Microsegmentaci¨®n y debates electorales
Resulta evidente la resistencia que muestran algunos equipos electorales a abandonar la comodidad de una campa?a de proximidad enfocada a segmentar las propuestas que recibe el elector
La decisi¨®n de celebrar debates entre los l¨ªderes de las cuatro fuerzas pol¨ªticas que aspiran a gobernar Espa?a tampoco ha estado exenta, en esta ocasi¨®n, de una fuerte pol¨¦mica. Al margen de otras interpretaciones, resulta evidente la resistencia que muestran algunos equipos electorales a abandonar la comodidad de una campa?a de proximidad, enfocada a segmentar las propuestas que recibe el elector en funci¨®n de criterios geogr¨¢ficos, tem¨¢ticos o por grupos de inter¨¦s, entre otros. Este modo de trabajar se quiebra cuando se plantea un formato en el que los distintos candidatos asumen mayor riesgo (algunos m¨¢s que otros) al debatir en televisi¨®n sus planteamientos tratando de no cometer errores que les impida, simult¨¢neamente, retener a los votantes propios, desmovilizar a los ajenos y captar la atenci¨®n de los indecisos.
No est¨¢ de m¨¢s recordar que los partidos pol¨ªticos no han dise?ado para la ocasi¨®n una ¨²nica campa?a electoral, sino tantas como circunscripciones en las que hay esca?os en liza. Hacerlo con ¨¦xito requiere manejar distintos formatos y, sobre todo, disponer de informaci¨®n muy depurada sobre las preferencias de los electores, para as¨ª ofrecerles propuestas casi personalizadas. Tambi¨¦n es importante considerar aquellos temas que activan a los indecisos, evitar los que desmovilizan a los electores afines y utilizar aquellos que provocan el mismo efecto en los votantes del partido contrario. La llamada microsegmentaci¨®n, tendencia a la que dif¨ªcilmente pueden renunciar ya los partidos, permite administrar m¨¢s eficientemente los recursos con la esperanza de obtener, si se maneja informaci¨®n fiable, mejores rendimientos electorales a menos coste.
En este contexto, ?qu¨¦ incentivos pueden tener los partidos para llevar a sus candidatos a un espect¨¢culo de masas como un debate electoral? Mejor pasear al candidato por un barrio concreto de una ciudad determinada cuyos electores, aunque sean pocos, pueden hacerle ganar un esca?o estrat¨¦gico para gobernar. Este razonamiento, v¨¢lido para los partidos que tengan m¨¢s que perder en el debate, ?es asumible para el resto? ?Y aceptable desde la l¨®gica democr¨¢tica? No lo creo. Los debates en televisi¨®n son, qu¨¦ duda cabe, un instrumento de utilidad al exponer a los candidatos, sin filtro y de manera sincr¨®nica, al juicio de millones de electores. La imagen que tales candidatos proyecten, la gestualidad que utilicen, la rapidez con la que reaccionen, la seguridad con la que se expresen, la fiabilidad que transmitan y la coherencia que evidencien sus propuestas puede corregir los efectos, en cierta medida perversos, que tiende a generar el abuso de la segmentaci¨®n como herramienta electoral. Por todo ello, m¨¢s all¨¢ de discutir sobre qui¨¦n haya ganado o perdido el debate, ser¨¢ imprescindible calibrar el impacto que pueda tener, en el resultado final que arrojen las urnas el pr¨®ximo domingo, una campa?a ordenada preferentemente en clave de segmentaci¨®n, aunque corregida en ¨²ltima instancia por
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