Justicia en Bosnia
La condena a Karadzic en La Haya es una advertencia sobre el poder del odio
La justicia internacional ha confirmado la condena por genocidio, cr¨ªmenes contra la humanidad y cr¨ªmenes de guerra contra Radovan Karadzic, el l¨ªder pol¨ªtico de los serbios de Bosnia durante la guerra en este pa¨ªs balc¨¢nico, e incluso ha elevado su condena de 40 a?os a cadena perpetua. La sentencia definitiva del Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia, con sede en La Haya, sienta un precedente muy importante porque considera que el responsable intelectual de las atrocidades cometidas en los Balcanes en los a?os noventa es tan culpable como aquellos que las ejecutaron, que no hace falta apretar un gatillo para ser un asesino de masas y un genocida.
Ese concepto, que la sentencia llama ¡°empresa criminal conjunta¡±, es aplicable a otras guerras y a otros cr¨ªmenes, como los que han ocurrido en la guerra de Siria. El mal que despleg¨® Radovan Karadzic, pseudopoeta y psiquiatra, no fue nada banal. La sentencia prueba que, junto al jefe militar Ratko Mladic, no se limit¨® a cumplir ¨®rdenes, sino que las dio, siendo plenamente consciente de la muerte y el sufrimiento que provocaban.
La sentencia de segunda instancia, que ratifica la condena emitida por el tribunal en 2016, tambi¨¦n es muy importante porque fija algo parecido a la verdad sobre lo que ocurri¨® en Bosnia entre 1992 y 1995: una campa?a perfectamente planificada para expulsar a musulmanes y croatas de sus tierras, mediante el terror, el asesinato y la violaci¨®n sistem¨¢tica; ataques deliberados contra civiles durante el cerco de Sarajevo y, por encima de todo, el genocidio en Srebrenica. Se trata del crimen de cr¨ªmenes, porque constituye el intento de exterminar a personas por el solo hecho de formar parte de un grupo ¨¦tnico y apenas existen precedentes reconocidos por la justicia internacional.
Que un crimen as¨ª se produjese en Europa en los a?os noventa ante los ojos del mundo y con tropas internacionales sobre el terreno representa una advertencia indeleble de que nunca se puede bajar la guardia cuando el odio empieza a circular y asentarse. Antes de llegar a las fosas comunes de Srebrenica se cre¨® un clima de deshumanizaci¨®n hacia los musulmanes, sin el que las atrocidades posteriores nunca se hubiesen podido cometer.
La verdad que establece la sentencia est¨¢ muy lejos de ser reconocida de forma universal: Karadzic sigue siendo un poderoso s¨ªmbolo para aquellos que se dedican a propagar el odio contra el islam ¡ªel asesino de 50 personas en dos mezquitas de Nueva Zelanda lo citaba en el repugnante manifiesto en el que justific¨® su crimen¡ª, y sigue siendo venerado por una parte de la poblaci¨®n serbia. Este hecho indica que, si bien la justicia internacional ha dicho su ¨²ltima palabra sobre Karadzic, la lucha contra el odio no puede detenerse. Y no solo en los Balcanes.
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