Nueva era en Jap¨®n
Naruhito reinar¨¢ en un pa¨ªs que sufre profundas transformaciones y que, como ocurri¨® con su padre, buscar¨¢ en ¨¦l una referencia simb¨®lica en tiempos imprevisibles
![Ceremonia de abdicaci¨®n, este martes en Tokio.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/WZFZQUURDPK5QWE4PWGPHJEF6Y.jpg?auth=1e1c96b14c99842cb421ad5f0d4774506d094f95fdf26cedd15b0b926a9baa64&width=414)
Un emperador que fue una vez el descendiente de un dios acaba de entregar el Trono del Crisantemo a su hijo. Con la abdicaci¨®n de Akihito, la primera en 200 a?os, Jap¨®n entra en una nueva era, en un sentido literal, porque pasa del periodo Heisei (paz) al Reiwa (armon¨ªa), pero tambi¨¦n metaf¨®rico. El nuevo emperador Naruhito, que ser¨¢ proclamado hoy, naci¨® en 1960, en un Estado que resurg¨ªa de sus cenizas para convertirse en una potencia econ¨®mica mundial. Los problemas a los que se enfrenta ahora el pa¨ªs asi¨¢tico ¡ªan¨¦micas cifras de crecimiento, la necesidad de acoger inmigrantes para dinamizar la econom¨ªa y la sociedad, las tensiones militares en Asia, el ascendente nacionalismo¡ª son muy diferentes a los que vivi¨® durante el reinado de su padre.
Akihito naci¨® antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando los emperadores eran todav¨ªa divinidades, y su padre, Hirohito, fue uno de los impulsores del militarismo japon¨¦s que desemboc¨® en el conflicto que acab¨® con la humillaci¨®n y destrucci¨®n de su pa¨ªs, sobre el que cayeron las dos ¨²nicas bombas at¨®micas utilizadas en una guerra. Tras la derrota, con la Constituci¨®n impuesta por los Aliados, el emperador se qued¨® como una figura meramente simb¨®lica, pero con un gran peso moral. Akihito subi¨® al trono en 1989 y su reinado estuvo caracterizado por el milagro econ¨®mico, pero tambi¨¦n por los desastres naturales y por los ataques terroristas con gas sar¨ªn en el metro de Tokio en 1995. Marcado siempre por el peso de la historia, su obsesi¨®n fue romper con el pasado militarista y viaj¨® con un mensaje de paz por los pa¨ªses asi¨¢ticos que sufrieron los horrores de la ocupaci¨®n japonesa.
El nuevo emperador, que ayer recibi¨® una espada, una joya y un espejo como s¨ªmbolos del trono al que acaba de acceder, pertenece a un mundo muy diferente al que conoci¨® su padre. Como su propio pa¨ªs, el Trono del Crisantemo debe superar constantes tensiones entre tradici¨®n y modernidad. Es la dinast¨ªa m¨¢s antigua del mundo y Naruhito se acaba de convertir en el emperador n¨²mero 126. Pero la tradici¨®n puede ser tambi¨¦n una losa: su esposa, Masako, sufri¨® una depresi¨®n por la presi¨®n de la vida palaciega, y su hija, Aiko, no podr¨¢ heredar el trono por ser mujer. La l¨ªnea de sucesi¨®n pasar¨¢ al hermano del emperador, Fumihito, y a su hijo Hisahito. Su reinado quedar¨¢ sin duda marcado por la voluntad del primer ministro, el conservador Shinzo Abe, de librar a Jap¨®n de la idea que ha marcado el pa¨ªs desde la posguerra: el pacifismo institucional. Reinar¨¢ en un pa¨ªs que sufre profundas transformaciones y que, como ocurri¨® con su padre, buscar¨¢ en ¨¦l una referencia simb¨®lica en unos tiempos imprevisibles, y seguramente dif¨ªciles, como los que se avecinan sobre Asia.
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