La transici¨®n china ni est¨¢ ni se la espera
Una progresi¨®n econ¨®mica espectacular desgraciadamente es compatible con un control cada vez m¨¢s f¨¦rreo de la poblaci¨®n
Si hace diez a?os hubiera tenido que imaginar la China de hoy, habr¨ªa sido m¨¢s optimista respecto a las libertades y menos sobre la econom¨ªa. Pensaba que el progreso mete¨®rico que estaba experimentando el pa¨ªs har¨ªa que inevitablemente, poco a poco, el Partido Comunista (PCCh) abriese la mano. Entonces lleg¨® Xi Jinping, que en 2018 reform¨® la Constituci¨®n para mantenerse en el poder de forma indefinida. Como si hubiera entrado en un agujero de gusano, China volvi¨® al esquema mao¨ªsta del Gran Timonel.
Cuando se cre¨® el ¨ªndice sobre democracia de The Economist Intelligence Unit, en 2006, Pek¨ªn quedaba en la posici¨®n 138 de 167. En 2018 apenas hab¨ªa avanzado ocho puestos. No ha sido por falta de oportunidades: los Juegos Ol¨ªmpicos de 2008, el nacimiento de las redes sociales, la Expo de Shangh¨¢i en 2010¡ La respuesta del PCCh ha sido m¨¢s control. A la censura de Internet le han sumado un sistema de vigilancia cada vez m¨¢s depurado. M¨¢s de 200 millones de c¨¢maras de vigilancia, programas de reconocimiento facial y un sistema de cr¨¦dito ligado a cada ciudadano. No hace falta ni cuestionar el sistema: con cruzar mal la calle a uno ya le quitan puntos.
Todo ha sido compatible, y quiz¨¢s sobrevive por eso, con una progresi¨®n econ¨®mica espectacular. China no se libr¨® de la crisis econ¨®mica tras la ca¨ªda de Lehman Brothers. Cerraron miles de f¨¢bricas, pero gracias a la capacidad de aguante y trabajo de la poblaci¨®n, el pa¨ªs resisti¨® y fue detrayendo peso desde la exportaci¨®n hacia el consumo. Quedan muchas asignaturas pendientes, pero es una realidad que millones de chinos que nacieron en la miseria hoy emprenden, viajan y han ampliado sus opciones. Mientras en EE UU y Europa se teme al futuro y se a?ora lo perdido, en China cuajan los planes. El fin colectivo, tan arraigado en la mentalidad confuciana, es recuperar una posici¨®n clave en el mundo. Ya son la segunda potencia. El Estado azuza el nacionalismo para que sepa a victoria y a orgullo reparado.
La maniobra del Gobierno ha sido magistral: vender la falta de libertad como el precio necesario para la estabilidad y el progreso. Hace diez a?os, cuando cubr¨ª el 20? aniversario de la matanza de Tiananmen, la noticia estuvo tan censurada dentro de China como hoy, y Pek¨ªn mantuvo un silencio total sobre el asunto. Una d¨¦cada m¨¢s tarde, ha salido del armario lanz¨¢ndole un aviso al mundo. Un editorial del diario Global Times, solo en su versi¨®n en ingl¨¦s, obviamente dirigido al p¨²blico extranjero, se refer¨ªa al ¡°incidente¡± como algo que le permiti¨® ¡°vacunar a China contra revueltas futuras¡±. Es decir, han convertido aquella matanza en un aviso eterno a navegantes: el Partido tiene el control, las c¨¢maras, los sistemas de gesti¨®n de masas. Lo tiene todo atado y bien atado. En China, la democracia ni est¨¢ ni se la espera.
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