La dictadura del m¨®vil
Vivo en un primer piso y de vez en cuando me asomo a la ventana, para echar un pitillo (?Ay, las dependencias!). Lo que observo es un continuo fluir de personas mirando a su m¨®vil, con un cable en la oreja, hablando con alguien en otro sitio o consultando sabe dios qu¨¦. Pero lo que me llama m¨¢s la atenci¨®n es su actitud distante con lo que les rodea. La famosa sociedad de la comunicaci¨®n ha devenido en aislamiento social. Las personas se han sometido a la dictadura del m¨®vil. Las empresas son negocios, quieren ganar dinero, es su objetivo, y nosotros somos sus clientes y proveedores. El cacharrito se ha instalado en nuestras vidas y pocos saben vivir sin ¨¦l. Pensar ya es una actividad obsoleta y en v¨ªas de extinci¨®n. Por eso no sorprende que esta moda tenga m¨¢s adeptos que cr¨ªticos activos y conscientes del peligro adictivo; y se beneficie a quienes, por dinero, nos acaban controlando.
Jes¨²s M¨¢iz V¨¢zquez. Santiago de Compostela (A Coru?a)
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