El error de llamar a Assange periodista
Ver en el fundador de WikiLeaks a un informador es una falacia. Los periodistas no roban informaci¨®n legalmente protegida
UNA DE LAS COSAS de las que m¨¢s se oye hablar en Palo Alto, la meca de la nueva tecnolog¨ªa, es de periodismo. Solo en lo que va de a?o se han celebrado tres eventos distintos en la Universidad de Stanford relacionados con ¨¦l ¡ªEl papel de los robots en la elaboraci¨®n de noticias, Ataques contra el periodismo cr¨ªtico (una serie) y Estar conectado en la era digital¡ª. Muchos de los sabios locales son conscientes de los perjuicios que sus inventos est¨¢n causando a la convivencia ciudadana y a la democracia y buscan c¨®mo el viejo oficio del periodismo puede ayudar a paliarlos.
No es necesariamente un mal tiempo para el ejercicio de la profesi¨®n, por mucho que la industria que conocimos en su entorno se desmorone. Para algunas generaciones educadas en el periodismo tradicional, la transici¨®n a la que obligan las nuevas tecnolog¨ªas ha resultado muy dif¨ªcil, casi imposible, y algunos tiran la toalla anunciando la muerte del oficio a manos de diab¨®licos algoritmos.
No, no es la tecnolog¨ªa la mayor amenaza para el periodismo. Los creadores de la tecnolog¨ªa est¨¢n interesados en adaptarse a sus necesidades y los periodistas deber¨ªamos estar interesados en adaptarnos a las exigencias de esa tecnolog¨ªa, principalmente porque no hay vuelta atr¨¢s.
La principal amenaza para el periodismo viene desde dentro.
Ha surgido al respecto un debate interesante a ra¨ªz de la detenci¨®n de Julian Assange, que se llama a s¨ª mismo periodista. ¡°Assange publica informaci¨®n verdadera que es de inter¨¦s p¨²blico. Creo que eso es exactamente la definici¨®n de un periodista¡±, ha dicho su abogado, Barry Pollack. Como el hombre encargado de procurar que Assange recupere su libertad, es comprensible que el se?or Pollack se esfuerce en dibujar el mejor perfil posible de su defendido. Es m¨¢s desconcertante, sin embargo, que la propia profesi¨®n del periodismo no sea capaz de definir con claridad su funci¨®n y de distinguir que Assange no es uno de los nuestros. ?Podr¨ªa Assange decir que es m¨¦dico? ?Tendr¨ªan los verdaderos m¨¦dicos alguna dificultad para identificar a Assange como un impostor? Assange distribuy¨® en alguna ocasi¨®n informaci¨®n valiosa, ciertamente. Pero solo supimos que era valiosa y que su publicaci¨®n era adecuada cuando una serie de periodistas profesionales la leyeron, la analizaron, la seleccionaron y, en la medida de lo posible, la certificaron.
Los periodistas no roban informaci¨®n legalmente protegida, no violan las leyes de los Estados democr¨¢ticos, no distribuyen los documentos que les facilitan los servicios secretos sin haberlos verificado. Los periodistas se cuidan de no causar da?os innecesarios con su trabajo, les dan a las personas aludidas la ocasi¨®n de defenderse, buscan la opini¨®n contraria a la que sostiene la fuente principal de una informaci¨®n, no act¨²an con motivaci¨®n pol¨ªtica para perjudicar a un Gobierno, un partido o un individuo. Los periodistas no defienden m¨¢s causa en una sociedad democr¨¢tica que la del ejercicio de su trabajo en libertad.
Assange tiene derecho a la libertad de expresi¨®n, por supuesto. Es leg¨ªtimo tambi¨¦n su esfuerzo por evitar la extradici¨®n a Estados Unidos ¡ªtanto, por cierto, como el derecho de EE UU a reclamarla¡ª. Pero no es periodista. Ser periodista, como ser m¨¦dico, es un hecho, no una opini¨®n. Assange no practica el periodismo, no cumple sus reglas ni acepta sus obligaciones.
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