Viaje al centro
Pablo Casado ha resultado ser un l¨ªder m¨¢s posmoderno de lo que parec¨ªa
A la pol¨ªtica le ha pasado lo mismo que a la sociedad. Ya no sabe bien cu¨¢les son sus espacios. Del mismo modo en que la globalizaci¨®n acab¨® con la geograf¨ªa y la visi¨®n tradicional de lo territorial, la desideologizaci¨®n hizo lo propio con los criterios de orientaci¨®n que permit¨ªa el eje izquierdo/derecha. Sigue funcionando porque no hemos dado todav¨ªa con una br¨²jula mejor. Pero ayuda poco en fases de desconcierto.
Traigo esto a colaci¨®n por el aparente giro en el discurso del PP desde posiciones de derecha cl¨¢sica y dura hacia zonas m¨¢s templadas, eso que recibe el nombre de centro. Si se confirma, Pablo Casado ha resultado ser un l¨ªder m¨¢s posmoderno de lo que parec¨ªa. No es f¨¢cil abandonar posicionamientos tan extremos sin dejarse en el camino buenas dosis de credibilidad. Es lo que le ha pasado a Rivera, que predic¨¢ndose de centro ha acabado por ser indistinguible de los otros dos partidos de la derecha. Todos sabemos que en el fondo la ideolog¨ªa es en estos casos algo secundario. Importa el poder. En el caso de Casado, el afianzarse en el liderazgo del PP; en el de Rivera el convertirse en l¨ªder de la oposici¨®n. El resto es humo, maniobras orquestales en los medios de comunicaci¨®n.
A partir de ma?ana, sin embargo, la cosa va en serio porque ya se habr¨¢ distribuido todo el poder. Ser¨¢ el momento en el que habremos de juzgar lo que son no por lo que dicen que son, sino por c¨®mo act¨²an. Importar¨¢n m¨¢s las acciones que los discursos. Y aquello en lo que habremos de fijarnos es doble. Por un lado, la actitud de ambos l¨ªderes ante la gobernabilidad ¡ªsi est¨¢n o no dispuestos a facilitarla¡ª; y por otro, sus estrategias en la guerra civil por la hegemon¨ªa en la derecha.
Ambas disputas van unidas y cualquier error en esta fase puede ser decisivo. El c¨¢lculo de Rivera es seguir trasladando el esp¨ªritu de la polarizaci¨®n a toda la nueva legislatura. Si Casado hace lo propio seguir¨¢n siendo indistinguibles; no solo entre ellos, tambi¨¦n con respecto a Vox. Un pol¨ªtico audaz, e ignoro si Casado lo es, deber¨ªa arriesgarse a introducir una diferencia. En este caso, facilitar la investidura de S¨¢nchez sin por ello renunciar a una oposici¨®n exigente. Puede venderlo recurriendo al mismo discurso del PSOE cuando hizo lo propio con el gobierno de Rajoy, el inter¨¦s general de Espa?a. ?Acaso hay algo m¨¢s patri¨®tico?
Eso lo ubicar¨ªa de una tacada en el centroderecha y le permitir¨ªa recuperar para su partido un valios¨ªsimo espacio como interlocutor en futuros pactos de Estado: Catalu?a, pol¨ªtica exterior, educaci¨®n. Ser¨ªa tambi¨¦n la lectura correcta de lo que han sentenciado las urnas, la prima a la moderaci¨®n. De paso, arrojar¨ªa a Rivera a difuminarse en las tinieblas de Vox y tendr¨ªa tiempo para reorganizar su partido. En otras palabras, la opci¨®n es entre volver a convertirse en Alianza Popular o reinventar la UCD. Dada la ausencia de templanza de Rivera, si Casado no lo hace, lo har¨¢ quien pronto est¨¦ llamado a ocupar su cargo.
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