Adobe, botellas de pl¨¢stico y toneladas de ilusi¨®n
Con materiales reciclados y recuperando el uso de la arcilla, el colectivo Hahatay inaugura una escuela infantil y avanza en la construcci¨®n del Centro Cultural Aminata en Gandiol (Senegal)
El alba?il Ndaga Diagne maneja la pala con destreza. En un agujero con arcilla mezclada con agua va removiendo arena y paja. Despu¨¦s, llena un cubo con la pastosa sustancia y, con la ayuda de un molde de madera y sus propias manos, fabrica ladrillos de adobe. A escasos cinco metros, Pape Ali y sus dos ayudantes alumbran baldosas. Un poco de ¨®xido rojo, algo de cemento negro y un pu?ado de arena blanca son la estructura b¨¢sica del azulejo que luego comprimen con la prensa hidr¨¢ulica. Y, justo al fondo, el carpintero Saliou Sidib¨¦ se encarama a una estructura de madera y coloca la traviesa del techo. A simple vista podr¨ªa parecer que est¨¢n construyendo un edificio, pero en realidad lo que hacen es dar forma corp¨®rea a un sue?o alimentado por cientos de personas en Gandiol, un peque?o pueblo del norte de Senegal a escasos 20 kil¨®metros de la ciudad de Saint Louis.
Desde aqu¨ª parti¨® un d¨ªa en cayuco el joven Mamadou Dia rumbo a Canarias, atra¨ªdo por las brillantes luces de Europa. Sin embargo, ocho a?os despu¨¦s y tras trabajar en Murcia como mediador intercultural y haber escrito?3.052, un libro en el que contaba sus peripecias, sus sue?os y tambi¨¦n sus decepciones, aquel joven decidi¨® volver, convencido de que la emigraci¨®n no era la respuesta y de que ?frica deb¨ªa desarrollar todo su potencial a partir de algo tan esencial como la formaci¨®n. Lleg¨® cargado de ideas y se puso manos a la obra.
As¨ª naci¨® Hahatay, sonrisas de Gandiol, un proyecto de desarrollo local y educaci¨®n que hunde sus ra¨ªces en este peque?o pueblo de Senegal pero al que le han salido ramas que llegan hasta Espa?a. Junto a decenas de senegaleses sobre el terreno y espa?oles que donaban fondos o ven¨ªan a arrimar el hombro en campos de trabajo, Dia logr¨® construir dos gallineros para una cooperativa de producci¨®n av¨ªcola, apoyar los estudios de 25 ni?os del pueblo y reformar el espacio donde las mujeres procesan el pescado. En ello estaban cuando les contact¨® Ndeye Fatou Sarr, la maestra de educaci¨®n infantil que en 2014 fue asignada a Gandiol.
"Cuando empec¨¦ a dar clase a los m¨¢s peque?os, no ten¨ªamos ni siquiera un aula, les ense?aba debajo de un ¨¢rbol. Era el mes de noviembre y hac¨ªa mucho fr¨ªo, as¨ª que con mi dinero constru¨ª una caseta de madera, pero aquello era insuficiente y muy precario", recuerda. La maestra habl¨® con Mamadou Dia y este decidi¨® construir un aula de infantil en el terreno adquirido por Hahatay. Para ello decidi¨® usar un material insospechado: 7.000 botellas de pl¨¢stico rellenas de arena con un revestimiento de adobe. Granito a granito y gracias a la colaboraci¨®n de unos 80 voluntarios, la escuela fue cogiendo altura hasta que el pasado 2 de enero abri¨® sus puertas. Hoy, 48 ni?os de entre tres y seis a?os aprenden educaci¨®n musical, psicomotricidad, higiene y un poquito de lengua y matem¨¢ticas sin tener que pasar fr¨ªo, exponerse al sol o esperar a que pare la lluvia. "Estoy tan contenta que casi no me lo puedo creer", asegura Ndeye Fatou Sarr.
Tras ocho a?os en Europa, Mamadou Dia decidi¨® volver, convencido de que la emigraci¨®n no era la respuesta y de que ?frica deb¨ªa desarrollar todo su potencial a partir de algo tan esencial como la formaci¨®n
La cosa no se par¨® ah¨ª. Justo detr¨¢s de la escuela ya apunta maneras el que es, por ahora, el proyecto estrella de Hahatay y en el que una decena de obreros se afana sin descanso. Se trata del centro Sunu Xarit Aminata, un edificio dividido en cuatro partes que pretende animar la vida cultural y juvenil de Gandiol. Los primeros planos del proyecto fueron concebidos por la arquitecta vasca Nerea P¨¦rez-Arr¨®spide Navallas, amiga de Dia que, siguiendo la costumbre local, hab¨ªa sido rebautizada con el nombre de Aminata. Sin embargo, un tr¨¢gico suceso sacudi¨® los cimientos de la iniciativa.
La joven falleci¨® en un accidente de tr¨¢fico en septiembre de 2015 y lo que pudo haber sido el fin de una idea se convirti¨®, parad¨®jicamente, en su impulso definitivo. Los amigos y familiares de?P¨¦rez-Arr¨®spide Navallas hicieron suya la iniciativa y, usando el nombre que le dieron en Senegal, crearon la Asociaci¨®n Aminata para la Educaci¨®n y la Cultura. El centro cultural, que abrir¨¢ sus puertas en octubre de este a?o, se llamar¨¢ Sunu Xarit Aminata (Nuestra amiga Aminata).
"Fue en el funeral de Nerea en Bilbao", recuerda su hermana Ainhoa. "All¨ª estaban familiares y amigos y decidimos hacer realidad el proyecto por el que tanto hab¨ªa luchado". A partir de los dibujos originales en los que ya se recog¨ªa la idea del centro y aspectos como la construcci¨®n con adobe y la ventilaci¨®n natural, las arquitectas Ana Mart¨ªn y Thaisa Comelli recogieron el testigo y levantaron los planos, contando siempre con el apoyo de Roc¨ªo Alonso y el aparejador Paco Campos. Tras sucesivos viajes y estancias en Gandiol, la obra arranc¨® en marzo y comenz¨® a tomar cuerpo en junio pasado. "Fue el momento m¨¢s dif¨ªcil, en pleno mes de ramad¨¢n y en ¨¦poca de lluvias, pero las cosas empezaron a funcionar".
Cuando empec¨¦ a dar clase a los m¨¢s peque?os, no ten¨ªamos ni siquiera un aula, les ense?aba debajo de un ¨¢rbol Ndeye Fatou Sarr, maestra?
En la actualidad son los tambi¨¦n arquitectos Adriano Redondo y D¨¦borah Cohen, llegados a Senegal en diciembre, quienes se encargan de supervisar los trabajos. Con un entusiasmo contagioso, Redondo explica: "Es la primera direcci¨®n de obra que llevamos, aqu¨ª las cosas son muy diferentes, existen planos, pero muchas decisiones se toman en la obra sobre la marcha. Por ejemplo, en Senegal la cimentaci¨®n no suele ser muy s¨®lida y nosotros hemos insistido mucho en ella". Sonr¨ªe cuando recuerda los problemas surgidos con el adobe, el material escogido para la construcci¨®n. "Pese a que funciona mejor desde el punto de vista t¨¦rmico, el uso del adobe se est¨¢ perdiendo, la gente construye con hormig¨®n, por eso hemos ido aprendiendo a medida que ¨ªbamos avanzando", agrega Cohen.
Conseguir el dinero necesario no ha sido f¨¢cil. Si en un primer momento se calcul¨® que har¨ªan falta 50.000 euros, finalmente la cantidad qued¨® fijada en 80.000, de los que 65.000 se han obtenido en un tiempo r¨¦cord. Roberto Miguel y Ainhoa P¨¦rez-Arr¨®spide Navallas, con el incansable apoyo de Periko y Elena, los padres de Nerea, consiguieron implicar a cientos de personas en Espa?a. "Ha sido la parte m¨¢s bonita", explica la joven, "pr¨¢cticamente todo el dinero, salvo una subvenci¨®n del Ayuntamiento de Sang¨¹esa, se ha conseguido de donaciones privadas y de recaudaci¨®n mediante eventos: conciertos, comidas solidarias, un taller de mandalas, carpas en fiestas, mercadillos, batucadas¡ Hemos hecho de todo".
Si en Espa?a muchos han arrimado el hombro, en el terreno la clave ha sido el proceso participativo, que ha incluido la capacitaci¨®n de los j¨®venes de Gandiol a la vez que iban acometiendo los trabajos de construcci¨®n, la celebraci¨®n de jornadas de acci¨®n comunitaria en la que los vecinos se acercaban a la obra y contribu¨ªan en lo que pod¨ªan, apropi¨¢ndose del proyecto, y las visitas a asociaciones y colectivos de la zona para escuchar e integrar sus propuestas. Y tambi¨¦n est¨¢n Irene S¨¢nchez, siempre en movimiento, y el vers¨¢til Pablo Cobo, tanto para un roto como para un descosido, Natxo Iruarrizaga ¡ªque se ha encargado de la p¨¢gina web y las redes sociales¡ª, Laura Feal ¡ªpendiente de todo¡ª y decenas de entusiastas de ambas orillas como Pape Diop, Assane Dia y tantos y tantos otros.
Si en Espa?a muchos han arrimado el hombro, en el terreno la clave ha sido el proceso participativo
Solo falta un peque?o empuj¨®n y ocho meses de trabajo para que el Centro Cultural Sunu Xarit Aminata sea por fin una realidad. "Est¨¢ compuesto por cuatro espacios en los que habr¨¢ una sala polivalente, una biblioteca, aulas, la administraci¨®n del centro y una emisora, Radio Gandiol, un proyecto experimental de radio libre", explica Mamadou Dia. "Fue como una luz que apareci¨® en mi vida", asegura Ainhoa P¨¦rez-Arrospide. "Mis padres han tenido miedo de que est¨¦ viviendo la vida de mi hermana, pero yo les digo que no, que es mi vida. Es cierto que todo nace de su idea, pero ahora puedo decir que es nuestra, de todos los que se han sumado. Esa es la magia de este proyecto".
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