Abril es el mes m¨¢s cruel
Devolvi¨® el pa¨ªs a los j¨®venes, quienes a¨²n impedidos de marchar por las calles ante la amenaza de persecuci¨®n y c¨¢rcel no dejan de pugnar por un cambio a fondo y la recuperaci¨®n plena de la democracia
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Abril es el mes m¨¢s ardiente y desolado de lo que en Nicaragua llamamos el verano, ausencia de lluvias y sequedad de los campos, los r¨ªos agostados y el sol a plomo que funde las visiones del paisaje en una bruma candente, desolaci¨®n y tambi¨¦n muerte.
Desde los tiempos de mi aprendizaje literario supe que abril era el m¨¢s cruel de los meses gracias a las lecturas de La tierra bald¨ªa T.S. Elliot. Lo dice en la primera estancia, El entierro de los muertos: "Abril cr¨ªa lilas en la tierra muerta, mezcla memoria y deseo".
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En esa desolaci¨®n caliginosa de abril se dio la persecuci¨®n y muerte de un pu?ado de conspiradores que en 1954 se alzaron contra el viejo Anastasio Somoza, fundador de la dinast¨ªa, asesinados en las c¨¢maras de tortura.
Era una rebeli¨®n de militares y civiles, y fueron especialmente crueles con los militares, uno de ellos Adolfo B¨¢ez Bone, de quien el viejo Somoza hab¨ªa sido padrino de bodas. Cuando Somoza hijo, que dirig¨ªa los interrogatorios, se acerc¨® a ¨¦l para insultarlo, amarrado de pies y manos a una silla como estaba lo escupi¨® y la sangre manch¨® la guayabera blanca reci¨¦n planchada del aprendiz de tirano, porque iba para una fiesta esa noche.
Montes quemados para preparar las siembras, porque en mayo empiezan las lluvias, va recordando Cardenal en el poema Hora O este paisaje sollamado por la naturaleza y por la historia de violencia de arriba y rebeliones abajo que c¨ªclicamente hemos padecido.
La repuesta policial y paramilitar fue espantosa. Las cuentas de los organismos de derechos humanos no bajan de 500 asesinados
En abril de 2018, hace un a?o, estall¨® la rebeli¨®n popular contra Daniel Ortega, un alzamiento juvenil que habr¨ªa de durar en las calles al menos seis meses. Una rebeli¨®n desarmada, pero reprimida con crueldad marcada por la venganza, igual que m¨¢s de seis d¨¦cadas atr¨¢s bajo otra dictadura.
El 4 de abril los estudiantes hab¨ªan dejado las aulas para salir a protestar por un incendio provocado por depredadores, con la impunidad de siempre, en la reserva selv¨¢tica R¨ªo Indio-r¨ªo Ma¨ªz, y fueron reprimidos por las fuerzas de choque amparadas por la polic¨ªa.
¡°Las calles son del pueblo¡±, hab¨ªa sido la consigna convertida en regla por a?os, y esto quer¨ªa decir, las calles son de las organizaciones del r¨¦gimen. Un monopolio impuesto por la violencia y por el miedo.
Y poco despu¨¦s, el 18 de abril, ante un decreto que gravaba las magras pensiones de la seguridad social, prendi¨® toda la pradera. Cuando los ancianos salieron a protestar, fueron agredidos por las turbas oficiales, y entonces los estudiantes se lanzaron a respaldarlos.
La repuesta policial y paramilitar fue espantosa. Las cuentas de los organismos de derechos humanos no bajan de 500 asesinados, centenares de heridos, m¨¢s de 600 prisioneros pol¨ªticos, miles de desterrados, medios de comunicaci¨®n clausurados, sus propietarios y directores en prisi¨®n o en el exilio.
Y la econom¨ªa se halla en ruinas. Sacarla del abismo tomar¨¢ a?os, y tendr¨ªa que ser un emprendimiento concertado por un nuevo gobierno democr¨¢tico, porque Ortega perdi¨® ya todas las posibilidades de futuro. Se niega a reconocerlo, y en cambio se empe?a en ganar tiempo, cuando el tiempo ya se agot¨®. Ni tiempo, ni espacio para maniobrar.
Ortega se comprometi¨® a lo que de todos modos estar¨ªa obligado: cumplir con la Constituci¨®n; pero ha burlado esos acuerdos
Abril devolvi¨® el pa¨ªs a los j¨®venes, quienes a¨²n impedidos de marchar por las calles ante la amenaza de persecuci¨®n y c¨¢rcel no dejan de pugnar por un cambio a fondo y la recuperaci¨®n plena de la democracia. Y no han cesado los esfuerzos por hallar una salida concertada, que impida m¨¢s derramamiento de sangre.
La Alianza C¨ªvica, que representa a las fuerzas democr¨¢ticas, logr¨® firmar con los delegados del r¨¦gimen en la mesa de negociaciones algunos acuerdos fundamentales, entre ellos la libertad de todos los presos pol¨ªticos en un plazo de tres meses, y el restablecimiento inmediato de las libertades democr¨¢ticas y el cese de la persecuci¨®n.
Ortega se comprometi¨® as¨ª a lo obvio, y a lo que de todos modos estar¨ªa obligado: cumplir con la Constituci¨®n; pero ha burlado esos acuerdos. Los presos siguen en las c¨¢rceles, y todo el que intenta manifestarse es apresado. Miles de polic¨ªas y paramilitares siguen desplegados en las calles.
Y se ha negado a discutir el restablecimiento de la democracia, que empieza por la convocatoria a unas nuevas elecciones con fecha anticipada, con nuevas autoridades electorales, reglas transparentes, y observaci¨®n internacional; con lo que, un a?o despu¨¦s del estallido liberador de abril, la crisis est¨¢ lejos de resolverse.
Pero la hierba verde renace de los carbones, dice Cardenal en Hora O.
Sergio Ram¨ªrez es escritor y Premio Cervantes 2017.?
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