La fil¨®sofa a?ora el caf¨¦

Iba fluido el juicio, bajo control. En gran medida por la mano izquierda del presidente, Manuel Marchena; por su despliegue explicativo; por su liberalidad permisiva de excursiones dial¨¦cticas superfluas; y por su trato a la par duro y seductor con defensores y fiscales: a veces m¨¢s cruel con estos.

Pero en la sesi¨®n del martes se roz¨® el desastre. Al punto de que fuentes del Supremo difundieron el "malestar" de la Sala con la "provocaci¨®n" de alg¨²n defensor (Benet Salellas y ?lex Sol¨¤) y alg¨²n abogado-testigo. Y que plataformas de agitaci¨®n jur¨ªdica soberanista reanudaron aqu¨ª al lado, briosas, su campa?a de "denuncia" a Europa contra la Justicia espa?ola.

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El Supremo censura la ¡°provocaci¨®n¡± de algunas defensas en el juicio del ¡®proc¨¦s¡¯

De ¡®hashtags¡¯, monos¨ªlabos, caf¨¦s y alucinaciones: los roces de Marchena con abogados y declarantes

Ya con el primer testigo, el portavoz del sindicato de maestros Ramon Font, saltaron chispas. No por disertar sin freno ni tino sobre el derecho de autodeterminaci¨®n, sino por no concretar un tema menor, olvidable. Marchena le recrimin¨® la p¨¦rdida de tiempo.

Con la fil¨®sofa Marina Garc¨¦s, que dijo, un punto ir¨®nica, que a?oraba tener un ¡°caf¨¦ pendiente¡± con Jordi Cuixart desde hac¨ªa a?o y medio, fue de entrada m¨¢s duro: no importaba la cosa del caf¨¦, sino su relaci¨®n.

Y al narrar que ten¨ªa fiebre y que "alucin¨®" el 1-O, pareci¨® implacable: "No viene aqu¨ª para expresar su apreciaci¨®n de su estado febril ni su grado de alucinaci¨®n"... cuando polic¨ªas y manifestantes han vertido aqu¨ª sus "sensaciones" de "miedo", "alegr¨ªa", ¡°odio¡±ajeno...

Y luego le impidi¨® consultar unos apuntes, lo que se toler¨® a otros testigos, como el exdelegado del Gobierno en Catalu?a, Enric Millo, siempre que no los leyesen literalmente.

A los magistrados les alerta que profesores universitarios puedan pretender darles lecciones: as¨ª, encajaron la "disertaci¨®n" del constitucionalista Enoch Albert¨ª como un "insulto" (25 de abril). Sucede a veces con los sindicalistas: Marchena se sumergi¨® en la tarea de la abogada Marina Roig al opinar (6 de mayo) que con sus preguntas al jefe de CC OO Javier Pacheco "yerra en su estrategia de defensa".

Tambi¨¦n las discrepancias de testigos-juristas (hubo muchas, de abogados prorrefer¨¦ndum de Manresa) enarcan sus cejas, hasta el punto de que las ven, a veces, como provocaci¨®n: de ellos, de las defensas, o de ambos.

La r¨¦plica del manresano Llu¨ªs Matamala al presidente apoyando su deseo de hablar en catal¨¢n (se permite a los reos, no a los testigos) estuvo a punto de suscitar una cat¨¢strofe procesal. No por el catal¨¢n en s¨ª. Porque el Supremo tiene a gala su calidad de autoridad judicial suprema y rechaza lo que pueda percibirse como desaf¨ªo. Y adem¨¢s, esta es su casa.