¡®Yesterday¡¯ otra vez
La felicidad de que buena parte de la izquierda espa?ola se haya olvidado de Franco no compensa la posibilidad de que en la derecha se act¨²e como si nadie se acordase de ¨¦l
Danny Boyle, el director de Trainspotting, aquella pel¨ªcula generacional que narraba, a modo de distop¨ªa, el impacto que tuvo el retorno de la extrema derecha a las calles de Espa?a y la conmoci¨®n del centro y su tentaci¨®n de aceptar sus votos al menos una vez ¡°para ver qu¨¦ se siente¡±, estrena una pel¨ªcula nueva que profundiza en la pol¨ªtica espa?ola: Yesterday. En ella, el mundo olvida por completo a los Beatles: no solo no recuerda que existieron, sino que no hay prueba sonora alguna de que una vez, en este planeta, hubo algo conocido con ese nombre. ?Todo el mundo? No, un m¨²sico aficionado s¨ª los recuerda perfectamente, a ellos y a Hey, Jude; Yesterday, She Loves You o Let It Be. Imaginen el fest¨ªn que se pega: como pescar con dinamita.
Al contrario que en la mencionada Trainspotting o La playa, en la que se disimulaba el retrato de la b¨²squeda del para¨ªso envuelto en pureza ideol¨®gica por parte de un joven votante de Podemos (Leonardo DiCaprio) y su desconcertante resultado, en Yesterday las claves son mucho m¨¢s obvias por grotescas. Los Beatles funcionan como met¨¢fora de Francisco Franco; de repente nadie recuerda ya al dictador, la historia de Espa?a es pasado cerrado a cal y canto, resulta imposible reabrir las heridas, no hay muertos de ¡°no s¨¦ qui¨¦n¡± en las cunetas y la Transici¨®n ha funcionado como un perfecto elixir seg¨²n el cual no hay prueba alguna de que una vez, en un lugar llamado Espa?a, existi¨® algo llamado Franco. Semejante vac¨ªo es aprovechado por un pol¨ªtico aficionado (interpretado por Himesh Jitendra Patel; por nombre podr¨ªa pensarse que milita en Vox, pero su ascensi¨®n y m¨¦todos recuerdan a Pablo Casado) que no olvida aquel pa¨ªs y muchos de sus greatests hits; imaginen su fest¨ªn.
La pel¨ªcula tardar¨¢ todav¨ªa un tiempo en llegar a la cartelera espa?ola, pero la promoci¨®n empieza a resultar insoportable. La felicidad de que buena parte de la izquierda espa?ola se haya olvidado de Franco no compensa la posibilidad de que en la derecha se act¨²e como si nadie se acordase de ¨¦l. Porque todo lo que se olvida, como sabe el m¨²sico aficionado, se repite: si no lo repites t¨², lo repiten otros. Y as¨ª se empiezan a o¨ªr los mismos discursos de entonces, la misma nostalgia de aquella moral y aquel miedo, entre la indiferencia de unos, el aplauso de otros y el horror de unos cuantos que todav¨ªa recuerdan, como un eco lejano, las viejas canciones.
El riesgo argumental de ese ¡°dejadlo todo como est¨¢ que nunca ha estado tan bien¡± y el ¡°hubo muertos en los dos bandos¡± que obvia que solo se enterraron los de uno, es que lo siguiente sea empezar a imitar aqu¨ª y all¨¢, en plan a ver si no se nota. Por eso el m¨²sico aficionado que recuerda perfectamente a los Beatles asume como suyos los votos de Vox y reclama su patente, mientras la orquesta del centro que ven¨ªa a regenerar Espa?a le planta un muro al PSOE y la puerta de Imaginarium a la extrema derecha: que pasen, pero sin hacer ruido. ¡°Ya no le quedan tumbas que visitar ni brechas que abrir entre espa?oles¡±, les dijo Casado a sus diputados en referencia a una visita del presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, a la tumba de Antonio Machado. Machado, muerto en el exilio y enterrado all¨ª, no hab¨ªa recibido nunca los honores de ning¨²n presidente; tener esos honores es abrir brechas. Casado, que pide olvidar a Franco para mirar por fin hacia delante, cada vez que abre la boca mira para atr¨¢s. Recordando otra celebrada pel¨ªcula de Boyle, Slumdog Millionaire, inspirada en sus a?os de la Cardenal Cisneros: un chico en el concurso ?Qui¨¦n quiere ser licenciado? mientras evoca con tenebrosos flashbacks los ex¨¢menes que le llevaron hasta all¨ª.
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