El expreso de Extremadura
No ha habido mitin donde no se haya hecho referencia al tren, convertido ya en s¨ªmbolo del abandono al que la Espa?a vac¨ªa se ha visto sometida
"Por un AVE a Extremadura", se lee en una de las promos de la serie Vota Juan que se han lanzado al hilo de las elecciones, junto a varias ocurrencias caciquiles, como una Expo Logro?o 2020 (el protagonista de la serie es riojano). Ficci¨®n y realidad no solo se tocan en Ucrania, donde los presidentes de las parodias pol¨ªticas de la tele se convierten en presidentes de verdad: en Espa?a tambi¨¦n cuesta muchas veces distinguir el chiste de la propuesta de programa, porque el AVE a Extremadura ¡ªo, mejor dicho, el tren, un tren normalito que salga y llegue a su hora sin dejar a los viajeros tirados¡ª ha sido uno de los leitmotivs de la campa?a. Pr¨¢cticamente no ha habido mitin donde no se haya hecho referencia al tren extreme?o, convertido ya en s¨ªmbolo del abandono al que la Espa?a vac¨ªa se ha visto sometida y utilizado a menudo como alegato contra nacionalistas catalanes que se quejan de falta de inversiones: tendr¨ªais que ir a Plasencia, les dicen. O a Trujillo. O a Don Benito, si ten¨¦is lo que hay que tener (en este caso, un coche privado, porque tren no hay).
En una de sus visitas extreme?as, Pablo Casado se convirti¨® en el personaje de Javier C¨¢mara en Vota Juan y, ante cientos de presuntos votantes, dijo que pod¨ªan quitar paradas del tren a Madrid para que vaya m¨¢s r¨¢pido. Que solo con eso ya se ganaba mucho tiempo de viaje. Los asistentes abrieron tanto la boca que les cab¨ªa un Talgo completo por ella. O Casado daba ya por perdida Extremadura y hab¨ªa decidido rellenar el discurso con cuatro cu?adeces o all¨ª hab¨ªa c¨¢maras ocultas y les estaban grabando para un episodio de alguna comedia sofisticada de la tele por cable. Ni inversiones, ni plazos, ni plan de transportes. Para qu¨¦, si lo de Extremadura y lo de Espa?a se soluciona en dos patadas.
Quiz¨¢ no se atrevi¨® a prometer arreglos en la vergonzos¨ªsima y casi imaginaria red extreme?a de ferrocarriles porque no estaba dispuesto a perder un s¨ªmbolo que tanto juego ha dado en los duelos pol¨ªticos. El tren de Extremadura ha hecho las veces de la ni?a de Rajoy y ha servido para ilustrar la profunda preocupaci¨®n que todos los l¨ªderes han manifestado, con gesto grave y moh¨ªnes de telenovela, por la desolaci¨®n demogr¨¢fica de la Espa?a interior.
Cuando Paul Theroux recorri¨® China en 1986 para escribir En el gallo de hierro, un impresionante libro de viajes en tren, se sorprendi¨® de que a¨²n quedaban muchas l¨ªneas que funcionaban con locomotoras a vapor. Eran m¨¢quinas nuevas construidas con tecnolog¨ªa del siglo XIX. Todo parec¨ªa viejo en aquella China, pero funcionaba. Los trenes extreme?os (y los que van a Canfranc, y los que apenas llegan a Cartagena o los que vaya a saber usted cu¨¢ndo pasan por Almer¨ªa) parecen modernos y el¨¦ctricos, pero est¨¢n hechos para averiarse y convertirse en met¨¢fora de un abandono al que algunos candidatos solo aluden ya como farsa.
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