Alan Garc¨ªa
Era m¨¢s inteligente que el promedio de quienes se dedican a hacer pol¨ªtica en Per¨², con bastantes lecturas, y un orador fuera de lo com¨²n. Ha tenido un gran protagonismo p¨²blico en los ¨²ltimos treinta a?os
Lo conoc¨ª durante la campa?a electoral de 1985, por Manuel Checa Solari, un amigo com¨²n que se hab¨ªa empe?ado en presentarnos y que nos dej¨® solos toda la noche. Era inteligente y simp¨¢tico, pero algo en ¨¦l me alarm¨® y al d¨ªa siguiente fui a la televisi¨®n a decir que no votar¨ªa por Alan Garc¨ªa sino por Luis Bedoya Reyes. No era rencoroso pues, elegido presidente, me ofreci¨® la embajada en Espa?a, que no acept¨¦.
Su primer Gobierno (1985-1990) fue un desastre econ¨®mico y la inflaci¨®n lleg¨® a 7.000%. Intent¨® nacionalizar los bancos, las compa?¨ªas de seguros y todas las instituciones financieras, una medida que no s¨®lo habr¨ªa acabado de arruinar al Per¨² sino eternizado en el poder a su partido, el APRA, pero lo impedimos en una gran movilizaci¨®n popular hostil a la medida, que lo oblig¨® a dar marcha atr¨¢s. Su apoyo fue decisivo para que ganara la pr¨®xima elecci¨®n presidencial, en 1990, Alberto Fujimori, quien, dos a?os despu¨¦s, dio un golpe de Estado. Alan Garc¨ªa tuvo que exiliarse. Su siguiente Gobierno (2006-2011) fue mucho mejor que el primero, aunque, por desgracia, estropeado por la corrupci¨®n, sobre todo asociada a la empresa brasile?a de Odebrecht que gan¨® licitaciones de obras p¨²blicas muy importantes corrompiendo a altos funcionarios gubernamentales. La fiscal¨ªa lo estaba investigando a ¨¦l mismo sobre este asunto y hab¨ªa decretado su detenci¨®n preliminar de diez d¨ªas, cuando decidi¨® suicidarse. Alg¨²n tiempo antes hab¨ªa intentado pedir asilo en Uruguay, alegando que era v¨ªctima de una persecuci¨®n injusta, pero el Gobierno uruguayo desestim¨® su pedido por considerar ¡ªcon toda justicia¡ª que en el Per¨² actual el poder judicial es independiente del Gobierno y nadie es acosado por sus ideas y convicciones pol¨ªticas.
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Durante su segundo Gobierno lo vi varias veces. La primera, cuando el fujimorismo quiso impedir que se abriera el Lugar de la Memoria, en el que se dar¨ªa cuenta de sus muchos cr¨ªmenes pol¨ªticos con el pretexto de la lucha antiterrorista, y, a su pedido, acept¨¦ presidir la comisi¨®n que puso en marcha ese proyecto que es ahora ¡ªfelizmente¡ª una realidad. Cuando el Nobel de Literatura, me llam¨® para felicitarme y me dio una cena en Palacio de Gobierno, en la que quiso animarme para que fuera candidato a la presidencia. ¡°Cre¨ª que nos hab¨ªamos amistado¡±, le brome¨¦. Me parece que lo vi una ¨²ltima vez en una obra en la que yo actuaba, Las mil noches y una noche.
Pero he seguido de muy cerca toda su trayectoria pol¨ªtica y el protagonismo que ha tenido en los ¨²ltimos treinta a?os de la vida p¨²blica del Per¨². Era m¨¢s inteligente que el promedio de quienes en mi pa¨ªs se dedican a hacer pol¨ªtica, con bastantes lecturas, y un orador fuera de lo com¨²n. Alguna vez le o¨ª decir que era lamentable que la Academia de la Lengua s¨®lo incorporara escritores, cerrando la puerta a los ¡°oradores¡±, que, a su juicio, no eran menos originales y creadores que aquellos (me imagino que lo dec¨ªa en serio).
La fiscal¨ªa lo estaba investigando por una concesi¨®n a Odebrecht, cuando decidi¨® suicidarse
Cuando asumi¨® la jefatura del partido que fund¨® Haya de la Torre, el APRA estaba dividida y, probablemente, en un proceso largo de extinci¨®n. ?l la resucit¨®, la volvi¨® muy popular y la llev¨® al poder, algo que nunca consigui¨® Haya, su maestro y modelo. Y uno de sus mejores m¨¦ritos fue el haber aprendido la lecci¨®n de su desastroso primer Gobierno, en el que sus planes intervencionistas y nacionalizadores destruyeron la econom¨ªa y empobrecieron al pa¨ªs mucho m¨¢s de lo que estaba.
Advirti¨® que el estatismo y el colectivismo eran absolutamente incompatibles con el desarrollo econ¨®mico de un pa¨ªs y, en su segundo mandato, alent¨® las inversiones extranjeras, la empresa privada, la econom¨ªa de mercado. Si, al mismo tiempo, hubiera combatido con la misma energ¨ªa la corrupci¨®n, habr¨ªa hecho una magn¨ªfica gesti¨®n. Pero en este campo, en vez de progresar, retrocedimos, aunque sin duda no al extremo vertiginoso de los robos y piller¨ªas de Fujimori y Montesinos que, me parece, sentaron un tope inalcanzable para los gobiernos corruptos de Am¨¦rica Latina.
?Fue un pol¨ªtico honesto, comparable a un Jos¨¦ Luis Bustamante y Rivero o a Fernando Bela¨²nde Terry, dos presidentes que salieron de Palacio de Gobierno m¨¢s pobres de lo que entraron? Yo creo sinceramente que no. Lo digo con tristeza porque, pese a que fuimos adversarios, no hay duda que hab¨ªa en ¨¦l rasgos excepcionales como su carisma y energ¨ªa a prueba de fuego. Pero mucho me temo que participaba de esa falta de escr¨²pulos, de esa tolerancia con los abusos y excesos tan extendidos entre los dirigentes pol¨ªticos de Am¨¦rica Latina que llegan al poder y se sienten autorizados a disponer de los bienes p¨²blicos como si fueran suyos, o, lo que es mucho peor, a hacer negocios privados aunque con ello violenten las leyes y traicionen la confianza depositada en ellos por los electores.
En su segundo mandato, alent¨® las inversiones extranjeras, la empresa privada, el mercado
?No es verdaderamente escandaloso, una verg¨¹enza sin excusas, que los ¨²ltimos cinco presidentes del Per¨² est¨¦n investigados por supuestos robos, coimas y negociados, cometidos durante el ejercicio de su mandato? Esta tradici¨®n viene de lejos y es uno de los mayores obst¨¢culos para que la democracia funcione en Am¨¦rica Latina y los latinoamericanos crean que las instituciones est¨¢n all¨ª para servirlos y no para que los altos funcionarios se llenen los bolsillos saque¨¢ndolas.
El pistoletazo con el que Alan Garc¨ªa se vol¨® los sesos pudiera querer decir que se sent¨ªa injustamente asediado por la justicia, pero, tambi¨¦n, que quer¨ªa que aquel estruendo y la sangre derramada corrigieran un pasado que lo atormentaba y que volv¨ªa para tomarle cuentas. Los indicios, por lo dem¨¢s, son sumamente inquietantes: las cuentas abiertas en Andorra por sus colaboradores m¨¢s cercanos, los millones de d¨®lares entregados por Odebrecht al que fue secretario general de la Presidencia, ahora detenido, y a otro allegado muy pr¨®ximo, sus propios niveles de vida tan por encima de quien declar¨®, al prestar juramento sobre sus bienes al acceder a la primera presidencia: ¡°Mi patrimonio es este reloj¡±.
En el Per¨², desde hace alg¨²n tiempo, hay un grupo de jueces y fiscales que ha sorprendido a todo el mundo por el coraje con el que han venido actuando para combatir la corrupci¨®n, sin dejarse amedrentar por la hostilidad desatada contra ellos desde la misma esfera del poder al que se enfrentan, investigando, sacando a la luz a los culpables, denunciando los malos manejos de los poderosos. Y, afortunadamente, pese al silencio cobarde de tantos medios de informaci¨®n, hay tambi¨¦n un pu?ado de periodistas que sostienen la labor de aquellos funcionarios heroicos. Este es un proceso que no puede ni debe detenerse porque de ¨¦l depende que el pa¨ªs salga por fin del subdesarrollo y se fortalezcan las bases de la cultura democr¨¢tica, para la cual la existencia de un poder judicial independiente y honesto es esencial. Ser¨ªa tr¨¢gico que en la comprensible emoci¨®n que ha causado el suicidio de Alan Garc¨ªa, la labor de aquellos jueces y fiscales se viera interrumpida o saboteada, y los contados periodistas que los apoyan fueran silenciados.
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? Mario Vargas Llosa, 2019.
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