Pol¨ªtica y pol¨ªticas
Abordamos problemas de alcance global con instrumentos de siglos pasados. La desigualdad social perjudica la innovaci¨®n
Predomina la sensaci¨®n de confusi¨®n. Por mucho que nos consolemos pensando que lo que ocurre aqu¨ª ocurre en muchas otras partes del mundo, el alivio dura poco. Se acumulan las decisiones a tomar ante temas cada vez m¨¢s inaplazables. Se achican los espacios que permitan seguir con los vicios del incrementalismo, del ¡°ir tirando¡± o de la ¡°patada para adelante¡±.
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Pero la pol¨ªtica convencional se mueve en un escenario en el que no resulta f¨¢cil sacrificar el corto plazo para enfrentarse a decisiones m¨¢s estrat¨¦gicas. Lo dec¨ªa Maquiavelo al considerar que los que impulsan las innovaciones se encuentran con la f¨¦rrea oposici¨®n de los afectados negativamente por esos cambios, sin que los potenciales beneficiarios de los mismos perciban a¨²n las ventajas de todo ello. Esa constataci¨®n es a¨²n m¨¢s pertinente cuando de lo que hablamos no es de cambios perif¨¦ricos o marginales, sino del n¨²cleo duro de lo que ha sido nuestra manera de entender el bienestar y el desarrollo.
Hay mucha gente sorprendida y alarmada ante el gran dinamismo institucional (sarcasmo incorporado) en el que estamos inmersos. Pero me temo que no ser¨¢ una situaci¨®n pasajera cuando se abordan problemas de alcance global con ideas e instrumentos del siglo XX o del XIX. ?pocas en las que las complejidades del momento eran m¨¢s o menos asumibles desde las l¨®gicas de los Estados-naci¨®n. Nada que ver con la situaci¨®n actual, en la que actores poderosos, como las grandes plataformas digitales o los fondos financieros, operan sin cortapisa significativa aqu¨ª y all¨ª. Constatamos grandes desequilibrios entre dilemas existenciales y avances cient¨ªficos y tecnol¨®gicos (cambio clim¨¢tico, transhumanismo, biogen¨¦tica¡), expandidos vertiginosamente a trav¨¦s de formatos de comunicaci¨®n instant¨¢nea sin filtros, y unos escenarios pol¨ªticos e institucionales que mantienen din¨¢micas estruendosamente arcaicas. Un mundo que est¨¢ cambiando aceleradamente sus mecanismos de intermediaci¨®n, frente a escenarios pol¨ªticos que tratan trabajosamente de mantener su legitimidad con pautas pensadas para otros contextos y operando con procedimientos r¨ªgidos.
Las complejidades del momento solo pueden ser abordadas desde la proximidad; no hay salida desde la centralizaci¨®n que algunos postulan
La pol¨ªtica de partidos y los liderazgos institucionales est¨¢n profundamente alterados, pero no me atrever¨ªa a decir lo mismo de lo que ocurre en las pol¨ªticas p¨²blicas. Hay bastante m¨¢s continuidad en las pol¨ªticas que en la pol¨ªtica. Para bien y para mal. Para bien, ya que si la alteraci¨®n constante en gobiernos de todo tipo implicara las mismas discontinuidades en los servicios educativos, sanitarios o de cualquier otro sector, la situaci¨®n ser¨ªa insoportable. La gente que trabaja en los servicios p¨²blicos prioriza la continuidad y la capacidad de atender las demandas de la ciudadan¨ªa. Pero eso tambi¨¦n tiene su parte negativa, ya que entonces la pol¨ªtica se desconecta de lo que en definitiva justifica su prevalencia: la capacidad de respuesta a los problemas colectivos. Hay pol¨ªticos que se atreven a hablar de las pol¨ªticas p¨²blicas como ¡°las cosas peque?as¡±, ¡°las pol¨ªticas en min¨²scula¡±, poniendo de relieve que ellos est¨¢n all¨ª para ¡°lo importante¡±: la soberan¨ªa en peligro, el honor de los pueblos o la trayectoria secular de la naci¨®n.
Al final se trata de relacionar valores, recursos y prioridades. Los dilemas en la esfera de los valores son clave si queremos fundamentar nuestras prioridades. Y en este sentido la politizaci¨®n no es solo necesaria, sino imprescindible. Pero eso no nos excusa de relacionar prioridades con recursos disponibles y decidir qui¨¦n ha de asumir la gesti¨®n de los procesos de cambio. Desde que escala es posible combinar estrategia e implicaci¨®n ciudadana, el largo plazo y la imprescindible legitimidad. Mi hip¨®tesis es que las complejidades del momento solo pueden ser abordadas desde la proximidad y que no hay salida desde la centralizaci¨®n que algunos postulan. Pero soy consciente de que ese proceso de devolution ha de ir acompa?ado de capacidades planificadoras, evaluadoras y redistributivas que forzosamente han de ser supralocales.
Hay dilemas que tienen que ser afrontados con urgencia. No resulta f¨¢cil atender a las exigencias medioambientales cada vez m¨¢s inaplazables y al mismo tiempo mantener tozudamente din¨¢micas desarrollistas de viejo cu?o. Hay que vincular mejor ciencia y toma de decisiones. Reforzar la inversi¨®n p¨²blica en innovaci¨®n, pero con capacidad de generar partenariados que puedan mejorar las condiciones de vida de la mayor¨ªa. Recordando siempre que la desigualdad social perjudica la innovaci¨®n, la creatividad. Cuando no sabes c¨®mo seguir legitimando el desnudo ejercicio del poder, el vestido del crecimiento siempre ayuda, aunque sea a costa de persistir en los errores. No ser¨¢ con frases grandilocuentes y con ret¨®ricas comunicativas como saldremos del atolladero. Necesitamos espacios y decisiones que incorporen un grado aceptable de estrategia a medio plazo para poder ir m¨¢s all¨¢ de una pol¨ªtica cada vez m¨¢s emocional y m¨¢s desconectada de los problemas de fondo.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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