Tecnolog¨ªa vasca para limpiar playas africanas
Una m¨¢quina recicladora de pl¨¢sticos ideada en un centro de FP de Vizcaya ha unido a un grupo de estudiantes vascos con otro de Senegal
La playa de Gandiol,?un pueblo pesquero y humilde de la regi¨®n senegalesa de Saint Louis, se ve en los folletos tur¨ªsticos como un para¨ªso de aguas brillantes y arena blanca. En la vida real, los desperdicios se acumulan desde la orilla hasta las primeras casas: restos de botellas, bolsas, envoltorios de toda ¨ªndole... Entre la porquer¨ªa que tiran los vecinos despreocupados y la que llega procedente del mar, arrastrada hasta all¨ª desde otros lugares, la suciedad se est¨¢ convirtiendo en una pesadilla que nunca acaba.?
Este problema no pasa desapercibido para todos los habitantes, especialmente para los j¨®venes que suelen participar en las actividades culturales y educativas de Hahatay, un proyecto de desarrollo social y educativo fundado y bien arraigado en el mismo Gandiol. Estos chicos y chicas, la mayor¨ªa estudiantes, llevan a cabo charlas de sensibilizaci¨®n y batidas de limpieza, y tambi¨¦n se han acostumbrado a reciclar casi cualquier tipo de material, incluso para construir edificios: su aula de radio, a partir de neum¨¢ticos es el mejor ejemplo. Pero de poco sirven estas acciones; faltan recursos p¨²blicos como camiones de recogida, falta educaci¨®n ambiental entre la vecindad... Falta de todo.
Ante una situaci¨®n as¨ª, cualquier herramienta, idea o soluci¨®n es bienvenida y una de ellas es la que ha puesto en marcha un grupo de alumnos del Centro de Formaci¨®n de Somorrostro, en la localidad vizca¨ªna de Muskiz. Est¨¢n a m¨¢s de cuatro mil kil¨®metros de Gandiol, pero tambi¨¦n viven de cara al mar y conocen su valor. Sin moverse de Euskadi, van a echar una mano para dar una segunda vida a la basura que mancha este pueblo senegal¨¦s.
La iniciativa de los estudiantes vascos ha sido unirse a Precious Plastic, una comunidad global e internacional fundada en 2013 por Dave Hakkens, joven dise?ador holand¨¦s preocupado por el impacto de la contaminaci¨®n en el planeta. Cinco a?os m¨¢s tarde, cientos de personas de todo el mundo han puesto en marcha su propio taller. Entre ellas, 11 en Espa?a. Su punto de encuentro es una p¨¢gina web desde la que se trabaja para encontrar una soluci¨®n a la contaminaci¨®n pl¨¢stica compartiendo conocimientos, herramientas y t¨¦cnicas de forma gratuita. El logo, una bolsa de pl¨¢stico blanca atada a un palo a modo de bandera, dice mucho del esp¨ªritu de esta comunidad.
V¨ªdeo explicativo de la iniciativa Precious Plastic.
"Fue Hahatay. Ellos se acercaron a Somorrostro para pedir ayuda para llevar a cabo el proyecto", rememora Sof¨ªa Juanes, profesora del ciclo de educaci¨®n y control ambiental de Somorrostro. El centro educativo posee instalaciones ampl¨ªsimas que incluyen talleres repletos de m¨¢quinas y materiales que se pueden utilizar libremente. Pero, salvo en horario de clases, suelen estar en desuso. "Ellos conoc¨ªan los modelos de Precious Plastic y nos propusieron que intent¨¢ramos construirlas para luego llevarlas a Gandiol", cuenta la maestra.
Dicho y hecho, los profesores elaboraron un plan y lo presentaron a los alumnos, y estos se estudiaron los planos y t¨¦cnicas necesarias para construir la recicladora que propone Precious Plastic. Est¨¢ compuesta de cuatro dispositivos realizados con materiales b¨¢sicos ¡ªcasi todos reciclados¡ª, y son f¨¢ciles de elaborar si se poseen conocimientos b¨¢sicos de mec¨¢nica y electricidad. El coste aproximado de un juego completo ha sido de unos dos mil euros que ha asumido el centro educativo como parte de su labor social.
Una ma?ana despejada de mediados de marzo, Sof¨ªa Juanes, otros maestros y 15 alumnos de Somorrostro reciben a Assane, Fatu, Cheikh, Ndeye, Birane, Khadim y Diarra. Son siete estudiantes procedentes de Gandiol y habituales en las actividades de Hahatay. Han viajado hasta Espa?a para participar durante una semana en diversos programas educativos, culturales y sociales de la mano de la ONG y de su contraparte en Espa?a, la asociaci¨®n Sunu Xarit Aminata. Por supuesto, no puede faltar una visita a quienes est¨¢n colaborando con ellos en la distancia. "Cuando les hemos dicho que ven¨ªa aqu¨ª gente de Senegal, se han alegrado de poder conocer a los que luego van a utilizar estas m¨¢quinas", dice Juanes sobre sus alumnos.
Los j¨®venes de Gandiol y de Muskiz , todos rondando la veintena, se re¨²nen en torno a diversas mesas en una de las aulas del centro educativo. Predomina la timidez en los primeros momentos, pero pronto se rompe el hielo gracias a las actividades que han preparado los maestros. La diferencia idiom¨¢tica no es un problema porque algunos de los africanos saben espa?ol y quien m¨¢s o qui¨¦n menos, chapurrea el franc¨¦s. Lo que no se entiende, se arregla con gestos, y para la hora del recreo ya se sienten todos como en casa.
Este proyecto sirve para que los alumnos tengan su propio reto
Sof¨ªa Juanes, profesora
Tras un breve tentempi¨¦, los alumnos vascos conducen a los senegaleses hacia los talleres donde est¨¢n construyendo las cuatro m¨¢quinas para explicar el proceso y el funcionamiento. Son una trituradora para convertir los residuos pl¨¢sticos en fragmentos peque?os, una extrusora, que los moldea, una inyectora, que los calienta e inyecta en el molde del objeto que se quiera conseguir y una compresora que presiona ese pl¨¢stico caliente dentro de dicho molde. Un vistazo a las creaciones de quienes ya se han puesto manos a la obra en todo el mundo, desde Indonesia hasta Serbia, pasando por Espa?a, da una idea de sus posibilidades: fundas para tel¨¦fonos m¨®viles, boles y utensilios varios de cocina, baldosas para suelos y paredes, joyer¨ªa, muebles...?
Una vez lleguen los artefactos a Senegal, el objetivo es organizar un trabajo de recogida, limpieza y clasificaci¨®n de los pl¨¢sticos para luego reciclarlos con las m¨¢quinas y transformarlos en otros objetos que se puedan usar como tejas, sillas, banquetas, mesas, baldas, tiradores de puertas¡ "Elementos que sean ¨²tiles all¨ª para utilizarlos en otras cosas que se est¨¢n haciendo: Se est¨¢n construyendo muchas escuelas, por ejemplo", abunda Sof¨ªa Juanes.
Para llevar a cabo este proyecto colaborativo se han implicado ocho alumnos de educaci¨®n ambiental, ocho del m¨®dulo de construcciones met¨¢licas y soldadura y toda la clase ¡ªunos 20 estudiantes¡ª de sistemas el¨¦ctricos. Tambi¨¦n se han involucrado miembros del ciclo de prevenci¨®n de riesgos laborales. "Hacen falta todos. Los de soldaduras ya tienen parte del armaz¨®n hecho y ahora es el turno de los de electricidad, pues falta acoplar lo el¨¦ctrico para que funcionen la m¨¢quinas", describe Juanes. Los de prevenci¨®n de riesgos laborales analizan qu¨¦ tipo de peligros podr¨ªan correr las personas que se pongan delante de la m¨¢quina para elaborar unas instrucciones de seguridad y los de educaci¨®n ambiental han estudiado en qu¨¦ se pueden convertir los siete tipos de pl¨¢sticos que existen y cu¨¢les dan los mejores resultados.
Sobre la marcha, alumnos y profesores han detectado que algunos de los croquis utilizados tienen partes mejorables, y pretenden actualizarlos porque ya se est¨¢n planteando repetir la experiencia el pr¨®ximo curso. "Este proyecto sirve para que los alumnos tengan su propio reto. Les decimos que ellos pueden mejorarlo porque saben m¨¢s y pueden hacerlo mejor. Y lo intentan".
Las clases en el centro de formaci¨®n profesional de Somorrostro acabar¨¢n en mayo, y esto quiere decir que quedan dos meses escasos para culminar el trabajo. Luego habr¨¢ que decidir c¨®mo se env¨ªa todo hasta Senegal. "Creo que les est¨¢ gustando, est¨¢n entusiasmados", opina Juanes.
Entusiasmados se muestran al final de la jornada cuando los maestros de Somorrostro proponen despedirse bailando. Han pasado las horas previas inmersos en debates muy serios sobre c¨®mo reducir el uso del pl¨¢stico en la vida diaria, y todos tienen ganas de un poco de diversi¨®n. Un alumno se arranca a tocar el acorde¨®n y una profesora la pandereta. Los anfitriones interpretan m¨²sica tradicional vasca, pero acaban cantando a voces y mucha guasa La gallina turuleca. Luego, al contrario: los invitados hacen sonar en el ordenador del aula algunas de sus canciones favoritas y sacan a bailar a todo el que pueden. Y, as¨ª, danzando, acaba la visita.
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