Nada
Sigo esta campa?a electoral en un estado de alerta permanente, por si acaso
Un amigo m¨ªo se comunica con sus muertos a trav¨¦s del hor¨®scopo de un peri¨®dico. Me cuenta que cada d¨ªa su madre le dice lo que tiene que hacer y ¨¦l, que jam¨¢s la obedeci¨® en vida, sigue ahora sus instrucciones al pie de la letra. Su delirio no hace da?o a nadie y a ¨¦l le permite reparar antiguos desafueros, as¨ª que nadie intenta quit¨¢rselo de la cabeza. A m¨ª tambi¨¦n me gustar¨ªa que mis difuntos me hablaran a trav¨¦s de la publicidad de la tele, pongamos por caso. Presto una atenci¨®n desmesurada a los anuncios de Coca-Cola, a la que mi madre era adicta, sin que hasta el momento haya escuchado nada que me concierna. Mi amigo dice que los mensajes de ultratumba no se deben buscar. Son ellos los que te persiguen, solo has de estar abierto a la posibilidad de que un antepasado se manifieste. Y puede hacerlo, a?ade, por medio de interlocutores que ni siquiera somos capaces de imaginar. ¡°?Por ejemplo?¡±, le pregunto. ¡°Vete a saber¡±, dice ¨¦l, ¡°quiz¨¢ a trav¨¦s de las declaraciones p¨²blicas de un pol¨ªtico¡±. Le digo que la sola idea de que mam¨¢ me contacte a trav¨¦s de Casado, Rivera, Iglesias o Abascal me pone los pelos de punta. ¡°No seas obvio¡±, dice ¨¦l, ¡°podr¨ªa ser a trav¨¦s de Puigdemont, Junqueras, Torra o el mism¨ªsimo Marcos de Quinto, ya que hablas de la Coca-Cola¡±.
Lo cierto es que el deseo de que me ocurra lo mismo que a ¨¦l me obliga a seguir esta campa?a electoral en un estado de alerta permanente, por si acaso. Ello me proporciona, cr¨¦anme ustedes, un conocimiento fuera de lo com¨²n para asegurar que todo est¨¢ lleno de nada. Pero de una nada oce¨¢nica, una nada abisal, una nada profunda, honda, inconcebible. No es que no me hablen mis muertos desde el m¨¢s all¨¢, es que tampoco los vivos me dicen nada desde el m¨¢s ac¨¢.
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