Deber¨ªa usted felicitarse
A CARMENA le sientan bien las ca¨ªdas. Cuanta m¨¢s fragilidad muestra, m¨¢s s¨®lida se la percibe. La rotura de un tobillo a pocos meses de las elecciones habr¨ªa sido un desastre para cualquiera que se dedicara a la pol¨ªtica. Para ella no, pues los tropiezos, incre¨ªblemente, le dan votos. Si tuviera tendencias populistas, ya se habr¨ªa arrojado por la ventana. Posee un don natural, en fin, para convertir los accidentes dom¨¦sticos en peque?as victorias sobre la adversidad. Un aviso a los antagonistas: de aqu¨ª a las municipales a¨²n puede quemarse con la plancha, electrocutarse con el secador de pelo o resbalar al salir de la ducha y quebrarse el f¨¦mur. Ese talento se tiene o no se tiene. Hay quien escribe un soneto de corrido y quien se machaca los dedos al colgar un cuadro. Dir¨¢n que no es lo mismo, pero un soneto malo hace m¨¢s da?o que un martillo.
Llevada y tra¨ªda ceremoniosamente a bordo de la silla de ruedas por sus concejales, parece una emperatriz de Lavapi¨¦s. Vale decir, en la medida en que Lavapi¨¦s opera como la figura ret¨®rica que nombra la parte por el todo, emperatriz de Madrid. Hay t¨ªtulos que nos otorgan y t¨ªtulos que conquistamos sin conciencia alguna de haberlos merecido. El fot¨®grafo ha cerrado el foco para obtener ese plano medio que deja fuera la escayola y en el que destacan el abrigo y el rostro. El primero parece una toga de fiesta de guardar que evoca su pasado. El segundo, que remite al presente, recuerda aquel dicho de Cocteau seg¨²n el cual a partir de cierta edad cada uno es responsable de su rostro. De ser verdad, deber¨ªa usted felicitarse, regidora.?
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