?Qu¨¦ es ser frugal?
¡°Hace mucho tiempo que no me dicen cosas tan agradables¡±, me confes¨® la Reina
Sant Jordi siempre es buena excusa para volver a Barcelona. Los editores te convencen de verlo como una fiesta cuando en realidad se trata de una las jornadas laborales m¨¢s intensas y agotadoras en la vida de un escritor. En la primera firma estaba sentado entre Javier Sard¨¢, mi exjefe en Cr¨®nicas Marcianas y M¨¤xim Huerta, mi excompa?ero en AR. Huerta ten¨ªa una cola esperando mientras que Javier y yo ve¨ªamos la lluvia caer y entre gota y gota un goteo de lectores.
El tiempo mejor¨® y nuestras firmas florecieron. Despu¨¦s, en el almuerzo que ofrece Planeta en el hotel Gallery, se ocupan dos terrazas contiguas, pero se ha vuelto costumbre que los escritores se apoderen de la terraza izquierda mientras que los pol¨ªticos, asesores y la gerencia del grupo editorial se arremolinan en la derecha. Conocedores de la estrategia, no paraban de venir jefes y emisarios a buscar a los empleados para que ¡°por favor¡± fueran a saludar a In¨¦s Arrimadas y candidatos as¨ª. Pero sali¨® el sol en la terraza de la izquierda y nadie se movi¨®.
Envuelto en ese aroma llegu¨¦ a Madrid para acudir al almuerzo que convocan los Reyes por el premio Cervantes. Es la segunda vez que voy. No hay nada como llegar al Palacio Real y ser recibido por la Guardia Real compuesta por esa calculad¨ªsima selecci¨®n de varones espa?oles. Es un poco intimidante, pero consegu¨ª subir la escalinata en ese estado de duda de si los saludaba o me hac¨ªa el interesante. Afortunadamente, all¨ª te tratan como a un marqu¨¦s, incluso alguno de los Guardias me llam¨® por mi nombre y me dijo ¡°guapo¡±. El besamanos con los monarcas me dio la impresi¨®n de que este a?o fue m¨¢s r¨¢pido, como una cinta de correr que de repente se acelera. Pero los Reyes son superprofesionales y te sosten¨ªan con sus manos y su mirada.
El extenso comedor de Palacio, son en realidad tres salas con sus b¨®vedas archidecoradas, tiene dos flancos, el de la Reina y el del Rey. Esta vez me toc¨® el lado del Rey y creo que la vista es mejor all¨ª. Peque?o detalle que lo solucion¨® la Reina siendo atent¨ªsima desde su silla. La vi re¨ªrse con el ministro de Cultura y en un momento dado interesarse por si estaba disfrutando el rodaballo. Mi vecino de mesa, el maravilloso ?lvaro Pombo, no paraba de re¨ªr y jugar con la cuberter¨ªa. ¡°Creo que la Reina nos est¨¢ viendo¡±, me dijo. ¡°S¨ª, porque estoy seguro de que fue idea suya sentarnos juntos¡±, murmur¨¦ y Pombo se arque¨® en su silla por la carcajada.
?lvaro se me extravi¨® despu¨¦s del postre, que es cuando los Reyes se levantan y los comensales se vuelven corrillos donde esperan que los monarcas se aproximen. La lucha por encastillarse en esos corrillos resulta agotadora. Carles Crehueras, consigui¨® colarme en uno al que se acercaba el rey Felipe quien me pregunt¨® sobre Venezuela. Respond¨ª que en mi opini¨®n la situaci¨®n estaba estancada y ¨¦l lo lament¨® cort¨¦smente.
Entonces fui hacia la Reina, rodeada de escritores guapos, como Manel Loureiro y Joaqu¨ªn Camps, ganador del premio Azor¨ªn. Nada de eso me amilan¨®. Gir¨¦ para no interrumpir bruscamente, pero ella lo resolvi¨® extendiendo su mano para integrarme al grupo. Consciente de que no sirvieron aperitivo, le agradec¨ª el almuerzo y ella me pregunt¨® si no hab¨ªa o¨ªdo que ¡°a muchos les pareci¨® frugal¡±. ¡°?No puedo creer que le hayan dicho eso, se?ora!¡±. ¡°S¨ª, s¨ª, ahora mismo acaban de coment¨¢rmelo. Que los esp¨¢rragos de entrada les parecieron pocos, aunque hospitalarios¡±. ¡°Mi trozo de rodaballo estaba estupendo¡±, agregu¨¦, todo lo Masterchef Celebrity que pude: ¡°Me encanta que sirvan pescado, se?ora¡±. ¡°Espa?a es el segundo pa¨ªs consumidor de pescado del mundo¡±, sentenci¨® y prefiri¨® cambiar la conversaci¨®n a si los escritores ¡°famosos¡± llegamos a conocer a nuestros lectores. Me dieron ganas de decir ¡°frugalmente¡±, pero me contuve y prefer¨ª contarle la an¨¦cdota de Sard¨¢ y yo en Sant Jordi. Ella sostuvo su mirada. ¡°Yo era muy ni?a cuando Cr¨®nicas¡±, brome¨®, y me permit¨ª recordarle que una vez estuvimos juntos en unos premios TP. ¡°?Y que te parec¨ª?¡±. ¡°Muy guapa¡±, respond¨ª, cortesano pero sincero. ¡°Hace mucho tiempo que no me dicen cosas tan agradables¡±. ¡°Yo se las dir¨ªa siempre, se?ora. Me gusta mucho como desempe?a sus deberes¡±, solt¨¦ sin complejos. Ten¨ªa ganas de dec¨ªrselo pese a que algunos amigos van a dejar de hablarme. ¡°Encantada de que hayas venido¡±, dijo alej¨¢ndose. Joaqu¨ªn Camps tampoco se contuvo. ¡°Pues yo s¨ª que tengo hambre¡±. ¡°Vayamos al Burger King de calle Arenal¡±, propuse muy democr¨¢tico.
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