M¨¢s ideas y menos gestos

La aterradora perspectiva es que tenemos ante nosotros tres meses de elecciones y, como m¨ªnimo, otro mes formando gobiernos locales, auton¨®micos y central. Un verdadero empacho que coincide, adem¨¢s, con el ¡°juicio del siglo¡± que est¨¢ resultando, como era de esperar, un prodigio de racionalidad y seriedad, adem¨¢s de que puede resultar pedag¨®gico, una buena lecci¨®n de c¨®mo act¨²an los poderes en un Estado democr¨¢tico de derecho. En todo caso, como m¨ªnimo hasta el verano, no tendremos reposo y corremos el riesgo de que las noticias del d¨ªa sean trivialmente coyunturales, m¨¢s an¨¦cdotas que categor¨ªas.

Se dice que estamos en la sociedad de la informaci¨®n y, sea esto lo que sea, todo parece indicarlo. En efecto, estamos tan excesivamente informados como mal informados, cualquiera que tenga un teclado a mano puede decir lo que quiera sin saber ni lo que dice o con la intenci¨®n de enga?ar a sabiendas: no s¨¦ cual de ambas cosas es peor. Y muchos se lo creen.

A pesar de ello, los pol¨ªticos siguen preocupados por lo que dicen las redes (una entidad ignota y cuya dimensi¨®n se desconoce) y muchas veces les responden con su mismo estilo: simple, ignorante, demag¨®gico.

El populismo ha invertido las reglas democr¨¢ticas con su demagogia y muchos han pasado a creer que son los ciudadanos, la ¡°gente¡± en el lenguaje populista, los que deben seleccionar los temas de discusi¨®n. Es justo al rev¨¦s: son los pol¨ªticos, en especial los l¨ªderes de los partidos, quienes deben escoger estos temas porque son ellos quienes deben saber cu¨¢les son los importantes.

Por ejemplo: ?a qui¨¦n le interesa la deuda p¨²blica? En los sondeos seguro que figura en los ¨²ltimos lugares, ocupando los primeros, adem¨¢s de los mismos pol¨ªticos, el paro, los salarios, la sanidad y las pensiones. Pues bien, todas estas materias que ocupan los primeros lugares dependen en buena medida del volumen de la deuda p¨²blica, que en este momento es enorme y nadie piensa en ella.

Esta es la pedagog¨ªa que se debe exigir a los l¨ªderes pol¨ªticos: explicar de forma sencilla y comprensible que los intereses que genera la deuda p¨²blica impide que se dediquen inversiones a otras materias. En definitiva, aumentar la deuda es rebajar el gasto destinado a estas materias que tanto preocupan. Lo sabemos por nuestra econom¨ªa familiar, al fin y al cabo no tan distinta.

Hay desafecci¨®n a la pol¨ªtica y a los pol¨ªticos. En estos meses tienen ocasi¨®n de rehabilitarse: m¨¢s un debate de ideas que de gestos, menos tuits y m¨¢s argumentos. Muchos ciudadanos quieren aprender y est¨¢n dispuestos a no votar a quienes les traten como tontos.

Francesc de Carreras es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional y fundador de Ciudadanos.