Urano

En Ebrio de enfermedad (U?a Rota), su protagonista, enfermo de c¨¢ncer, se lamenta de que los m¨¦dicos a los que acude no consideren, a la hora de examinarle, que ¨¦l ha le¨ªdo a Tolst¨®i. Creo que a todos los lectores nos gustar¨ªa llevar escrita en la frente esta advertencia: ¡°He le¨ªdo a Proust, a Kafka, a Joyce¡­¡±. A primera vista, podr¨ªa parecer la versi¨®n literaria del ¡°no sabe usted con qui¨¦n est¨¢ hablando¡±, pero es otra cosa. Se trata de una s¨²plica: ¡°No me trate usted con aspereza, se lo ruego: pertenezco a la especie vulnerable de los lectores¡±.

A veces, cuando nos hallamos en plena traves¨ªa de un libro que nos trastorna, agradecer¨ªamos que ese trastorno computara a la hora de recibir un diagn¨®stico cl¨ªnico, desde luego, pero tambi¨¦n a la de ser juzgados, no s¨¦, por una infracci¨®n de tr¨¢fico. Yo es que he le¨ªdo a Homero y a Virgilio, se?or agente, y ayer mismo comenc¨¦ la Divina comedia. Los jueces y fiscales deber¨ªan conocer la biograf¨ªa lectora del acusado antes de establecer sus conclusiones. Urge otorgar al lector, de una vez para siempre, un estatuto especial, quiz¨¢ semejante al de los refugiados. No me mire usted as¨ª, es que he le¨ªdo las obras completas de Simone de Beauvoir y los relatos breves de Patricia Highsmith.

Yo mismo, en este instante, necesito que la gente sepa que acabo de terminar Un apartamento en Urano, de Paul B. Preciado, para que se dirijan a m¨ª con consideraci¨®n, con deferencia. Preciado escribe en un idioma extranjero utilizando sin embargo el castellano. Significa que lo entiendo y no lo entiendo a la vez. Su lectura me coloca en el cruce entre lo aprensible y lo inaprensible. Me turba, me hace temblar en cada una de sus l¨ªneas, de sus p¨¢ginas. T¨¦nganlo en cuenta, por favor.