Diecis¨¦is conejos muertos
Se trata de un orgulloso acto de violencia fascista. La especie animal asociada desde hace siglos en Espa?a con la indefensi¨®n y la debilidad
LA IMAGEN es tan espeluznante que hasta le sobra el color.
Las tintas rojas y moradas de los carteles parecen un error entre los cuerpos sin vida de 16 conejos, colgados por las patas de un cordel que dibuja una medialuna siniestra sobre un panel electoral. Echo de menos los violentos claroscuros de las pel¨ªculas alemanas de Fritz Lang, las tinieblas m¨¢s toscas de las tabernas del cine espa?ol de los cuarenta, pero la foto es en color porque ha llegado hace solamente unos d¨ªas a la pantalla de mi m¨®vil.
Sucedi¨® en La Puebla de Almoradiel, un pueblo de Castilla-La Mancha, en la campa?a electoral de abril de 2019. Los militantes de Unidas Podemos de esa localidad instalaron en una plaza un panel de madera blanca, sobre el que fijaron seis carteles. Dos de ellos formaban parte de la carteler¨ªa oficial de propaganda electoral que se difundi¨® en toda Espa?a. Otros dos transmit¨ªan un mensaje feminista ¡ªun pa¨ªs que lucha por una sociedad feminista que ponga la vida en el centro¡ª y los dos ¨²ltimos ped¨ªan todo el poder para lo p¨²blico. Nada m¨¢s que eso. Ni insultos, ni amenazas, ni arrogancia, ni dedos se?alando a nadie, ni nombres propios, ni llamamientos al desorden ¡ªque en Espa?a todo hay que aclararlo¡ª, en un pueblo donde la izquierda ha gobernado los ¨²ltimos cuatro a?os sin problemas. Hasta ahora.
Ahora, esos 16 conejos muertos planean como una macabra advertencia sobre la pr¨®xima convocatoria electoral. Porque no son 1, ni 2, ni 20. Son 16, est¨¢n muertos y transmiten un mensaje transparente. Cada conejo alude a un miembro de la lista de Unidas Podemos a las pr¨®ximas elecciones municipales, 13 titulares y 3 suplentes. Cada uno de esos animales ha muerto s¨®lo por y para identificarse con esa lista. Para aludir a una persona viva mientras se desangra, muerto, en una plaza.
Habr¨¢ quien diga que es una broma, un acto simb¨®lico, una acci¨®n radical de propaganda pol¨ªtica, nada m¨¢s grave que mandar un mariachi a la sede de un partido que ha perdido las elecciones. Habr¨¢ quien pueda demostrar, con la ley en la mano, que es, si acaso, un delito menor de maltrato animal, subsanable con el pago de una multa, o que las ¨²nicas v¨ªctimas son esos pobres conejos a los que han matado con un prop¨®sito tan indigno. Podr¨¢n decirse muchas cosas, pero s¨®lo existe una palabra capaz de definir esa imagen con exactitud. Porque esto es fascismo. Un orgulloso acto de violencia fascista, una amenaza fascista, un gesto de exaltaci¨®n del esp¨ªritu fascista en el que no falta ni un solo ingrediente original del cl¨¢sico fascismo espa?ol. Las escopetas que enarbolaban los curas trabucaires y los campesinos del viejo Somat¨¦n carlista. La especie animal asociada desde hace siglos en Espa?a con la indefensi¨®n y la debilidad. Las carcajadas que no se ven, pero podemos o¨ªr perfectamente, de los matones armados que tuvieron la idea y la pusieron en pr¨¢ctica. Es fascismo, y ha resucitado tras una larga agon¨ªa para sobrevolar sobre nuestras cabezas.
Es lo que hay y m¨¢s vale que nos vayamos haciendo a la idea, cuanto antes, mejor. Porque esto no se arregla con un resultado electoral decepcionante para la ultraderecha, ni con la formaci¨®n de un Gobierno progresista. Los fascistas han vuelto y est¨¢n en las instituciones. No son muchos. Sus parlamentarios no tienen la fuerza suficiente para perturbar a la mayor¨ªa, pero en los pueblos peque?os, en los barrios de las grandes ciudades, en las comunidades relativamente f¨¢ciles de controlar han empezado ya a mandar mensajes.
El 28 de abril, m¨¢s de dos millones y medio de espa?oles votaron al partido de los conejos muertos. En un acto de aquella campa?a electoral, Iv¨¢n Espinosa de los Monteros, candidato madrile?o de Vox, dijo, literalmente, que los progres parecen gente normal, pero no lo son porque son progres. Y cuando se asume que hay gente que parece normal pero no lo es, la distancia entre una persona y un conejo se acorta considerablemente.
A lo mejor les parece que estoy exagerando, pero hace d¨ªas que miro la foto que me mandaron desde La Puebla de Almoradiel y todav¨ªa no he conseguido examinarla con serenidad.
Es f¨¢cil de encontrar. B¨²squenla, m¨ªrenla y saquen sus propias conclusiones.
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