Acomplejada
La nariz del PP es ideol¨®gicamente espantosa y su emperador va desnudo
Las personas nos sentimos mal a causa de nuestras disonancias anat¨®micas. Alguien gordo suele acomplejarse y buscar la asistencia de especialistas para cuidar su salud y desprenderse de la carga de que te se?alen p¨²blicamente. Tambi¨¦n el gordo o la gorda pueden encastillarse en fantas¨ªas curvil¨ªneas, el hedonismo de comerse un frigopie de noche, el desprecio con que devuelven la mirada a quienes caen en la enfermedad mental de la gordofobia. Ese orgullo obeso puede interpretarse como acci¨®n suicida, mecanismo de defensa para no reparar en los propios defectos o acto de subversi¨®n contra el canon. A los 15 a?os yo me tapaba la nariz. Luego mi nariz dej¨® de parecerme tan vergonzante, igual que mi estatura, tener papadita o vello. Sin embargo, mi nariz, igual que el dinosaurio, segu¨ªa all¨ª mientras yo me depilaba y reflexionaba sobre los pelillos que unen instinto y civilizaci¨®n: esas fibras pegajosas afectan a la pol¨ªtica, la medicina o las leyes que apaciguan al M¨ªster ¡ªo a la Mrs¡ª Hyde que llevamos dentro facilitando la convivencia. La cultura me oprime algunas veces, pero ayuda a vivir y protege de los zarpazos del animal salvaje.
Re¨ªrse de los complejos f¨ªsicos est¨¢ muy feo; analizar supuestos complejos ideol¨®gicos puede ser higi¨¦nico y divertido. El proceso de desacomplejamiento derechista no es equivalente al orgullo gay ni al empoderamiento de las mujeres ni a las posturas contestatarias de la poblaci¨®n obesa contra la tiran¨ªa de la delgadez. Aunque, por debajo y por la sordi, pretendan rentabilizar esos subtextos, la derecha nunca se sinti¨® marginada. Menos ahora que la autoridad moral de la izquierda se pone en tela de juicio utilizando argumentos franciscanos que surgen de la propia izquierda y opacan la perpetuaci¨®n de los eternos privilegios del bando conservador. La izquierda, menguada por la autoexigencia de un discurso coherente, a menudo incompatible con la l¨®gica del capitalismo, se da golpes en el pecho por sus malas conductas ¡ªreales o imaginarias¡ª mientras la derecha decide desacomplejarse. Y lo primero que una se pregunta es si de verdad estuvo acomplejada alguna vez. Acoquinada, calladita, tap¨¢ndose la nariz con la mano, visitando la consulta de endocrinolog¨ªa. Nos venden la moto de que han sido v¨ªctimas, como si alguien les hubiese acosado en el colegio por ser liberales y no hubiesen tenido siempre la sart¨¦n por el mango. La derecha desacomplejadamente conduce borracha, perpetra despidos, capitaliza la banca, privatiza lo p¨²blico ¡ªla concertada en la ense?anza media traer¨¢ cola¡ª, criminaliza eutanasia y aborto, hace devoluciones en caliente y chistes de gangosos. Imposta el aspaviento de desacomplejarse como si alguna vez hubiese sido modosa. El complejo ideol¨®gico de la derecha deber¨ªa centrarse en la conciencia de su lado oscuro: el fervor monopolista, la acumulaci¨®n, la explotaci¨®n, las herencias, el derecho de pernada, el aristocratismo que compadrea con un concepto de pueblo d¨®cil y servicio buenecito que nunca muerde la mano de quien le da de comer. Si la derecha se desacompleja m¨¢s, el outfit ¡°Santiago y cierra Espa?a¡± ser¨¢ tendencia la pr¨®xima temporada. La nariz del PP es ideol¨®gicamente espantosa y su emperador va desnudo: el hecho de que se desacomplejen no los va a convertir en algo distinto de lo que son. Incluso los puede empeorar: se les caer¨¢ la mascarita amable y saldr¨¢ a la luz su falta de solidaridad con el g¨¦nero humano. Menos mal que el l¨ªder del PP ha dicho que en sus listas, adem¨¢s de periodistas desacomplejados, ir¨¢n toreros. Eso me deja mucho m¨¢s tranquila.
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