Los delitos de la dictadura, 50 a?os despu¨¦s
En 1969, la dictadura franquista reprimi¨® con dureza la protesta en la Universidad de Madrid por el asesinato de Enrique Ruano. Hubo apaleamientos, torturas, maltratos, detenciones y expulsiones
Quiz¨¢ seamos todav¨ªa una sociedad herida por un pasado traum¨¢tico con dos fases, una brutal y breve, la Guerra Civil, y otra brutalmente disfrazada de interminable paz, la dictadura franquista. ?Est¨¢ todo curado? Solo est¨¢ en v¨ªas de curaci¨®n, con mucho trecho andado, s¨ª, pero con claras reca¨ªdas peligrosas, como les suced¨ªa a los viejos estalinistas. Estas reca¨ªdas de la derecha desorbitada de hoy son peores, y tienen antecedentes democr¨¢ticos funestos, como las dos legislaturas de Aznar y su venenosa renacionalizaci¨®n de la derecha at¨¢vica con nostalgias de tiempos mejores.
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Una persistente idea de Javier Pradera sosten¨ªa que una sociedad necesita en torno a cien a?os para quedar liberada de traumas de la magnitud de los que vivi¨® Espa?a. Nos queda a¨²n un buen tramo, entre otras cosas porque la dictadura engendr¨® una segunda tipolog¨ªa de v¨ªctimas que no fueron abatidas en guerra sino en una paz hip¨®crita: encarceladas, secuestradas, perseguidas, intimidadas, avasalladas, amenazadas, rapadas, apaleadas, multadas, maltratadas y, por supuesto, torturadas y asesinadas con la impunidad de un Estado terrorista.
Pero parece que esto es pura exageraci¨®n de yonquis del rencor antifranquista, ese viejo marxismo que no dio una, o esos nost¨¢lgicos de la utop¨ªa castrista. No es verdad: esta es una versi¨®n veraz y limpia, historiogr¨¢ficamente irreprochable, de la pr¨¢ctica real de una dictadura sostenida por el Ej¨¦rcito, con un jefe militar al frente, y objeto de admiraci¨®n apasionada de dos generales golpistas y asesinos probados, como Pinochet en Chile y Videla en Argentina. Por eso quiz¨¢ uno de los c¨¢nceres subterr¨¢neos m¨¢s corrosivos de la actualidad consiste en el coqueteo o incluso el compromiso activo con una versi¨®n light del franquismo, esas formas que eluden tocar la momia de Franco por parte de Pablo Casado, el postureo ret¨®rico de algunos dirigentes de las derechas o, por supuesto, el facher¨ªo neofranquista que antes votaba al PP como partido ¨²nico de la derecha, y ahora puede votar sin complejos a Vox. Todo son formas locales del nacional-populismo digitalizado que abandera Trump con el fin geopol¨ªtico de reproducir su discurso en Italia, en Francia o en Espa?a. Se hacen sus c¨®mplices activos al echar mano del pasado para activar un sustrato social de lealtades dormidas.
Uno de los c¨¢nceres m¨¢s corrosivos de la actualidad es el compromiso activo con una versi¨®n light del franquismo
Pero su condici¨®n estructural es otra. Para que suceda lo que sucede hoy han necesitado no solo la desfachatez unilateralista del independentismo catal¨¢n sino tambi¨¦n una subterr¨¢nea operaci¨®n de blanqueo activo del franquismo, la trivializaci¨®n de una dictadura militar y homicida, la banalizaci¨®n de sus mecanismos corruptos como v¨ªa de relegitimaci¨®n hist¨®rica. No exime a los l¨ªderes de la derecha la probable ignorancia sobre ese pasado real ni les excusa el inter¨¦s partidista del presente: precisamente por no saber demasiado bien qui¨¦n y para qu¨¦ daba el golpe de Estado de 1981, o por no tener demasiado clara la maquinaria represiva y asesina de la dictadura, est¨¢n obligados a no empantanarse en usar el pasado de forma instrumental. La frivolidad es casi peor que la trivializaci¨®n porque en esa estrategia subyace la semilla para neofascismos populistas con representaci¨®n parlamentaria, o posfascismos democr¨¢ticos en pleno capitalismo globalizado.
Tambi¨¦n la dictadura us¨® el fomento de la desinformaci¨®n. Por eso en mayo de 1969, hace cincuenta a?os, un pu?ado de valientes acudieron a la m¨¢quina de escribir anal¨®gica y redactaron 16 p¨¢ginas a un solo espacio plagadas de agravios reales, con testigos, frustraciones y muchas l¨¢grimas invisibles. O lo hac¨ªan las v¨ªctimas o nadie iba a hacerlo porque la ocupaci¨®n de la Universidad de Madrid por parte de la Polic¨ªa Armada y los agentes de paisano de la Brigada Pol¨ªtico-Social fue amplia, masiva y ol¨ªmpicamente ignorada por la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n en ¡°un vergonzoso y desolador silencio de lo que ocurre realmente en la Universidad¡±: viv¨ªan bajo el estado de excepci¨®n firmado por Franco el 25 de enero.
El documento del Sindicato Democr¨¢tico no ped¨ªa nada m¨¢s que el desalojo policial de las instalaciones y el fin de los cacheos, los apaleamientos, las detenciones, las deportaciones, los maltratos y las vejaciones de estudiantes. El estado de excepci¨®n se hab¨ªa dictado a los dos d¨ªas de que el r¨¦gimen mercadease con el cad¨¢ver de un estudiante reci¨¦n ingresado en el Frente de Liberaci¨®n Popular, Enrique Ruano. Lo hab¨ªa asesinado la polic¨ªa fabulando que se hab¨ªa precipitado por una ventana y el Abc difundi¨® disciplinadamente la versi¨®n promovida por el ministro Manuel Fraga Iribarne. Se sucedieron desde entonces deportaciones de los profesores El¨ªas D¨ªaz, Gregorio Peces-Barba, Javier Muguerza, Ra¨²l Morodo o Paulino Garagorri y detenciones instant¨¢neas de estudiantes, suspensiones de matr¨ªculas, procesamientos arbitrarios y ama?ados, condenas sin juicio previo, inhabilitaciones para ex¨¢menes, expulsiones de la universidad de por vida. Algunos pasaron de ¡°uno a cuatro meses¡± en la c¨¢rcel a la espera de ¡°que se ultimasen los tr¨¢mites de inhibici¨®n del Tribunal Militar¡±.
No exime a los l¨ªderes de la derecha la ignorancia sobre el pasado real ni les excusa el inter¨¦s partidista
Para no pecar de imprecisos ocupan hasta diez p¨¢ginas en el pormenor con nombres y apellidos como el de Arturo Mora, ¡°golpeado y torturado, siendo obligado a permanecer varias horas en cuclillas con los brazos esposados entre las piernas¡±, o Jos¨¦ Mar¨ªa Igual, forzado a permanecer durante ¡°dos y tres horas boca arriba sobre una mesa con la mitad inferior del cuerpo fuera de la misma¡±, o Miguel ?ngel Garc¨ªa Montero, ¡°torturado y golpeado en los test¨ªculos¡±. La lista de ¡°detenidos y deportados¡± incluye a Manuel de Lope, a Carlos Elordi, que tambi¨¦n es torturado y sigue en mayo detenido en Carabanchel, como tantos otros siguen encarcelados mientras redactan el informe, o ?ngel S. Harguindey, golpeado en la Direcci¨®n General de Seguridad, o Javier Valero, ¡°tres veces detenido, deportado¡±, como el mismo Enrique Camacho (que es mi generoso proveedor de esta denuncia ciclostilada).
A otros solo les proh¨ªben entrar en la Facultad, como a Enrique Curiel y a Joaqu¨ªn Arango; a Fernando Savater lo detienen tambi¨¦n, y a Manolo Rodr¨ªguez Rivero lo mandan adem¨¢s al Tribunal de Orden P¨²blico. La peor delincuencia del Estado recay¨® sobre Ruano, ¡°detenido por miembros de la Brigada Pol¨ªtico-Social, objeto de malos tratos y, por ¨²ltimo, asesinado por miembros de la social¡±; a Jos¨¦ Mar¨ªa Mohedano le cae ¡°orden de caza [SIC]y captura¡± con ¡°petici¨®n de 12 a?os de prisi¨®n¡±, mientras otros, como Jaime Pastor o Ram¨®n Ur¨ªa, con peticiones militares similares, optan por el exilio.
Pasaron muchas m¨¢s cosas en esa primavera de 1969, y entre ellas la fabricaci¨®n del nombramiento de Juan Carlos como sucesor a t¨ªtulo de Rey de Franco, a 22 de julio. Algunas de esas cosas las conmemoramos hoy con la efusiva alegr¨ªa de la gratitud hist¨®rica por hacernos la vida m¨¢s alta y m¨¢s feliz. La fundaci¨®n de las editoriales Anagrama y Tusquets, Visor y Kair¨®s es otra de esas cosas. Suced¨ªa todo exactamente ahora, mientras a los chavales se les hac¨ªa oscuro de golpe en plena primavera de 1969 y la vida se iba a pique.
Jordi Gracia es profesor y ensayista.
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