Una tasa fallida
El impuesto a las tecnol¨®gicas es necesario para corregir la elusi¨®n fiscal
El veto de Irlanda, Suecia, Dinamarca y Finlandia ha descartado moment¨¢neamente la implantaci¨®n de un impuesto sobre la facturaci¨®n en Europa de las grandes compa?¨ªas tecnol¨®gicas (Google, Facebook, Amazon, Airbnb o Uber). Para entender la magnitud del rechazo hay que precisar que el veto de 4 pa¨ªses se ha impuesto a la aprobaci¨®n de 23, lo que cuestiona el proceso de toma de decisiones por unanimidad que exigen las normas comunitarias. Hay que recordar que la llamada tasa Google no es un capricho de pa¨ªses como Francia, el Reino Unido o Espa?a, sino una respuesta l¨®gica y proporcionada a la pr¨¢ctica abusiva de elusi¨®n fiscal que practican las grandes tecnol¨®gicas.
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La definici¨®n de un sistema para que las tecnol¨®gicas paguen los impuestos que les corresponden queda ahora en manos de la OCDE; la organizaci¨®n debe proponer una tasa digital aplicable a todo el mundo. Pero Bruselas ha advertido, con raz¨®n, que si la organizaci¨®n no consigue su prop¨®sito, dificultado como en Europa por las presiones nacionales y empresariales, volver¨¢ a la carga con nuevas propuestas. El escaqueo tributario de las plataformas y grandes empresas digitales es una anomal¨ªa detectada y diagnosticada desde bastantes a?os atr¨¢s. Quien se opone a que los pa¨ªses de la eurozona perciban los impuestos debidos es corresponsable de reducir las recaudaciones estatales y de limitar las acciones nacionales de redistribuci¨®n a trav¨¦s de los ingresos.
Los argumentos para oponerse a una tasa Google notablemente descafeinada, puesto que al fin y al cabo solo gravaba los ingresos por publicidad de las plataformas, son de orden puramente formal y se resumen en el principio de imponer el gravamen all¨ª donde se produce y el beneficio en el lugar de la facturaci¨®n. Pero este argumento olvida que la econom¨ªa digital ha difuminado los l¨ªmites espaciales de producci¨®n y consumo. Como explic¨® la ministra de Econom¨ªa, Nadia Calvi?o, los usuarios de las redes generan valor a?adido en cuanto que los datos de los clientes son un factor de producci¨®n. Es m¨¢s probable que la respuesta de los que la rechazan se deba al temor a posibles represalias de Estados Unidos, cuya Administraci¨®n sigue una pol¨ªtica de sensibilidad comercial extrema caracterizada por el proteccionismo unilateral.
Es inadmisible que las empresas convencionales paguen en Europa el 23,5% como media en impuestos y las tecnol¨®gicas el 9,5%. Aunque algunos pa¨ªses se aprovechen hoy de la competencia tributaria desleal, tarde o temprano se cerrar¨¢n todas las puertas a la elusi¨®n fiscal. Si Suecia, Dinamarca, Finlandia o Irlanda est¨¢n preocupadas por los problemas formales de la tasa Google, que propongan c¨®mo se debe atajar la fuga de impuestos, de la que son conscientes. Si se limitan a escudarse en razones formales, est¨¢n ignorando la elusi¨®n.
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