Demoras inaceptables
Para reducir las listas de espera en sanidad es preciso aumentar los recursos y las plantillas
El modelo sanitario de cobertura universal y gratuita, que atiende las contingencias de salud de los ciudadanos en el momento en que se producen, tiene beneficios sociales incuestionables en t¨¦rminos de justicia y equidad, pero presenta un tal¨®n de Aquiles que se ha revelado muy dif¨ªcil de gestionar: las listas de espera. Dado que la demanda es variable e imprevisible y los recursos son limitados, el sistema sanitario p¨²blico se ve obligado a establecer mecanismos de prioridad para atender primero los casos m¨¢s graves y urgentes. Eso significa que aquellos que no lo son sufren demoras que var¨ªan seg¨²n los recursos disponibles y la eficiencia de cada centro.
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En tiempos de brutales recortes como los que se han producido a partir de 2012, la desproporci¨®n entre necesidades y recursos disponibles se agranda, y repercute sobre los tiempos de espera. La reducci¨®n de camas, quir¨®fanos y plantillas ha tenido como primera consecuencia una mayor demora en la atenci¨®n de los casos no urgentes. En estos momentos hay unos 600.000 pacientes pendientes de intervenci¨®n quir¨²rgica y 1,5 millones en espera de ser atendidos por un especialista. La media de espera para entrar en quir¨®fano es de 93 d¨ªas, pero esos tres meses de demora son un promedio, lo cual significa que hay pacientes que esperan mucho m¨¢s. La demora en ser atendido por un especialista es especialmente grave, pues de ella depende la posibilidad de un diagn¨®stico precoz. Que cuatro de cada diez pacientes esperen m¨¢s de dos meses es intolerable. La suma de las dos listas puede hacer que una operaci¨®n para implantar una pr¨®tesis de rodilla o de cadera se demore m¨¢s de dos a?os.
El mejor sistema sanitario pierde legitimidad si al tiempo que ofrece la mejor medicina no es capaz de gestionar importantes retrasos en patolog¨ªas que afectan a cientos de miles de personas. El tipo de dolencias no siempre son graves, pero suelen ser dolorosas y trastornan la vida cotidiana. As¨ª que las demoras producen un alto coste en t¨¦rminos de sufrimiento f¨ªsico y psicol¨®gico.
Los gestores sanitarios (y los pol¨ªticos) deben ser conscientes de que estas largas demoras repercuten muy negativamente sobre la percepci¨®n que la ciudadan¨ªa tiene de la sanidad. Los ¨²ltimos bar¨®metros en este campo revelan que est¨¢n afectando a la confianza de los ciudadanos en el sistema p¨²blico y pueden abocar a algunos de ellos a recurrir a la sanidad privada, por mucho que nunca haya sido su prioridad. Los planes de choque aplicados por distintas Administraciones auton¨®micas han permitido aliviar puntualmente esas listas, pero en cuanto cesa el plan, cesa el efecto. De la experiencia acumulada se desprende que para obtener resultados duraderos es preciso aplicar medidas estructurales, y eso solo es posible con m¨¢s eficiencia, m¨¢s recursos y m¨¢s plantillas.
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