Populistas de derechas
Los votantes j¨®venes est¨¢n hartos de que estos partidos europeos ignoren el calentamiento global o la brecha social
Campa?a electoral en un peque?o municipio suizo. Roger K?ppel, parlamentario nacional de la formaci¨®n populista de derechas Partido Popular Suizo (SVP), habla ante un auditorio repleto. La sala del hostal es demasiado peque?a, as¨ª que los que llegan tarde se tienen que quedar de pie. Salta a la vista que el considerable n¨²mero de oyentes enorgullece al orador. La media de edad, sin embargo, deber¨ªa ser motivo de preocupaci¨®n. M¨¢s o menos la mitad de la concurrencia supera los 70 a?os, mientras que a la otra mitad le falta poco para cumplirlos. A su lado, K?ppel, que tiene 54, parece joven.
S¨ª, de acuerdo, a estos actos locales asiste gente de edad avanzada. Es l¨®gico. Tambi¨¦n son los mayores a quienes m¨¢s complace o¨ªr c¨®mo los pol¨ªticos de derechas prometen defender su peque?o para¨ªso terrenal de la invasi¨®n de extranjeros y la tutela de Bruselas. Pero, mientras tanto, el SVP se queda sin j¨®venes en sus filas y, sobre todo, en las urnas, como se vio hace poco en varias elecciones regionales.
El SVP fue el primer partido populista de derechas de Europa que, con su pol¨ªtica agresiva y xen¨®foba, dej¨® de ser minoritario y se catapult¨® a primera fuerza del pa¨ªs. ?Y si ahora tambi¨¦n estuviese anticipando una tendencia en el continente? ?Y si su pol¨ªtica del chivo expiatorio hubiese quedado superada? ?Es posible que las j¨®venes generaciones se est¨¦n apartando de ellos?
En todo caso, el problema del envejecimiento no es exclusivo de Suiza. En la d¨¦cada de 1990, J?rg Haider, la estrella del populismo de derechas austriaco, busc¨® para su equipo hombres m¨¢s bien ajenos a la pol¨ªtica, pero ambiciosos y muy j¨®venes. Su ¡°partido de los chavales¡± hizo temblar a los veteranos ¡°partidos de los viejos¡±. Haider est¨¢ muerto, y a sus chavales solo les siguen prestando atenci¨®n, si acaso, los tribunales.
Con su pol¨ªtica agresiva y xen¨®foba, el Partido Popular Suizo dej¨® de ser minoritario y se catapult¨® a primera fuerza del pa¨ªs
La actual direcci¨®n del Partido de la Libertad de Austria (FP?) ronda los 50 a?os, lleva toda la vida en la pol¨ªtica y no se aparta del camino conocido. Fuera de ¡°una nueva oleada de refugiados nos amenaza¡± y ¡°el islam es un peligro para Europa¡±, nada sale de ellos.
Los ¨²nicos j¨®venes que trataron de establecer un contacto m¨¢s estrecho con el partido proced¨ªan del ultraderechista Movimiento Identitario, pero desde que se supo que el autor del atentado de Christchurch hab¨ªa hecho un donativo al jefe de la formaci¨®n, el FP? ha tenido que distanciarse de sus reto?os.
El partido no tiene a la vista otros sucesores con unas ideas m¨¢s moderadas. Es evidente que ha perdido atractivo. No obstante, est¨¢ en el Gobierno desde hace un a?o y medio, y el poder tapa de maravilla los problemas estructurales de los partidos. Lo ¨²nico que tiene que hacer el FP? es no volver a perderlo.
Por el mismo motivo, el h¨²ngaro Fidesz, el gran modelo de todos los populistas de derechas europeos, est¨¢ condenado a hundirse con el tiempo. Viktor Orb¨¢n empez¨® su carrera a finales de la d¨¦cada de 1980 como un revolucionario menos entrado en carnes que derroc¨® a los comunistas. Hoy en d¨ªa ha engordado, es presidente del Gobierno y solo permite que un pu?ado de enchufados de su generaci¨®n participen de su poder absoluto. No hay sitio para reci¨¦n llegados. En su partido, los ministros y los funcionarios acaban volvi¨¦ndose canosos y fosiliz¨¢ndose, igual que antes los funcionarios profesionales del Partido Comunista.
Llegar¨¢ un momento en que la estructura est¨¦ tan decr¨¦pita que solo har¨¢ falta un joven revolucionario de fuera que, con una ret¨®rica brillante, haga que todo se derrumbe. Pero todav¨ªa puede faltar mucho hasta que eso ocurra.
En un futuro pr¨®ximo, tanto en Hungr¨ªa como en el resto de Europa, todo quedar¨¢ m¨¢s bien en peque?as premoniciones. Tal vez los resultados electorales de los populistas de derechas, mal acostumbrados al ¨¦xito, acaben siendo menos brillantes de lo que esperaban. A lo mejor tienen que encajar alguna derrota, como ha sucedido en Suiza. Hay indicios de que, sobre todo sus votantes j¨®venes, est¨¢n hartos de que ignoren el calentamiento global o la brecha social.
Pero si el SVP, el FP? y dem¨¢s amigos no reaccionan a las peque?as premoniciones, pueden recibir un castigo tan duro como el que recibieron en el pasado los socialdem¨®cratas que hicieron caso omiso del problema de la emigraci¨®n. Solo que hoy en d¨ªa a la derecha le cuesta tanto cambiar de rumbo como entonces a la izquierda.
Bernhard Odehnal es periodista de investigaci¨®n en el diario suizo Tages-Anzeiger.
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