbels. Como tambi¨¦n que la clave de Un mundo feliz de Aldous Huxley para mentalizar a sus habitantes de modo que est¨¦n satisfechos con el lugar que ocupan en la escala social no es s¨®lo la manipulaci¨®n gen¨¦tica, ni siquiera el soma, la droga que proporciona la felicidad, sino sobre todo la hipnopedia, la mentalizaci¨®n a trav¨¦s de palabras sin razonamiento, que constituye, seg¨²n Huxley, ¡°la mayor fuerza socializadora y moralizadora de todos los tiempos¡±. Pero como tambi¨¦n sabemos, en Alemania existieron los disidentes y existieron en el mundo de Huxley y en todos los mundos reales y pensables.
Precisamente saber que la loter¨ªa natural y social existe es lo que incita al liberalismo y al socialismo preocupados por construir sociedades justas a intentar igualar las oportunidades y a empoderar las capacidades personales de modo que todos puedan alcanzar sus metas en las condiciones m¨¢s pr¨®ximas posible a la igualdad. Reducir las desigualdades es uno de los grandes desaf¨ªos del siglo XXI, y en esa tarea cabe utilizar la gran riqueza que aportan los progresos de ese mundo t¨¦cnico que es el nuestro, siempre que se oriente desde la libertad inteligente de una ciudadan¨ªa l¨²cida. ?ste s¨ª que es el m¨¢s valioso principio de la Ilustraci¨®n, que exige servirse de la propia raz¨®n y no ponerse en manos de mitos y supersticiones como los que niegan la existencia de la libertad.
Adela Cortina es catedr¨¢tica de ?tica y Filosof¨ªa Pol¨ªtica de la Universidad de Valencia, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Pol¨ªticas y directora de la Fundaci¨®n ?TNOR.
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