El voto desafecto
Los m¨¦todos cl¨¢sicos de publicidad pol¨ªtica han sido sustituidos por un marketing viral que s¨®lo busca el golpe de efecto m¨¢s inesperado, transgresor y chocante
La carrera de argumentos, purgas y fichajes de la precampa?a electoral ha creado un clima de histeria que para ciertos observadores tiene mucho de infantilizaci¨®n, como si los pr¨®ximos comicios no fueran un asunto muy serio sino un juego de ni?os que pelean y se cambian cromos. Pero la explicaci¨®n de este trastorno es muy simple: ante la volatilidad de unos electores cada vez m¨¢s imprevisibles, que se resisten a votar a los partidos tradicionales, se han fragmentado y multiplicado las candidaturas, a la vez que se intensifica la competencia entre ellas. Y esta excesiva competitividad electoral ha llevado a los estrategas de campa?a a renunciar a los m¨¦todos cl¨¢sicos de publicidad pol¨ªtica, que ponderaban las virtudes de los productos que anunciaban (las pol¨ªticas p¨²blicas ofertadas por los candidatos) para sustituirlos por un marketing viral que s¨®lo busca el factor sorpresa del golpe de efecto m¨¢s inesperado, transgresor y chocante, de inmediata propagaci¨®n por las redes digitales. De ah¨ª que se recurra al fichaje de candidatos estramb¨®ticos o peregrinos (presos preventivos, generales, toreros o neandertales) y al anuncio de imposibles pol¨ªticas de choque que bordean la infracci¨®n de derechos fundamentales.
Para ciertos observadores, este marketing sensacionalista se atribuye a la espectacularizaci¨®n de la pol¨ªtica, que convierte a los ciudadanos en espectadores pasivos. Pero con ser esto veros¨ªmil, m¨¢s acertado parece atribuirlo a una mercantilizaci¨®n rampante que convierte a los ciudadanos en consumidores vers¨¢tiles, a quienes se invita a diversificar sus h¨¢bitos de compra sustituyendo el voto viejo, obsoleto y aburrido por otro voto mucho m¨¢s novedoso, arriesgado y excitante. Es el flamante y pol¨ªticamente incorrecto voto-tab¨², que rompe prejuicios, cruza identidades y franquea fronteras a derecha e izquierda proporcionando la experiencia ilusoria pero ilusionante de transformaci¨®n vicaria de la realidad virtual. Lo que supone toda una tentaci¨®n para ese consumidor insaciable siempre ¨¢vido de novedades que navega por la red en busca de cisnes negros, drogas duras o perlas negras de usar y tirar. El v¨ªdeo mat¨® a la estrella de la radio, cantaban los Baggles en 1979. Y hoy, cuando Instagram est¨¢ matando a Facebook, tambi¨¦n Vox amenaza con matar a Podemos.
Pero la culpa no es de Internet sino de esta democracia gestionada por los partidos-c¨¢rtel (Katz y Mair) que han roto sus compromisos de lealtad mutua con los ciudadanos a quienes dec¨ªan representar, por lo que estos se desconectan de aquellos dispuestos a venderse al mejor postor: el m¨¢s ruidoso, llamativo, transgresor y excitante. De ah¨ª la insatisfacci¨®n del consumidor (Scitovski), defraudado por los incumplimientos de sus representantes pol¨ªticos, que reacciona indignado con desafecci¨®n y escepticismo en las tres direcciones se?aladas por Hirschman: la salida del absentista o el tr¨¢nsfuga, la voz del que vota Vox u otro voto de protesta, y la lealtad del que pese a todo permanece fiel a sus siglas: qu¨¦ buen vasallo si tuviera buen se?or.
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