Los Siete Reinos cruzan al otro lado del espejo
El final de 'Juego de tronos' crea un vac¨ªo que va m¨¢s all¨¢ del ocio y la ficci¨®n (este art¨ªculo no contiene 'spoilers')
Al principio de La org¨ªa perpetua, su ensayo sobre Flaubert, Mario Vargas Llosa resume la influencia que la ficci¨®n puede tener sobre la realidad a trav¨¦s de una frase sobre un personaje de Balzac que se atribuye a Oscar Wilde: ¡°La muerte de Lucien de Rubempr¨¦ es el mayor drama de mi vida¡±. Se trata de una sentencia que dif¨ªcilmente se puede aplicar a Juego de tronos, porque demostr¨® desde su primera temporada que no era prudente tomarle demasiado cari?o a un personaje porque pod¨ªa ser decapitado, torturado o apu?alado en el cap¨ªtulo siguiente. Sin embargo, la frase con la que prosigue el escritor peruano su texto s¨ª tiene todo el sentido: ¡°Un pu?ado de personajes literarios han marcado mi vida de manera m¨¢s durable que buena parte de los seres de carne y hueso que he conocido¡±.
Despu¨¦s de ocho a?os, la serie basada en las novelas de George R. R. Martin llega a su fin, e incluso aquellos espectadores que tienden a confundir a la mayor¨ªa de los personajes ¡ªocurre algo parecido en una reuni¨®n de antiguos alumnos: te suenan las caras, pero eres incapaz de ponerles un nombre¡ª sentir¨¢n alg¨²n tipo de vac¨ªo que va mucho m¨¢s all¨¢ de su ocio. Juego de tronos ha irrumpido de forma tan rotunda en la realidad que algunos lectores amenazaron a Martin para que terminase sus novelas de una vez, mientras que una petici¨®n popular para que los guionistas cambien la ¨²ltima temporada ha alcanzado el mill¨®n de firmas.
Los lectores americanos de Charles Dickens esperaban en los puertos a que llegasen los barcos de Inglaterra para poder leer las nuevas entregas de sus grandes novelas. Las cosas no han cambiado mucho: semana tras semana se esperan los nuevos cap¨ªtulos, un vac¨ªo que se convierte en meses o a?os entre una temporada y otra. Unas generaciones han crecido con una parte de su imaginaci¨®n capturada por una galaxia muy lejana, otras, por dos pisos de amigos en Manhattan o por los barrios bajos de Baltimore. Ahora que los Siete Reinos se han desvanecido y sus personajes contin¨²an su existencia al otro lado del espejo, lejos de nuestra mirada, seguiremos yendo al puerto a esperar a que aparezca en el horizonte un buque capaz de cumplir con las exigencias de nuestra imaginaci¨®n, que son tambi¨¦n las de la vida.
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