Aprender a nadar
Cuando terminan las campa?as electorales, si es que alguna vez terminan, cuesta mucho esfuerzo de atenci¨®n darse cuenta de la realidad
Ahora los ni?os aprenden a dividir antes de aprender a sumar. Pasa en todos los pa¨ªses. La campa?a pol¨ªtica consiste en invocar una supuesta fractura nacional que sit¨²a a algunos de un lado, y al resto, de otro. Los que sosten¨ªan que hab¨ªa dos Espa?as acabaron rendidos a la evidencia de que del mismo modo hab¨ªa terminado por haber dos Estados Unidos, dos Venezuelas, dos Italias, dos Francias y dos Reinos Unidos, por no seguir citando. El mal de tantos es nuestro consuelo de tontos. Resulta complicado establecer el momento exacto en que la vida pol¨ªtica perdi¨® fuelle argumental y se transform¨® en una conjunci¨®n bastante b¨¢sica de elementos emocionales disgregadores. Le cedi¨® al deporte la ¨²nica representaci¨®n posible de la convivencia, fallido todo intento de apostar por la cultura, y nos oblig¨® a posicionarnos entre ganadores y perdedores. Claro, puestos a desempe?ar ese cargo, no hay nadie que elija voluntariamente el de perdedor. As¨ª que los ganadores se disputan la plaza a cara de perro. Machacar al otro es una estrategia de boxeo, porque si te sueltan en un ring tampoco es cuesti¨®n de ponerse a dialogar, a inventar, a reflexionar y a escuchar. Te pones a soltar mamporros y conf¨ªas en la violenta providencia.
Cuando terminan las campa?as electorales, si es que alguna vez terminan, cuesta mucho esfuerzo de atenci¨®n darse cuenta de la realidad. Porque la realidad consiste en que la mayor¨ªa de la gente vuelve a su empleo y a su vivencia y all¨ª comparte preocupaciones y batallas con esos supuestos rivales insoportables. En el vecindario y en la familia unos y otros se aplican a lo m¨¢s razonable, que consiste en preservar el espacio ¨ªntimo m¨¢s amable para lo cual es preciso remendar el entorno colectivo para que no sea ni hiriente ni amenazante. La filosof¨ªa del miedo tuvo su mejor opositora en una pensadora aragonesa ya inmortal, Felicitas de Lechago, cuando dijo aquello de: ¡°La gente alegre vive m¨¢s a?os; los tristes se mueren de miedo¡±. Es por tanto la valent¨ªa del alegre el ¨²nico remedio contra el rencor. Porque son el rencor y el abandono escolar, que no consiste ¨²nicamente en abandonar la escuela, sino en abandonar el aprender, los que empujan a personas a considerar antipersonas a otras. Es ah¨ª donde la divisi¨®n se convierte en la ¨²nica tabla de multiplicar que manejan, la de multiplicar lo divisorio.
Al margen de la campa?a electoral, las personas inician trabajos, esfuerzos y proyectos. Se ponen en marcha hacia algo nuevo o regresan al espacio cotidiano, tanto da. Nadie va a venir a pedirles que echen un discurso o pongan en forma de consigna lo que para ellos es una ilusi¨®n o un consuelo o una maldici¨®n. Lo encaran y punto. No hay ya tribuna para el oportunista, porque no hay nada que decidir de manera contable, sino por insistencia, por estar ah¨ª, por darlo todo, que es lo que hacemos cuando terminamos la jornada, ni m¨¢s ni menos: entregar el d¨ªa. Es un poco lastimoso que los ni?os tengan que aprender a dividir antes que el resto de operaciones aritm¨¦ticas. Pero en este nuevo plan de estudios les ha tocado as¨ª. Ahora consiste en sentarse y tratar de ense?arles a sumar. Por supuesto, es mucho m¨¢s dif¨ªcil, igual que resulta m¨¢s complicado ense?ar a alguien a andar si est¨¢ educado solo para ir en moto. Al fin y al cabo, en el origen fuimos peces, pero con el tiempo nos toc¨® aprender a nadar como si nunca antes lo hubi¨¦ramos hecho.
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