El presidente absoluto
Trump declara la guerra al Congreso con el prop¨®sito de situarse por encima de la ley, eludir el control parlamentario y ganar en 2020
Trump quiere guerra. Sobre todo en casa. Fuera no la quiere de verdad. Su deseo ser¨ªa retirarse del mundo exterior y limitarse a utilizar la amenaza para su peculiar sistema intimidatorio de negociaci¨®n mercantilista. Es un m¨¦todo arriesgado, propenso a accidentes, que puede provocar un conflicto sin desearlo realmente, sea en Venezuela o sea en Ir¨¢n.
La guerra que busca es la civil, con los dem¨®cratas. Y no porque les tenga especial inquina. Solo porque quiere ganar una segunda elecci¨®n presidencial hasta completar sus ocho a?os en la Casa Blanca. De momento, es defensiva. Consiste en provocar el ataque del enemigo y aguantar hasta noviembre de 2020. El c¨¢lculo es sencillo: si llega como candidato republicano a enfrentarse con uno de los numerosos candidatos dem¨®cratas que est¨¢n entrando en liza es muy probable que los votantes moderados de su bando, ahora reticentes, sigan prefiri¨¦ndole a ¨¦l.
A Trump le interesa que el Congreso de mayor¨ªa dem¨®crata lance lo antes posible el procedimiento de destituci¨®n o impeachment, un recurso utilizado solo tres veces en la historia sin que nunca llegara a la remoci¨®n del presidente en ejercicio. Cuenta con el seguro de vida de una mayor¨ªa republicana en el Senado, donde la destituci¨®n exige los dos tercios. Y sabe que, mientras la tenga asegurada, como es el caso de momento, el impeachment conduce a su exoneraci¨®n.
La presidenta del Congreso, Nancy Pelosi, hace id¨¦ntico c¨¢lculo, y de ah¨ª que intente contener los impulsos dem¨®cratas antitrumpistas. Prefiere buscarle las cosquillas a trav¨¦s de convocatorias parlamentarias a testigos y la reclamaci¨®n de documentos hasta ahora reservados, como es el caso de una parte del informe Mueller sobre las interferencias de Rusia en la campa?a y las intromisiones presidenciales en la acci¨®n de la justicia.
Ante esta estrategia, la Casa Blanca est¨¢ prohibiendo todas las comparecencias ante las comisiones de investigaci¨®n. Ya lo ha hecho con el fiscal general William Barr y con el exconsejero legal de la Casa Blanca, Don McGahn. Trump cuenta tambi¨¦n con que estar¨¢n de su lado los tribunales, d¨¢ndole la raz¨®n o dilatando los recursos. No en vano los ha llenado en estos dos a?os de jueces republicanos, incluyendo el tribunal de ¨²ltimo recurso que es el Supremo.
Mucho est¨¢ en juego en esta guerra entre Ejecutivo y Legislativo. Sin ir m¨¢s lejos, que la primera superpotencia est¨¦ regida por un monarca absoluto electivo, situado por encima de la ley y fuera de cualquier control parlamentario.
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