¡®Dracarys¡¯
No hay nada m¨¢s peligroso, m¨¢s maligno y t¨®xico, que el estandarte de la pureza
Una vez m¨¢s, escribo esta columna antes de ir a votar. Como ustedes tendr¨¢n hoy cosas m¨¢s interesantes que leer, voy a dedic¨¢rsela a una historia que me enganch¨® mucho antes de convertirse en una serie de televisi¨®n. El desenlace de Juego de tronos, que ha decepcionado a tanta gente que no supo interpretar las se?ales que conduc¨ªan inexorablemente a este final, ofrece algunas ense?anzas interesantes. La primera, que es esencial escoger bien a los l¨ªderes. La segunda, que merece la pena pararse a estudiar los mapas. La tercera, que no hay nada m¨¢s peligroso, m¨¢s maligno y t¨®xico, que el estandarte de la pureza. En una serie repleta de hombres y mujeres guapos, altos, atractivos, eleg¨ª por instinto a los dos m¨¢s bajos, el hombre m¨¢s feo, la mujer m¨¢s insignificante. Los he dejado muy bien colocados. Tyrion es la Mano del Rey. Arya ha salvado a la humanidad. Poniente no se llama as¨ª por casualidad. Daenerys ven¨ªa del Este y nunca, ni en sus mejores momentos, dej¨® de acatar el m¨ªtico mandato de la oriental estirpe Targaryen. Lo siento por quienes la lloran, pero su asi¨¢tica crueldad se ve¨ªa venir desde el principio. Y lo ¨²ltimo que necesitaba, teniendo ya un drag¨®n, era una conciencia mesi¨¢nica de campeona del bien, la soberbia de los puros que no negocian, que no transigen, que no est¨¢n dispuestos a considerar siquiera las razones de los dem¨¢s, porque piensan que la inmaculada pureza de sus ideales justifica cualquier destrucci¨®n y vale m¨¢s que la vida humana. M¨¢s all¨¢ de la fabulosa geograf¨ªa de la serie, en Occidente tenemos m¨²ltiples ejemplos de esta clase de caudillos, que siempre han abundado en Espa?a. Miren a su alrededor, a la derecha, a la izquierda, y seguro que identifican a alguno. Despu¨¦s, ya saben. Dracarys.
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