El gen podemita

Tal vez, despu¨¦s de leer Por qu¨¦ fracasan las naciones de Acemoglu & Robinson y C¨®mo mueren las democracias de Levitsky & Ziblatt la serie podr¨ªa seguir con As¨ª desaparecen los partidos. En Europa hay formaciones hist¨®ricas que se extinguen, como los democristianos en Italia, los republicanos franceses, y por ah¨ª ya apuntan los socialdem¨®cratas alemanes. Podemos tal vez pueda aportar casu¨ªstica espa?ola, y con la singularidad de no ser un partido hist¨®rico m¨¢s o menos desfasado, sino de cinco a?os. Claro que es prematuro aventurar su desaparici¨®n, pero no descartable. Han hecho todo lo necesario para progresar hacia ese desenlace en tiempo r¨¦cord. Como admite el fil¨®sofo Santiago Alba Rico, ¡°es obvio que Podemos ya no es el motor de una transformaci¨®n de este pa¨ªs¡±. El proyecto funcion¨® bien como catalizador de un estado de ¨¢nimo ¨Cla indignaci¨®n¨C pero no ha cuajado como proyecto pol¨ªtico.

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Fin de ciclo

El braceo desesperado de Pablo Iglesias para buscar una tabla con la que salvarse del naufragio pasa por aferrarse al poder. Otros en Podemos, como Jos¨¦ Mar¨ªa Gonz¨¢lez Kichi y Teresa Rodr¨ªguez, creen que entrar en La Moncloa les dejar¨¢ sin ox¨ªgeno lentamente. Hoy, en el consejo ciudadano, Iglesias trata de ganar tiempo sirviendo la cabeza de Echenique ¨Cautocr¨ªtica en cuello ajeno¨C pero hay quien cree, aunque sin el ruido de Espinar, que se trata de una respuesta insuficiente y que Iglesias hace otra vez una lectura personal. El hiperliderazgo fallido est¨¢ liquidando el modelo exitoso de horizontalidad descentralizada del proyecto emergente. El cartel de Vu?Lve le retrata mientras siguen cayendo nombres de los carteles de Vistalegre I y Vistalegre II. Cada vez hay menos dirigentes que puedan decirle en voz alta, hoy mismo, que tocar poder no reparar¨¢ los da?os estructurales. Por dem¨¢s, el ¨®rdago de entrar en el Gobierno puede pifiar porque Podemos no basta para sumar y hay otras fuerzas reacias a ellos, del PNV a Coalici¨®n Canarias. Y revolverse con la abstenci¨®n parece peligroso: ser¨ªa la segunda vez que Iglesias impidiese un gobierno de izquierda votando con VOX, PP y Cs.

El gen podemita tiene algo de autodestructivo, y probablemente inquieta en La Moncloa. Claro que se valora si desestabilizar¨¢ menos dentro, con l¨ªneas rojas en ministerios clave, que fuera. Pero hay reservas, tanto m¨¢s tras la reacci¨®n de Podemos a la suspensi¨®n de los diputados indepes o su actitud hacia las donaciones de Amancio Ortega, exhibiendo esa clase de talibanismo trufado de tentaciones antisistema que es marca de la casa. Todo ha ido a peor desde la mutaci¨®n poscomunista del gen original, liquidando el errejonismo por Montero, Mayoral... y por fin unidos a IU. Hay, por supuesto, factores coyunturales: el final relativo de la crisis, que rebaj¨® la fuerza argumental de la crisis del r¨¦gimen del 78; la consolidaci¨®n de Felipe VI, que alej¨® la cuesti¨®n de la Monarqu¨ªa; el desastre del 1-O¡­ e incluso la an¨¦cdota nada desde?able del chalet de Galapagar. Muchos simpatizantes dejaron de sentirse representados por quienes les hab¨ªan liderado contra la casta al grito de "no nos representan".