Nacionalismo europeo
Europa debe desarrollar una identidad continental similar a la identidad nacional que surgi¨® en el siglo XIX
El 18 de octubre de 1813 fue un punto de inflexi¨®n en la historia alemana. En la tarde de ese d¨ªa, los soldados sajones se dieron repentinamente la vuelta... y dispararon contra su propia gente. Apuntaban a aquellos soldados de Napole¨®n Bonaparte con los que poco antes hab¨ªan marchado a la batalla de Leipzig. Ahora ya no luchaban con Francia, sino contra ella. Sajonia no era la ¨²nica que llevaba a?os al lado del emperador franc¨¦s: tambi¨¦n Baden, W¨¹rttemberg, Baviera, Westfalia hab¨ªan estado junto a ¨¦l. ?Por qu¨¦ no? Napole¨®n era ilustrado, progresista, ten¨ªa ¨¦xito. ?Y Alemania? No exist¨ªa a¨²n.
Solo el dominio autocr¨¢tico durante a?os de Napole¨®n sobre la alianza renana, la humillaci¨®n que infligi¨® a Prusia y las decenas de soldados muertos en la campa?a de Rusia despertaron la resistencia de los alemanes y su sentimiento nacional, espoleados por las ansias de libertad y autodeterminaci¨®n. Los pr¨ªncipes traicionaron estas ideas en 1815 en el Congreso de Viena y las laminaron en la revoluci¨®n de 1848. Bismarck confin¨® las ideas nacionales en 1871, Guillermo II las transform¨® en chovinismo a partir de 1890 y los nacionalsocialistas las pervirtieron, convirti¨¦ndolas en su opuesto.
La del nacionalismo es una historia de ¨¦xito. Desde ella hay una l¨ªnea que conduce hacia la soberbia, el imperialismo y los mayores espantos a los que los hombres hayan podido someter a otros hombres. Pero tambi¨¦n de ¨¦l parte una l¨ªnea que lleva hacia las democracias m¨¢s vitales y poderosas de la Tierra, en Alemania o en EE UU, en Francia o en Espa?a, en Jap¨®n o en Corea del Sur.
Tenemos que repetir esta historia de ¨¦xito en el plano europeo. Quien contemple hoy el continente ver¨¢ una alfombra de retales semejante a la que era Alemania hace 200 a?os. Pero consid¨¦rese la Uni¨®n Europea, una uni¨®n de Estados cuyos ciudadanos en tiempos se mataban entre s¨ª y que ahora intentan cooperar. Con un pu?ado de instituciones pensadas a medias, con unos cuantos s¨ªmbolos y mitos que no acaban de asumirse del todo. La mayor¨ªa de la gente se siente m¨¢s cercana a su naci¨®n que a esta UE. Igual que, en tiempos, para la mayor¨ªa de los alemanes su patria chica significaba m¨¢s que la naci¨®n alemana.
Tambi¨¦n por esto se refuerza en Europa el falso nacionalismo. Aquel nacionalismo que no significa libertad, raz¨®n y progreso, sino que representa la manipulaci¨®n, la agresi¨®n y la intolerancia que precipitaron a Europa en las dos mayores guerras de la historia de la humanidad. Si bien todav¨ªa no ha tra¨ªdo m¨¢s guerras, ese nacionalismo ya est¨¢ debilitando a Europa, aumentando las l¨ªneas de falla en el continente en las que Estados como Rusia y China hunden sus cu?as.
El mejor instrumento para reforzar la UE es sin embargo, parad¨®jicamente, una vez m¨¢s el nacionalismo. Europa debe extraer de ¨¦l las lecciones correctas. Debe desarrollar una identidad continental del mismo modo que en el siglo XIX surgi¨® una identidad nacional.
Es un acto de equilibrismo. Semejante nacionalismo europeo no puede estar basado en la raza, la etnia o la religi¨®n, pues as¨ª se sembrar¨ªa la simiente de nuevas guerras. Su fundamento tienen que ser los valores sobre los que descansan los Estados nacionales de mayor ¨¦xito: la libertad, la igualdad, la divisi¨®n de poderes. La UE ya se basa en estos principios, que hay que trasladar de una vez de forma consecuente y consciente. Solo entonces surgir¨¢ un ¡°sentimiento de nosotros¡±, que es la condici¨®n para hablar alg¨²n d¨ªa en el nivel europeo sobre impuestos, prestaciones sociales y unidad pol¨ªtica.
Requisito central para este ¡°sentimiento de nosotros¡± son unas fronteras fijas y seguras. Hay que definir qu¨¦ es Europa. Eso no significa aislarse. Pero s¨ª es necesaria una inmigraci¨®n controlada, basada en derechos y sanciones. Una Europa valiente y aut¨®noma debe tambi¨¦n definir con claridad qui¨¦nes son sus amigos y qui¨¦nes sus adversarios. La f¨®rmula es simple: nuestros amigos son aquellas naciones que comparten nuestros valores. Una Europa equivalente a una naci¨®n tiene adem¨¢s que defender sus valores hacia dentro. Es necesario enfrentarse con dureza a los pa¨ªses que erosionan las reglas democr¨¢ticas en la UE. A la larga, esto no conducir¨¢ a la divisi¨®n, sino a una mayor unidad.
Pero mientras los europeos vean incoherencia y debilidad en la UE, los ciudadanos se sentir¨¢n mejor protegidos por sus Estados nacionales. La gente solo se sentir¨¢ europea cuando existan una identidad europea, un orgullo nacional europeo y un patriotismo europeos; lo que no excluye, como muestra el federalismo alem¨¢n, entidades e identidades regionales y nacionales paralelas. De momento, esto parece muy improbable. Tan improbable como era hace algo m¨¢s de 200 a?os que un b¨¢varo, un saj¨®n o un westfal¨¦s se sintieran alemanes.
Klaus Geiger es jefe de la secci¨®n de Internacional de Die Welt.
Traducci¨®n de Jes¨²s Albores.
? Lena (Leading European Newspaper Alliance)
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