Enfadados
La bronca permanente es la prueba de la debilidad de la derecha
Una campa?a electoral es una sublimaci¨®n de la batalla por el poder a trav¨¦s de la palabra. Y, por tanto, ser¨ªa ingenuo esperar un debate de ideas atractivo o una eclosi¨®n de propuestas deslumbrantes. Todo ocurre muy a ras del suelo: buscando el momento oportuno para poner la zancadilla al adversario.
Pero lo que m¨¢s me viene sorprendiendo de esta campa?a que empez¨® pr¨¢cticamente cuando Casado se hizo con el poder en el PP es el encono con que la disputa la derecha: sus l¨ªderes siempre est¨¢n enfadados, nunca dejan escapar una sonrisa, a lo sumo una mueca. Siempre est¨¢n en posici¨®n de combate. Y ven delitos de odio en todas partes. Con dos enemigos se?alados: Pedro S¨¢nchez y el independentismo. Y a por ellos. Una campa?a estrictamente reactiva, construida sobre un argumento simple: hay que salvar la patria antes que Pedro S¨¢nchez la liquide. ?C¨®mo? Endureciendo la ley y acudiendo al juzgado de guardia.
La idea de patria la dan por supuesta, porque es eterna. Vox lo ha recordado: Dios, patria, familia. ?De verdad es efectiva esta pol¨ªtica del malhumor permanente? Puede que tuviera sentido cuando el independentismo culmin¨® su escalada y un reflejo de indignaci¨®n se activ¨® en gran parte de la sociedad espa?ola. ?Pero es sostenible a largo plazo? ?Realmente una sociedad desea ser gobernada desde el enfado permanente? ?Y si fuera esta una de las causas del retroceso del PP y de Ciudadanos en las encuestas? Son ya muchos meses de irritaci¨®n y quiz¨¢s la gente quiere tomarse un respiro.
Pero la derecha sigue embarrando la vida pol¨ªtica, renunciado a este espacio, siempre ficticio, llamado centro al que ya s¨®lo aspira Pedro S¨¢nchez. Se puede pensar que la derecha espa?ola no hace sino seguir la fronda radicalizadora que se vive en Europa, pero el asalto de los Salvini, Le Pen y compa?¨ªa, en pa¨ªses como Francia o Alemania no se ha llevado por delante a un centro derecha respetuoso y con capacidad propositiva, ll¨¢mese Merkel o Macron. Obviamente, las dos causas inmediatas del cabreo son la escalada independentista, convertida en obsesi¨®n, y la ca¨ªda del PP de Mariano Rajoy por la corrupci¨®n. La crisis catalana ha ayudado a Pablo Casado a apartar de la escena el oscuro pasado del PP. Y la fragmentaci¨®n de la derecha obliga a unos y otros a una sobreactuaci¨®n exagerada para exhibir m¨¢s m¨²sculo que el vecino, con Vox, el m¨¢s silencioso del tr¨ªo, marcando el paso.
La bronca permanente es la prueba de la debilidad de la derecha. Y confirma la tutela de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, que con sus peones colocados al frente de las distintas familias de la derecha, ha conseguido unirla de nuevo en el enfado, su modo preferido de estar en pol¨ªtica, y en el fundamentalismo constitucional. El retorno al pasado dif¨ªcilmente conduce al futuro.
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