Un asunto de millonarios

AQU? TENEMOS al pr¨ªncipe Enrique anunciando el nacimiento de su primer hijo como si lo hubiera parido ¨¦l. El pr¨ªncipe Enrique es un se?or muy rico que vive lejos, en un pa¨ªs del norte, y cuya vida ni nos va ni nos viene, aunque sale tanto en la tele y en la prensa que acabaremos convencidos de que, si no nos va, tal vez nos venga. En esta ocasi¨®n, como dec¨ªamos, lo hemos sacado a prop¨®sito del ni?o que ha tenido con Meghan Markle, la se?ora ausente, pero a la que vemos como si estuviera a su lado: cosas del cerebro. El pr¨ªncipe Enrique est¨¢ muy contento de su haza?a, de ah¨ª su sonrisa y su modo de entrecruzar las manos, como felicit¨¢ndose a s¨ª mismo. Ha elegido para la ocasi¨®n vestir de manera informal, como un padre de clase media. He ah¨ª un gui?o al contribuyente que pagar¨¢ con gusto los pa?ales de la criatura. La cremallera del jersey es la tecnolog¨ªa punta de car¨¢cter textil de las clases modestas.

Nosotros nos alegramos de que el pr¨ªncipe Enrique y su esposa, Meghan, hayan sido padres, no somos alima?as. Ahora bien, se trata de una alegr¨ªa extra?a cuando vivimos en un mundo en el que el capitalismo financiero proh¨ªbe tener hijos a nuestros j¨®venes. La procreaci¨®n, en fin, empieza a ser un asunto de ricos que exhiben sin pudor ese privilegio, como queda registrado en la imagen. Y si entre nosotros no nacen, en otros ¨¢mbitos mueren al poco de hacerlo, tambi¨¦n por influencia de la globalizaci¨®n financiera. No se ha hecho el c¨¢lculo de cu¨¢ntos beb¨¦s pobres tienen que morir para que sobreviva uno millonario, pero hay relaci¨®n entre una cosa y otra. No lo duden.?