Repetimos
Lo que el elector encuentra en el programa de Ciudadanos es exactamente lo que uno esperar¨ªa encontrar en un partido de centro
Ciudadanos no es un partido grato a cierto comentarista de izquierda concienciada. A un partido que se presenta como ¡°liberal y progresista¡± nunca se le han querido reconocer credenciales liberales ni progresistas. Cuando en su ideario figuraba la socialdemocracia tampoco se le reconoc¨ªa ni medio gramo de pureza socialdem¨®crata. M¨¢s bien siempre se le ha tachado de partido de derechas, y esto, seamos sinceros, ya suced¨ªa antes de que Vox se metiera en las fotos. En realidad, si atendemos a programa e iniciativas, lo que el elector encuentra all¨ª es exactamente lo que uno esperar¨ªa encontrar en un partido de centro: una mezcla de liberalismo econ¨®mico, laicismo en las costumbres, apuesta por un bienestar eficiente, prudencia regulatoria en temas espinosos y resuelto europe¨ªsmo. La percepci¨®n, por tanto, de que el partido se ¡°derechiza¡± hay que buscarla en la querencia de nuestra cultura pol¨ªtica en calificar de derechas toda muestra de abroquelada oposici¨®n a seguir cediendo cuotas de poder al nacionalismo subestatal vasco y catal¨¢n.
Estamos tocando hueso. Cs (y antes UPyD, otro partido a quien nunca se quiso reconocer denominaci¨®n de origen socialdem¨®crata) nace, principalmente, por un motivo: la idea de que los principales partidos espa?oles estaban siendo demasiado permisivos con los proyectos en curso de construcci¨®n nacional en Pa¨ªs Vasco y Catalu?a. Proyectos que no solo expulsaban al Estado de esos territorios, sino que daban muestras de grave antipluralismo. Cs, como antes UPyD, asumi¨® el coste de rasgar el velo de silencio que escudaba una hegemon¨ªa que el nacionalismo travest¨ªa de consenso. Es su m¨¦rito: en lugar de callar, hablaron, y como en una vieja vi?eta de El Roto, por se?alar el problema, les acusaron de estar cre¨¢ndolo.
Sea dicho todo esto como elemento de contraste de las dos acusaciones m¨¢s repetidas que le caen al partido de Rivera: la de ¡°derechizarse¡± (discutible) y la de ¡°vivir del conflicto¡± (injusta). Pero esto no significa que Cs est¨¦ acertando aqu¨ª y ahora. Su peligro, a mi entender, no es tanto derechizarse como esterilizarse, confundiendo un acierto t¨¢ctico con una victoria estrat¨¦gica. Porque si el principal objetivo del partido era neutralizar la nociva influencia que ten¨ªan los nacionalismos secesionistas en el Congreso, tiene poco sentido no usar ahora sus esca?os para frustrar cualquier intento de estos para acrecer su poder en las negociaciones de investidura. Cierto: hubo un veto. Pero los que en 2016 pedimos al PSOE que se entendiera con el PP, a¨²n al precio de perder votos, en beneficio del com¨²n, no nos queda otra m¨¢s que repetir hoy el ruego a Cs (extensible al PP): que se entienda con el partido llamado a formar gobierno (siempre que el PSOE lo proponga, claro). Bien lo s¨¦: no ocurrir¨¢ y todos encontraremos buenas razones para que los nacionalistas vuelvan a tener la sart¨¦n por el mango. Todos menos los historiadores del futuro, que pensar¨¢n que somos idiotas.
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