No llores por ti, Argentina
Los problemas hist¨®ricos del pa¨ªs sudamericano tienen mucho que ver con pol¨ªticas populistas como las que hoy est¨¢n en boga o pretenden estarlo en tantos lugares
An¨ªbal Troilo es el bandoneonista m¨¢s notable de la historia del tango. Hablo del tanto milonguero, a un tiempo popular y sinf¨®nico, ajeno a los excesos gimn¨¢sticos que se exhiben para el turismo. Aprovech¨¦ un viaje a R¨ªo de la Plata, antes de asistir al Congreso Internacional de la Lengua, para hacer escala en el Marab¨², un viejo cabaret donde Troilo triunf¨® durante a?os, reabierto ahora gracias a la iniciativa de Joe Fish, mecenas dedicado a mantener viva la tradici¨®n de esa danza emblem¨¢tica del mestizaje cultural. Proyectaron en la antigua sala de baile un documental sobre su historia y al mostrar algunas im¨¢genes del general Per¨®n gran parte de la audiencia prorrumpi¨® en aplausos. No eran antiguos montoneros ni militantes justicialistas sino ciudadanos m¨¢s bien provectos, cantantes, m¨²sicos y bailarines que un d¨ªa brillaron bajo los focos del local. Celebraban con nostalgia los d¨ªas de una Argentina que recordaban mejor frente a la depresi¨®n econ¨®mica y an¨ªmica que el pa¨ªs padece hoy.
Hay sectores que piensan que un peronismo suave les servir¨ªa para mantener los privilegios de que disfrutan
Conoc¨ª a Per¨®n cuando viv¨ªa exiliado en el Madrid de los a?os sesenta. Cuantas veces convers¨¦ con ¨¦l me pareci¨® un pragm¨¢tico sin principios ni ideolog¨ªa, con un instinto casi animal sobre los requerimientos del poder, pero tambi¨¦n una persona amable y hasta c¨¢lida en su relaci¨®n con los dem¨¢s. Hablaba sin premura y escuchaba con atenci¨®n. Nada denotaba en ¨¦l la violenta pasi¨®n que le hab¨ªa llevado a dirigir los destinos de su pa¨ªs y a fundar un movimiento que ha condicionado durante d¨¦cadas toda la pol¨ªtica del mismo.
Macri ha abierto la Argentina al mundo tras un largo periodo de sue?os de autosuficiencia
En medio de la plaga populista que amenaza la continuidad de la democracia en tantas latitudes, el reencuentro con el fantasma del peronismo permite analizar los efectos a largo plazo de las pol¨ªticas basadas en la demagogia y el despilfarro del dinero p¨²blico. Este se produce bajo la suposici¨®n de que puede gastarse impunemente porque al fin y al cabo no es de nadie, seg¨²n dijo en su d¨ªa nada menos que nuestra vicepresidenta del Gobierno.
Como consecuencia de mantener un modelo econ¨®mico y social que adem¨¢s de impagable es cada vez m¨¢s insuficiente, Argentina se ve sumida en una grave situaci¨®n que no ha de mejorar por lo menos en el plazo de muchos meses, desde luego no antes de las pr¨®ximas elecciones. El presidente Macri, acusado de no haber hecho las reformas estructurales que prometi¨®, ha declarado repetidas veces que hay que dar tiempo al tiempo pues los problemas del pa¨ªs duran ya m¨¢s de setenta a?os y no han de resolverse en una legislatura. Desde fecha tan lejana el enso?amiento peronista, fruto de un ideario t¨ªpicamente neofascista, ha sido el principal obst¨¢culo para la modernizaci¨®n del pa¨ªs. En esto apenas se diferencia del franquismo y su Movimiento Nacional Sindicalista. Con el transcurso del tiempo, sus l¨ªderes han procurado mantener una cierta unidad de acci¨®n en medio de la fragmentaci¨®n casi esquizofr¨¦nica del partido, potenciada por ambiciones personales y divisiones ideol¨®gicas entre las que reluce la arrogancia injustificada de nuevos int¨¦rpretes del pensamiento marxista.
Si Macri no ha sido capaz de implementar sus promesas se debe en gran medida a su endeblez parlamentaria pues no controla la mayor¨ªa del Congreso. Pero tambi¨¦n a sus deseos de aplicarlas de una forma gradual, m¨¦todo que no logra complacer a nadie. En su haber cuenta empero con contribuciones notables al proceso de institucionalizaci¨®n de la democracia: ha promovido la independencia de los tribunales y amparado la lucha contra la corrupci¨®n; ha abierto la Argentina al mundo tras un largo periodo de sue?os de autosuficiencia y pretende encabezar una alianza regional, bajo el nombre de Prosur, que evite el contagio de las pol¨ªticas bolivarianas. Pero su pol¨ªtica econ¨®mica no ha logrado detener la inflaci¨®n ni generar confianza en los inversores. Sus intentos de modernizaci¨®n chocan por eso no solo con la presi¨®n del justicialismo. La poblaci¨®n en general se muestra desencantada tras el descenso del producto nacional y el aumento de la pobreza. La inflaci¨®n se ha disparado y la devaluaci¨®n de la moneda respecto al d¨®lar es ya del cien por cien respecto a la cotizaci¨®n de hace un a?o. Una pol¨ªtica gradualista del Gobierno a la hora de implementar los cambios que afecten al sistema de protecci¨®n social ha generado tanto la animadversi¨®n de los peronistas, opuestos a cualquier recorte que afecte a los subsidios, como de importantes sectores del empresariado, prisioneros de un sentimiento corporativista y con lazos de adhesi¨®n al poder solo en tanto este les favorezca. Piensan que un peronismo suave, como el que podr¨ªa representar el casi octogenario Roberto Lavagna, exministro de Econom¨ªa con N¨¦stor Kirchner, servir¨ªa para obtener cierta estabilidad manteniendo los privilegios de los que disfrutan.
Pero se equivocan. No puede haber suavidad ni moderaci¨®n entre quienes juzgan que el fin justifica los medios o quienes reclaman justicia contra lo que consideran la opresi¨®n del Estado de derecho. Los problemas hist¨®ricos de Argentina tienen mucho que ver con pol¨ªticas populistas como las que hoy est¨¢n en boga o pretenden estarlo en tantos lugares. Se trata de un pa¨ªs con enormes desigualdades, y sus inmensas riquezas naturales no parecen suficientes para contrarrestar el clientelismo de la clase pol¨ªtica, cuya rapi?a rara vez ha sido perseguida. Los repetidos intentos de modernizaci¨®n protagonizados por la Uni¨®n C¨ªvica Radical, quiz¨¢s el partido m¨¢s respetable desde el punto de vista de la defensa de la institucionalidad democr¨¢tica y las libertades individuales, se estrellaron contra el fen¨®meno de la hiperinflaci¨®n que ha acabado casi por ser rutina. La resistencia a las pol¨ªticas de ajuste que permitan una estabilidad cambiaria no han hecho sino empeorar las consecuencias de que el ajuste, al no ser controlado por el poder pol¨ªtico, llegue al fin brutalmente de la mano de la inflaci¨®n y la devaluaci¨®n cambiaria.
Un paseo por las calles de Buenos Aires, fuera del entorno privilegiado de los barrios pudientes, es suficiente para comprender el drama humano que la fr¨ªa narraci¨®n de este fen¨®meno esconde. El drama se acent¨²a a¨²n m¨¢s en las ciudades del interior y conmueve las conciencias, incluidas las m¨¢s impermeables al dolor ajeno. Tambi¨¦n, claro est¨¢, la del sucesor de la silla de Pedro, el papa Francisco, antiguo arzobispo de Buenos Aires y motejado de peronista no sin motivo.
En resumen, pese a sus grandes proclamas demag¨®gicas, el populismo, a lo largo ya de d¨¦cadas, ha logrado convertir uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos de Am¨¦rica, con altos niveles de educaci¨®n y una capacidad creativa de sus ciudadanos fuera de lo normal, en uno de los m¨¢s atrasados y antiguos desde el punto de vista de sus estructuras sociales. En ocasiones o¨ª al expresidente de Uruguay, Julio Mar¨ªa Sanguinetti, que en el mundo hay pa¨ªses desarrollados y subdesarrollados, y que luego est¨¢n Jap¨®n, que nadie sabe por qu¨¦ es un pa¨ªs desarrollado, y la Argentina, que nadie sabe por qu¨¦ es subdesarrollado. No es justo este calificativo, sino en todo caso el de pa¨ªs en v¨ªas de desarrollo. Y tampoco resulta dif¨ªcil describir las causas de su penuria: se llaman populismo justicialista, es decir, peronismo. La suposici¨®n de que una cosa as¨ª pertenece por derecho propio a las se?as de identidad de un pueblo es simplemente una falacia.
Desde la crisis de los a?os treinta y el famoso Cambalache, el mundo del tango no ces¨® de protestar por la situaci¨®n. Y entre las muchas canciones que Troilo no pudo interpretar por culpa de la censura de los militares se encuentra una firmada por Roberto D¨ªaz cuya estrofa final parece escrita para este momento: Pa¨ªs, es hora de entender que un pueblo sin crecer no puede ser feliz. Argentina tiene derecho y necesidad de seguir abri¨¦ndose al mundo y el mundo debe aprender a confiar en el futuro de Argentina. De otro modo, en la patria de Sarmiento y Jorge Luis Borges, la de Ernesto S¨¢bato y Julio Cort¨¢zar, la ret¨®rica pueril del elogio a Evita y a sus descamisados, tan refulgente para los espect¨¢culos musicales, acabar¨¢ por corroer de nuevo las instituciones democr¨¢ticas y la limpieza de la Administraci¨®n.
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