Retrotop¨ªa
Hoy vemos c¨®mo las derechas nos remiten a la b¨²squeda de ese pasado idealizado donde el poder era s¨®lido, unificado y centralizado
La ciencia ficci¨®n m¨¢s reciente, el cine futurista m¨¢s provocador y los videojuegos que m¨¢s pasiones despiertan en los adolescentes tienen muchas cosas en com¨²n. Entre otras, la proyecci¨®n de un futuro dist¨®pico entre escenarios tenebrosos.
En lo que se considera uno de sus testamentos, Bauman habla de Retrotop¨ªa. Con esta idea el fil¨®sofo describe ese anhelo de buscar la utop¨ªa en un pasado idealizado, una vez que el futuro ha dejado de ser el lugar de esperanza en que se materializar¨¢n los mejores ideales y los m¨¢s felices sue?os, para convertirse en un espacio tenebroso plagado de amenazas y dominado por el miedo.
Hoy vemos c¨®mo las derechas nos remiten a la b¨²squeda de ese pasado idealizado donde el poder era s¨®lido, unificado y centralizado, la vida discurr¨ªa alrededor de una familia que hoy algunos llaman ¡°natural¡± y se viv¨ªa con unas reglas del juego claras. El presente y el futuro eran predecibles. Una Espa?a en blanco y negro, s¨ª, pero no hab¨ªa duda de qu¨¦ era blanco y qu¨¦ era negro, responden.
El mundo de hoy es todo lo contrario. La gesti¨®n de la crisis econ¨®mica nos ha dejado un panorama de mayor y creciente desigualdad que se ir¨¢ agudizando por el crecimiento de brechas m¨²ltiples relacionadas con el acceso al conocimiento, la capacidad para surfear la revoluci¨®n tecnol¨®gica, la movilidad tanto geogr¨¢fica como social, etc. Mientras, el Estado se bate en retirada y ya no ejerce de cielo protector.
A este sentimiento de incertidumbre y temor es al que se dirige la derecha y para conjurarlo aplica la idea de retrotop¨ªa. Ante el avance del independentismo en Catalu?a y de apuestas federalistas, proponen m¨¢s recentralizaci¨®n. Se olvidan as¨ª de los avances que el Estado de las autonom¨ªas ha tra¨ªdo estos cuarenta a?os, de que ellos han sido parte de ese ¨¦xito, y de que en un mundo con el poder cada vez m¨¢s atomizado la ¨²nica forma de ejercerlo es comparti¨¦ndolo; eso que se llama gobernanza multinivel.
Ocurre algo parecido en el ¨¢mbito de lo privado. Ante formas de convivencia m¨¢s plurales, Vox de forma expl¨ªcita y el Partido Popular a trav¨¦s de su visi¨®n sobre el aborto o su posicionamiento sobre propuestas del movimiento feminista, nos retrotraen a ese espacio de protecci¨®n que era la ¡°familia natural¡± compuesta por un matrimonio heterosexual y dos o m¨¢s descendientes. El problema ya no es s¨®lo que la familia no pueda conjurar por s¨ª sola los riesgos actuales. Es que, adem¨¢s, ese modelo de familia est¨¢ en v¨ªas de extinci¨®n. Casi la mitad de los beb¨¦s que nacen en Espa?a lo hacen fuera del matrimonio, y las formas que puede adoptar la familia se multiplican alej¨¢ndose de esa idea de uniformidad.
El miedo es humano y el panorama que tenemos ante nosotros se encarga de agrandarlo. Para conjurarlo hay que buscar f¨®rmulas de protecci¨®n y solidaridad que adem¨¢s de parecer eficaces, lo sean. Lo contrario son brindis al sol y falsas promesas de seguridad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.