El descubrimiento del mundo rural
As¨ª que todo indica que en estas elecciones volveremos a ver a los candidatos recorrer el campo espa?ol para pedirles el voto
De un tiempo ac¨¢, no hay pr¨¢cticamente d¨ªa en el que no se me invite a participar en alg¨²n congreso, manifestaci¨®n o acto relacionado con el mundo rural, tanto del abandonado y en trance de desaparici¨®n como del que a¨²n boquea. El hecho de ser autor de una novela que fue pionera en hablar del abandono del campo espa?ol en un tiempo en el que pr¨¢cticamente nadie se preocupaba por ¨¦l fuera de los que lo sufr¨ªan, junto con la repentina moda informativa del tema merced a la avalancha de publicaciones firmadas por autores j¨®venes sobre la despoblaci¨®n, son las causas de todas esas invitaciones, que ¨²ltimamente rechazo, salvo excepciones, porque solo sirven para hablar sin que de ah¨ª se pase a la acci¨®n, puesto que quien podr¨ªa hacerlo no est¨¢ presente. Y, si lo est¨¢, es solo de modo figurativo, financiando esos congresos o promovi¨¦ndolos por intereses pol¨ªticos.
La proximidad de unas elecciones ha alentado esa circunstancia, y m¨¢s a la vista de los sondeos de opini¨®n, que hacen pensar que el tradicional reparto de esca?os entre los dos partidos tradicionales en las provincias consideradas rurales por el tipo de su poblaci¨®n y su actividad econ¨®mica se va a alterar por primera vez a causa de la divisi¨®n de la derecha pol¨ªtica en tres partidos, con la alteraci¨®n consiguiente de los porcentajes de votos no solo entre ellos, sino tambi¨¦n respecto a los de la izquierda, por lo que ya hemos empezado a ver manifestaciones que reivindican la dignidad del mundo rural y soluciones a sus problemas inveterados convocadas o dirigidas por algunos de esos partidos y, paralelamente, la presencia de l¨ªderes pol¨ªticos en provincias a los que durante legislaturas no se hab¨ªan asomado casi. En este mismo peri¨®dico y en la v¨ªspera de la celebraci¨®n de unas elecciones generales no muy lejanas en el tiempo, uno public¨® un art¨ªculo en el que relacionaba las veintiuna provincias espa?olas a las que ninguno de los l¨ªderes de los cuatro partidos m¨¢s importantes en votos hab¨ªa ido a hacer campa?a electoral. ¡°Y, si no lo hacen cuando se trata de pedir¡±, escrib¨ªa uno con escepticismo, ¡°menos lo har¨¢n cuando haya que dar¡±.
As¨ª que todo indica que en estas elecciones volveremos a ver a los candidatos recorrer el campo espa?ol para pedirles el voto a los se?ores Cayos que subsisten en ¨¦l y que cada vez son menos, puesto que desde la novela de Delibes a hoy han desaparecido muchos sin que hubiera relevo para rellenar sus huecos. Tengo un amigo, fundador de una asociaci¨®n fantasma de fil¨®sofos de lo rural sin obra publicada, que sostiene que lo mejor que los pol¨ªticos pueden hacer con el mundo rural es dejarlo en paz, ya que ¨¦l se basta por s¨ª solo para desaparecer sin que lo ayudemos desde las ciudades, pero me temo que aquellos no le har¨¢n caso y tomar¨¢n el campo por asalto repartiendo consejos y anunciando soluciones a sus problemas a cambio del voto como ya hemos visto hace d¨ªas en la manifestaci¨®n que en defensa del mundo rural se celebr¨® en las calles de Madrid y en la que comparecieron representantes de todos los partidos, que se declararon un¨¢nimemente comprometidos con los problemas de los agricultores, incluido el de Ciudadanos, que en el nombre ya lleva su vocaci¨®n ideol¨®gica. Aunque sorprende a¨²n m¨¢s ese otro partido que da por hecho que todos los habitantes del campo espa?ol, da igual que sea en Andaluc¨ªa que en Catalu?a, son cazadores, aficionados a los toros y enemigos de la ecolog¨ªa.
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