Autoayuda para superh¨¦roes
¡®Avengers. Endgame¡¯ es el ¨²ltimo ejemplo de una narrativa desprovista de sentido y, por lo tanto, grotesca
Corresponde a los historiadores del cine precisar en qu¨¦ momento una pel¨ªcula dej¨® de ser un arte ¡ªmayor o menor, esa es otra cuesti¨®n¡ª para transmitir emociones complejas a partir de un encadenado racional de planos y del movimiento igualmente racional de los actores dentro del plano. John Ford, Fritz Lang y Alfred Hitchcock fueron los ¨²ltimos maestros en dominar este arte cuya dificultad, en palabras del primero, consist¨ªa en mantener el mismo grado de emoci¨®n en un plano general y en un primer plano. El cine actual se ha precipitado por los abismos de la planificaci¨®n ca¨®tica y la acumulaci¨®n de ruido, sea visual o sonoro. Avengers. Endgame, el estreno m¨¢s taquillero de la historia durante el primer fin de semana, es una prueba de laboratorio de este envilecimiento. No es que cualquier cine pasado sea mejor; es que el actual se complace en precipitarse al vac¨ªo, nunca mejor dicho.
Avengers despliega (es un decir) una planificaci¨®n monocorde, muerta desde la primera secuencia, que insiste en encuadrar a los actores, juntos o por separado, entre el hombro y la cabeza. Porque lo que cuenta son los actores, no los personajes, ni el desarrollo argumental, ni la vocaci¨®n de utilizar el espacio y el tiempo como piezas trascendentales del relato. Como no hay personajes, sino calcoman¨ªas animadas, el discurso congruente solo puede ser un mensaje chapucero propio de un manual de autoayuda, tipo ¡°t¨² puedes hacerlo¡± o ¡°hag¨¢moslo por quienes no est¨¢n aqu¨ª¡±. La apoteosis final es una apuesta subida por el sentimentalismo de acumulaci¨®n. Todas las calcoman¨ªas acuden al un¨ªsono, como en las anta?onas llamadas patri¨®ticas, para destruir al villano y se reclama del espectador un mar de l¨¢grimas a golpe de una muerte mal rodada.
No es que Avengers sea una anomal¨ªa por debajo de la media del cine comercial; responde al papel pautado de productos industriales que niegan el respeto debido al espacio y al tiempo dentro de la narraci¨®n. Olvidan el apotegma de Michelangelo Buonarroti: ¡°El tiempo no respeta lo que se hace sin contar con ¨¦l¡±. La industria es incapaz hoy de integrar acci¨®n con reflexi¨®n en sus productos premium y est¨¢ generando una mutaci¨®n no por monstruosa menos deseada y acorde con el mercado. Una narrativa desprovista de sentido y, por tanto, grotesca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.