Poder de persuasi¨®n
La cultura del di¨¢logo es necesaria en sociedades profundamente polarizadas
El populismo se caracteriza por la aplicaci¨®n de ret¨®ricas eficaces que consisten en presentar ideas preconcebidas como si fueran hechos. Precisamente porque es una ret¨®rica, se necesitan argumentos que no caigan en lo convencional y ayuden a discernir entre lo que son exageraciones, simplificaciones o la pura desinformaci¨®n. Por todo ello resulta sugerente la iniciativa del Gobierno regional de Berl¨ªn de impartir cursos a los ciudadanos que quieran enfrentarse al lenguaje primario que ocupa un lugar cada vez mayor en el espacio p¨²blico. En otras palabras, para que aquellos que tengan algo que decir puedan hablar y no se vean forzados a callar cuando escuchan frases como que los refugiados son par¨¢sitos, que el cambio clim¨¢tico es una falacia o soflamas antisemitas o contra los musulmanes.
La iniciativa permite no solo confrontarse con los populismos, sino socializar a los ciudadanos en la deliberaci¨®n democr¨¢tica. El Estado no puede, ni debe, controlar el debate p¨²blico. Sin embargo, s¨ª puede ayudar a los ciudadanos a dotarse de herramientas para sobrevivir en un mundo que cambia a gran velocidad y en el que las redes sociales imponen muchas veces la manipulaci¨®n y la exaltaci¨®n emocional frente a la argumentaci¨®n.
La iniciativa es todav¨ªa minoritaria ¡ªlos seminarios se imparten cada dos meses¡ª y apenas ha alcanzado a un pu?ado de personas. No es casualidad, sin embargo, que esta iniciativa haya surgido en Alemania, un pa¨ªs consciente del peso de su pasado y cuya sociedad reconoce el peligro que representa que ideas extremistas y falsas se queden sin respuesta y arraiguen en algunos colectivos. Pero abre un camino muy sugerente que se podr¨ªa seguir en otros pa¨ªses: que aquellos que quieran alzar su voz por encima del griter¨ªo dispongan de la formaci¨®n para hacerlo. Los asistentes al curso de Berl¨ªn se enfrentan a discusiones cotidianas no sujetas a un an¨¢lisis racional y, sin embargo, carecen de instrumentos deliberativos para confrontarlas. La iniciativa es muy relevante para tomar conciencia de que lo que demanda un debate p¨²blico informado no es el esfuerzo por la simplificaci¨®n, sino m¨¢s pedagog¨ªa para comprender la complejidad de aquello que est¨¢ en juego en cada decisi¨®n pol¨ªtica.
No va a resultar f¨¢cil reintroducir una cultura del di¨¢logo en sociedades que se muestran profundamente polarizadas, ni es sencillo desmontar prejuicios, ni tampoco crear un ambiente en el que se pueda discutir con calma y con argumentos con personas que no piensan como el interlocutor, cuyos razonamientos pueden parecer disparatados e incluso intolerables. El otro camino, guardar silencio, dejar que las ¨²nicas voces que resuenen sean las irracionales, renunciar a la palabra, solo lleva a sociedades cada m¨¢s atomizadas y ajenas al di¨¢logo ciudadano que debe articular todas las democracias.
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