El sentido de los zoos
Necesitamos los parques zool¨®gicos como necesitamos a los animales que viven en ellos
La fascinaci¨®n de la humanidad por los animales salvajes se pierde en la prehistoria. Una parte importante de las primeras representaciones art¨ªsticas, dibujadas y grabadas en grutas hace decenas de miles de a?os, muestran a bisontes, mamuts o rinocerontes. Nunca sabremos lo que significaban para los primeros humanos, pero s¨ª que aquellos artistas ten¨ªan un profundo conocimiento de las criaturas salvajes que les rodeaban. Poco a poco, los animales se fueron convirtiendo en s¨ªmbolos de poder: as¨ª, el Imperio Romano era capaz de arrastrar fieras a trav¨¦s del mundo conocido para utilizarlas en todo tipo de castigos y peleas para deleite del pueblo en los anfiteatros. El pan y el circo nunca fallaban.
Para reyes y pr¨ªncipes, hasta para los pont¨ªfices, poseer animales salvajes era una forma de mostrar su fuerza y su control sobre el mundo. De hecho, el Palacio de los Papas en Avi?¨®n ten¨ªa su propia casa de fieras, el antecedente de los zoos actuales, que m¨¢s o menos nacieron a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Brian Fagan cuenta en su libro The Intimate Bond (El v¨ªnculo ¨ªntimo), dedicado a la relaci¨®n entre los animales y los humanos, que los primeros zoos de Londres despertaban pasiones y que se pod¨ªa entrar gratis si uno llevaba un perro o un gato, siempre que los utilizase para dar de comer a los leones. Afortunadamente, las cosas han cambiado mucho en nuestra relaci¨®n con los bichos.
Para muchas generaciones de ni?os, antes de la era de la televisi¨®n y los documentales, los zoos eran la ¨²nica forma de ver de cerca a animales salvajes. Algunos se quedaron un poco anticuados, aunque son magn¨ªficos, como el del Jardin des Plantes de Par¨ªs. Otros, como los de Gerald Durrell en la isla de Jersey o el zoo del Bronx de Nueva York, son aut¨¦nticos centros para la reproducci¨®n de especies en peligro de extinci¨®n. Precisamente por su papel en el desarrollo del amor hacia los animales y, a la vez, por su labor esencial de conservaci¨®n, los zoos siguen teniendo sentido, siempre que cumplan ciertas condiciones, entre otras no capturar animales en la naturaleza. Poner en un callej¨®n sin salida al zoo de Barcelona, el lugar que alberg¨® al gorila albino Copito de Nieve, representa un error. Tal vez nunca debimos crear los zoos, pero no se puede volver atr¨¢s varios siglos. Los necesitamos como necesitamos a los animales que viven en ellos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.