Verdades alternativas
No recuerdo haber le¨ªdo en ninguna parte un relato fiable sobre lo que ocurre en Venezuela. Sobre m¨ª se han derramado, eso s¨ª, toneladas de informaci¨®n.
NO ESCRIBO con intenciones ocultas, ni pretendo aumentar la confusi¨®n, al contrario. Simplemente, me gustar¨ªa saber la verdad. Y tal vez es culpa m¨ªa. Tal vez se han publicado grandes an¨¢lisis y me los he perdido, o no estaba viendo la cadena de televisi¨®n que emiti¨® un reportaje exhaustivo sobre el tema, o estoy tan concentrada en mi trabajo que no me entero de nada, puede ser. Pero no recuerdo haber visto, o le¨ªdo, o escuchado en ninguna parte un relato objetivo, fiable y veraz sobre las razones de la situaci¨®n que padece Venezuela.
Sobre m¨ª se han derramado, eso s¨ª, toneladas de informaci¨®n. Todos los d¨ªas leo, veo, escucho alguna. Supermercados saqueados, farmacias desoladas, enfermos que se sienten abandonados a su suerte, parturientas que cruzan la frontera para parir en C¨²cuta, ni?os peque?os que cruzan un r¨ªo a diario para estudiar en colegios colombianos, venezolanos sumidos en la desesperaci¨®n, columnas de emigrantes con las maletas a cuestas, manifestaciones de un signo, manifestaciones de otro, acusaciones cruzadas, que culpan al Gobierno, que culpan a Donald Trump, que culpan a Nicol¨¢s Maduro, que culpan a las multinacionales. Pero, e insisto en que a lo peor es culpa m¨ªa, todos los d¨ªas veo a muchos reporteros entrevistando a toda clase de gente en las calles y no recuerdo a un solo analista que se haya propuesto desentra?ar los verdaderos motivos de lo que ocurre.
Yo nac¨ª en la segunda mitad del siglo XX y recuerdo sucesos envenenados, madejas tan enrevesadas que parec¨ªan imposibles de desenrollar, la guerra de Vietnam, el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª, los territorios ocupados en Palestina, la guerra del L¨ªbano, la de Irak, Hezbol¨¢ e, incluso, mucho m¨¢s recientemente, el nacimiento del Estado Isl¨¢mico, primero Isis, luego Daesh, pero no recuerdo haber tenido nunca la sensaci¨®n que tengo ahora. Mientras aquellos acontecimientos sacud¨ªan el mundo, los diarios, las radios, las televisiones ofrec¨ªan an¨¢lisis casi diarios sobre el terreno, a menudo de urgencia, tan apresurados que a menudo resultaban err¨®neos y ten¨ªan que rectificarlos al d¨ªa siguiente, pero no se limitaban a describir los efectos de las cosas, sino que intentaban indagar en sus causas. No quiero ser injusta ni parecer radical, pero tengo la impresi¨®n de que, en el siglo XX, edad de oro del periodismo de investigaci¨®n, sabr¨ªamos qui¨¦n, o qui¨¦nes, son los culpables de los apagones, de los saqueos, de las privaciones que han provocado una desesperaci¨®n que ha terminado sembrando las calles de cad¨¢veres.
Ahora s¨®lo tenemos acceso a las versiones partidistas de la poblaci¨®n de Venezuela. Nos dan a elegir entre creer a un m¨¦dico que dice que no tiene ni mercromina para curar a sus pacientes, o creer a un estudiante que dice que ¨¦l jam¨¢s habr¨ªa podido acceder a la Universidad si no se hubiera producido la revoluci¨®n bolivariana. En apariencia es un enfoque equitativo, pero no resuelve nada, porque lo m¨¢s probable es que ambos, el m¨¦dico y el estudiante ¡ªlas mujeres venezolanas s¨®lo interesan a las c¨¢maras cuando hacen cola para comprar pan, pero esa es otra historia¡ª, digan la verdad. La cuesti¨®n no es que sean o no sinceros, sino qu¨¦ ha pasado para que su verdad resulte interesante para los medios de comunicaci¨®n de todo el mundo. Y eso, quienes son los responsables de lo que est¨¢ pasando y por qu¨¦ ha llegado a pasar, es lo que no sabemos con certeza.
No aspiro a una historia de buenos y malos. Tampoco a exculpar o incriminar a un Gobierno que ha hecho muchas cosas mal. Seguramente tantas como las fuerzas de la oposici¨®n, porque a una situaci¨®n como ¨¦sta dif¨ªcilmente se llega por los errores de uno solo. Pero entre quienes le echan la culpa exclusivamente al Gobierno por la hiperdevaluaci¨®n de la moneda, y quienes advierten que el desabastecimiento se debe a que los venezolanos pobres ahora son m¨¢s ricos y consumen m¨¢s, me resulta imposible discernir entre la verdad y la propaganda.
M¨¢s all¨¢ de ese punto, no estoy segura de nada. Y ya s¨¦ que las mentiras que el p¨²blico quiere creer que son ciertas, esas que ahora se llaman verdades alternativas, definen el siglo XXI, pero no me resigno.
Porque me gustar¨ªa saber la verdad, la ¨²nica, la otra, la de siempre.?
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