Garabatos
Me he acordado de los grafiteros escuchando a los implicados en el proc¨¦s
Entre las piezas tan estrafalarias como caras ofrecidas este a?o en Arco, llama la atenci¨®n la puerta pintarrajeada de un vag¨®n de metro, anunciada ir¨®nicamente por Renfe como la obra m¨¢s cara de la feria: quince millones de euros, lo que cuesta cada a?o limpiar los trenes decorados al asalto por los grafiteros. Hace d¨¦cadas se puso de moda ensalzar el ¡°arte¡± de los garabatos callejeros, hoy convertidos en una lepra de colorines que estropea fachadas, persianas y trenes sin remedio a la vista. ?C¨®mo combatir una forma de prestigioso vandalismo que concuerda con la pedagog¨ªa actual, basada en el voluntarismo y la emoci¨®n sobre cualquier forma de aprendizaje disciplinado sometido a normas objetivas? Lo que sale sin pulimento ni recato de las entra?as es siempre gloria bendita, aunque al a¨²n no modernizado le parezca y le huela como excremento. Es in¨²til buscar maestros o aprender de los cl¨¢sicos cuando cualquiera es genial por derecho de cuna. Claude L¨¦vi-Strauss llam¨® a su pol¨¦mico ensayo sobre el arte moderno El oficio perdido...
Me he acordado de los grafiteros escuchando a los implicados en el proc¨¦s. Est¨¢n educados en la misma escuela... o falta de ella. El sentimiento subjetivo por encima de las pautas interpersonales, la voluntad de los m¨ªos por encima de la ley de todos, lo que uno padece o le arrebata antes que los remilgos hist¨®ricos, econ¨®micos o los miramientos sociales. Es in¨²til limitar los arrebatos, sobre todo si halagan un ego que se pretende superior sin el m¨ªnimo m¨¦rito para ello... ¡°porque yo lo valgo¡±. Donde est¨¦n los caprichos, sobra la consideraci¨®n de los hechos. La realidad es tiran¨ªa, dictadura: fascismo. Olvidemos los modelos que orientan y refrenan, reclamemos a voz en cuello la civilizaci¨®n art¨ªstica y pol¨ªtica del garabato.
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