La Constituci¨®n como cebo
La Ley Fundamental no es un programa, es el marco donde act¨²an los partidos
Una se?al reveladora de la buena salud de la Constituci¨®n de 1978 es que la mayor¨ªa de los partidos quieren servirse de ella como garant¨ªa de que sus programas van en la buena direcci¨®n o como una se?al de que la tienen como referencia indiscutible en su actividad pol¨ªtica. El l¨ªder de Ciudadanos, Albert Rivera, ha propuesto que la Constituci¨®n se ense?e en los colegios y Podemos se ha servido de sus art¨ªculos de contenido social para colgar de ellos las medidas que quiere poner en marcha para ir m¨¢s lejos en algunos de los derechos que consagra. Casado obligar¨¢ a los cargos electos a jurar de forma correcta la Constituci¨®n y, en la refriega electoral de cada d¨ªa, hay quienes pretenden que por el hecho de proclamarse constitucionalistas gozan de credibilidad instant¨¢nea y, en cambio, tachar al adversario de no serlo va camino de ser la mayor de las maldiciones. Olvidan todos que la Constituci¨®n no es un programa pol¨ªtico, ni tampoco un repertorio de sugerencias para solucionar los graves problemas de Espa?a. Es el dispositivo que establece las reglas de juego de una democracia avanzada, la ley suprema de nuestro ordenamiento jur¨ªdico. Ni m¨¢s ni menos.
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Evidentemente, Ciudadanos puede incluir como una m¨¢s de sus propuestas educativas la creaci¨®n de una asignatura espec¨ªfica y obligatoria sobre la Constituci¨®n. A Podemos, por su parte, se le ha ocurrido ahora darle lustre a una Constituci¨®n que hasta hace no mucho formaba parte de ese r¨¦gimen del 78 al que combat¨ªa con todas sus armas, y eso no es mala se?al como signo de celebraci¨®n de un marco del que renegaba con decisi¨®n. Lo que resulta problem¨¢tico, y es ah¨ª donde hay que incluir ese indeseable cruce permanente de acusaciones de no ser constitucionalista, es que la ley fundamental se convierta en un armamento m¨¢s de la contienda electoral y termine siendo nada m¨¢s que un significante vac¨ªo que solo sirve como reclamo publicitario. Lo que ha mostrado el tortuoso camino que eligieron los independentistas catalanes para cumplir sus objetivos es que la Constituci¨®n est¨¢ ah¨ª para ser cumplida escrupulosamente. Por eso, los que reivindican el extraordinario papel que ha jugado para garantizar los derechos y deberes de todos no deber¨ªan contribuir a trivializarla us¨¢ndola como combustible electoral. La Constituci¨®n es de todos, y est¨¢ ah¨ª como marco com¨²n. Otra cosa son los programas de los partidos. Son los que diferencian a unos de otros, y es lo que someten a consideraci¨®n de los electores. Meter en esa batalla a la Constituci¨®n como reclamo partidista solo puede contribuir a la confusi¨®n.
Lo que s¨ª deber¨ªan explicar las fuerzas pol¨ªticas que combaten por los votos de los ciudadanos en las pr¨®ximas elecciones es si han incluido en sus programas alguna reforma de la Constituci¨®n. Hace no mucho hubo formaciones que entend¨ªan que tocaba actualizarla y adaptarla a los nuevos desaf¨ªos de la sociedad global y tecnol¨®gica de nuestros d¨ªas. Otras simplemente invitaban a que se realizara un cambio radical y las hubo que defend¨ªan no tocar ni una coma. Cualquier debate siempre es positivo, lo que no tiene sentido es convertir lo que es de todos en bandera partidista.
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